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Desde otras ciudades

La milenaria ceremonia del té en China

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▲ Hay una inmensa variedad de tés: el verde, el negro, el blanco, el oolong y el famoso puerh, fermentado y añejado como un buen vino.Foto Alia Lira Hartmann
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arte del programa cultural en los viajes a China es comprender y disfrutar la ceremonia del té. En este país tomarlo no es sólo costumbre, es una manifestación de su cultura, filosofía e historia de una de las civilizaciones más antiguas del mundo.

El arte de preparar té, cha dao, podría traducirse como el camino del té, e indica que no se limita a una práctica relacionada con las reuniones en una mesa; la ceremonia del té puede convertirse en un camino hacia un momento de tranquilidad y contemplación, también es una muestra de amena hospitalidad o respeto y acompaña la solución de algún conflicto o incluso es parte de rituales nupciales.

La ceremonia del té es una tradición milenaria que ahora no distingue grupos sociales. En un principio se le atribuían beneficios medicinales. Cuenta la leyenda que el té fue descubierto en el año 2737 aC por el emperador Shen Nong, cuando unas hojas de camelia cayeron accidentalmente en su agua hervida (también se atribuye la esterilización del agua con este método).

El emperador se sentía mal, pues padecía una enfermedad desconocida, por lo que tomó un descanso bajo un árbol y el sueño lo venció; al despertar, se percató que unas hojas habían caído en su cuenco y tras tomarlo su estado físico mejoró notablemente. Sería el origen de sus beneficios medicinales.

pasaron siglos para que la práctica de beber té evolucionara y adquiriera el estatus de ceremonia hasta que en el siglo VII la nobleza lo consumió como símbolo de refinamiento. En el siglo VII, el monje budista y poeta chino Lu Yu escribió un código especificando qué agua debía usarse y la temperatura adecuada para cada tipo. Este código, que adquirió gran fama, cimentó las bases para que la ceremonia llegara a considerarse un arte. El código sigue vigente y es una guía para quienes practican la ceremonia.

El rito varía y se adapta según la región y el tipo de té. Todas las ceremonias tienen elementos en común: primero, la preparación debe ser lenta y cuidadosa, con utensilios tradicionales: tres teteras, la primera para calentar el agua, la segunda donde se colocan las hojas para la infusión y la última para servirlo en pequeñas tazas sin asas. El aspecto espiritual es un profundo respeto por el momento presente.

Cada paso requiere atención plena, es de contemplación. No se trata sólo de saborear la bebida, es un momento especial para apreciar el aroma, el color y la energía que aporta. La ceremonia está enfocada a crear un ambiente de tranquilidad, ideal para la meditación, la conversación o simplemente el silencio.

Actualmente la ceremonia sigue viva en hogares, casas de té y monasterios de todo el país. Aunque modernizada en algunos aspectos, aún se mantiene fiel a su propósito: cultivar el espíritu, respetar la naturaleza y conectar con los demás.

Las nuevas generaciones en China que redescubren esta tradición han encontrado una forma de escapar del ritmo frenético de la vida urbana y las exigencias de una vida digitalizada intentando reconectar con sus raíces culturales.

Alia Lira Hartmann