ermítaseme concluir hoy esta decena de colaboraciones orientada a comentar Nuestra base energética
, ese instrumento que nos permite analizar no sólo la disponibilidad de recursos energéticos, sino sus relaciones, su movimiento, su transformación y su utilización final. Desde la prospección, exploración y explotación iniciales de recursos disponibles, hasta su consumo sectorial final.
Y –más aún– hasta sus múltiples y diversos usos finales. Los mismos –y otros novedosos y sorprendentes sin duda– que hoy y mañana deberán ser crecientemente satisfechos sobre la base de nuevos comportamientos y nuevas prácticas sociales.
¡No hay opción! Es condición esencial e indispensable para acceder a una eficiencia creciente y, sin duda, también para lograr la penetración de fuentes limpias y renovables en nuestra base energética.
¿Por qué lo requerimos?, por el llamado cambio climático, que debiera denominarse ya desastre climático. Pues bien, a través de una revisión de este instrumento, en sus múltiples y ricas dimensiones, he tratado de mostrar a mis estudiantes de la Facultad de Economía de nuestra UNAM la riqueza de análisis que permite y la complejidad que comporta.
También –a sugerencia de Aristóteles– las diversas partes de un todo, desde su origen y en su desarrollo. Por lo demás, en todas sus dimensiones: físicas, caloríficas y de capacidad para realizar trabajo.
Asimismo, sus costos, la mayoría diferenciales capaces de propiciar rentas enormes, como acontece con todos los productos de la explotación de recursos naturales. También –¡nunca olvidarlo!– sus bases tecnológicas, todas ellas asociadas a su disposición, a su transformación, a su beneficio y a su utilización.
Permanentemente sugerí a mis estudiantes estar atentos a los mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos y geopolíticos vinculados a nuestra base energética y evidentemente, a sus efectos ecológicos. ¡Lamentables!, porque –hoy lo sabemos– el gran avance de la Revolución Industrial representó también el gran drama de la generación gradual, paulatina y hoy exponencial de gases de efecto invernadero. ¡Qué pena! La máquina de vapor se nos vino encima y nos sorprendió tremendamente.
¿Qué relación guarda este desastre climático con nuestra base energética? Toda …sí toda nuestra base, en su huella integral – footprint, a decir en inglés–, que no sólo comprende las emisiones de dióxido de carbono, de metano, de óxidos de nitrógeno y de otros gases, registradas en el momento del consumo de combustibles y electricidad.
No sólo. También las previas y las posteriores a dicho consumo. Bajo este principio –huella de carbono integral– el peso de las emisiones derivadas del consumo de combustibles fósiles ya representa poco más de 80 por ciento de las emisiones totales del mundo. Y ese enorme porcentaje es el que debe ser abatido.
La modificación periódica del clima de la Tierra producida por cambios en la atmósfera, así como de interacciones entre la atmósfera y diversos factores geológicos, químicos, biológicos y geográficos dentro del sistema terrestre lo exige. Y en este contexto no dejaré de insistir en atacar también las fallas o los problemas de las renovables y de las limpias. Todas, la solar, la eólica, la nuclear, la hídrica, la biomasa, la geotermia. ¡No podemos ser ingenuos! Y sin embargo debemos alentar al máximo la descarbonización y la transición energética. De veras.