Opinión
Ver día anteriorDomingo 25 de mayo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Placer inagotable
S

in duda leer es de los grandes placeres de la vida, seguramente por eso las ferias de libros siguen estando muy concurridas aunque desde hace años se anuncia el fin de los volúmenes en papel. Recientemente estuvimos en la Feria del Libro y la Rosa que organiza la Universidad Nacional Autónoma de México.

Acudimos a presentar México, un mito de siete siglos, título del libro más reciente del cronista Jorge Pedro Uribe que publica la editorial Siglo XXI. Es autor y conductor de la serie Ciudad Infinita que transmite Canal 11 y, en uno de los programas plantea una interesante pregunta con la que inicia el libro de crónicas.

Es con relación a la fecha de la fundación de la Ciudad de México, que nos hemos acostumbrado a conmemorar la de México-Tenochtitlan. Menciona el autor:

Lo aprendimos en la escuela y se acomoda bien a la narrativa nacionalista posrevolucionaria que pone al centro al valeroso pueblo mexica. No obstante, la Ciudad de México no se corresponde actualmente con la capital mexica. En efecto fue así durante siglos, cuando lo que hoy llamamos Centro Histórico era toda la ciudad. Pero hace tiempo que incluye también a un buen número de poblaciones que ya estaban aquí antes de la llegada del pueblo de Huitzilopochtli. La zona de Cuicuilco, bajita la mano, ha estado habitada hace más de 2 mil 500 años (no de manera ininterrumpida), lo mismo probablemente que Tlaltenco en Tláhuac. ¿Y qué decir de Zacatenco en Gustavo A. Madero o Acalpixca en Xochimilco? También sería injusto ignorar que los propios mexicas ya habían fundado, tal vez, una fallida capital décadas antes en Chapultepec. Y luego está Tlatelolco, establecida pocos años después de Tenochtitlan por un grupo de disidentes.

Nos recuerda que Azcapotzalco tiene su propia historia remota y los grupos chichimecas se desarrollaron ampliamente por la cuenca hace casi mil años. Añade los vestigios de Milpa Alta o de los colhuas de Iztapalapa y señala a los españoles que fundaron su ayuntamiento meses o años antes de 1524 y recibieron cédula real en 1528, ni a los mexicanos que fundaron el Distrito Federal en 1824. Cuauhmixtitlan, primer nombre que ostentó Tenochtitlan, representa en el imaginario el origen mítico de la Ciudad de México.¿Tendríamos que replantear la fecha de fundación de esta?

El libro aborda muchos otros temas y el cronista no deja de plantear interrogantes que mueven a la reflexión. Habitante del Centro Histórico, nos acerca a los fenomenos que están sucediendo el día de hoy, entre otros con los migrantes. Es una obra que vale la pena leer.

Ahí mismo, la escritora Janette Porras nos obsequió su libro Condesa Hipódromo, una redición del que publicó hace dos décadas. Ahora en una bella edición con magníficas imágenes y un nuevo capítulo en que nos habla de las transformaciones –para bien y para mal– que ha tenido la colonia en los últimos 20 años.

La autora hizo una profunda investigación que se remonta a la historia de la familia que fue dueña de la hacienda que bautizó el vecindario, concretamente de la heredera que llevó el título de condesa de Miravalle.

De ahí parte para relatarnos cómo se fue fraccionando la propiedad, los cambios de propietarios y de uso. Da vida al elegante Jockey Club, de donde partió la idea de levantar un nuevo hipódromo que sustituyera al de Peralvillo, rumbo poco atractivo para la aristocracia porfirista.

Nos muestra con interesantes fotografías la célebre plaza de toros de la Condesa y de apuestos toreros que dieron grandes faenas y alguno que perdió la vida. Actualmente el espacio lo ocupa el Palacio de Hierro

Seguimos paso a paso el desarrollo del fraccionamiento con los estilos arquitectónicos en boga, como el art déco, colonial californiano, racionalismo y hasta una que otra casa afrancesada.

Muy interesante conocer como impactaron en la vida de la colonia las migraciones judia y española, que convivían armónicamente con las familias mexicanas. El libro está sazonado con recuerdos de personas que han vivido en el barrio y escritores que lo han hecho personaje literario. Está en las librerias del Fondo de Cultura Económica.

Otro atractivo de la zona es su enorme oferta gastronómica; hoy volvemos a Mero Toro, en Avenida Ámsterdam 204. Después de una década, este lugar del chef Jair Téllez, se ha consolidado como uno de los favoritos con su acertada combinación de cocina de mar y mediterránea. Algunos platos clásicos: la jaiba suave rebozada, la tártara de res con chapulines y el arroz cremoso con camarón; para cerrar, la crema de téjate.