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Roberto Abad afirma que en la literatura fantástica no existen categorías inamovibles
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▲ El escritor morelense habló en entrevista con La Jornada sobre Umbral, su nuevo libro de cuentos de terror.Foto cortesía del autor
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de mayo de 2025, p. 3

El escritor Roberto Abad sostiene que la poética de la literatura fantástica, promovida por autores como Mary Shelley, Stephen King, Phillip K. Dick o Mariana Enríquez, reconoce otras salidas, y que todo aquello que consideramos estático, acabado e invencible, puede ser vencido, movido o cambiado.

Entrevistado por La Jornada a propósito de su libro de cuentos más reciente, Umbral (Universidad Autónoma Metropolitana), el narrador explicó que “Frankenstein, de Mary Shelley, habla sobre el robo de cuerpos y la posibilidad de dar vida a aquello que está muerto. Ese hurto era un problema latente en los siglo XVIII y XIX.

Ahí hay una forma de mirar la realidad o el presente que está a la mano. Lo interesante es que aquello que tienes enfrente puede dialogar o encontrar nuevas bifurcaciones a partir de los elementos fantásticos. La literatura fantástica permite que no existan dogmas, clasificaciones irrompibles o categorías inamovibles.

Abad (Cuernavaca, 1988) destacó que la apuesta de la literatura fantástica, y de las letras en general, es por el conocimiento y saber qué experimenta el otro. Es lo único que importa. La escritura se trata de exploración.

La lectura de un texto de terror, continuó el cuentista, sucede en paralelo a la construcción de un universo con reglas y formas de accionar eventos trágicos o singulares, que regularmente devienen fantásticos. También ocurre cuando te cuestionas la posibilidad de criaturas o hechos que quiebran la realidad formal. Me gusta pensar en ese término de manera irónica, porque, como se dice al final del libro, la realidad se divide y uno tiene que aceptar que no es una la que nos rige, sino varias a la vez.

En Umbral, el cuento Aleación presenta diferentes planteamientos y cada personaje puede decir una verdad y ponerla en juego. Entonces existe una verdad de la criatura, del personaje que come metal, y otra verdad del reportero. Me gusta jugar con esas líneas que se entrecruzan y que se pueden encontrar en algún momento o separar del todo.

El novelista mencionó que “la presencia de los monstruos o las criaturas en mis cuentos son un guiño a la tradición, porque este ser que come metal es una suerte de vampiro contemporáneo que en lugar de alimentarse de sangre lo hace de partes en el cuerpo humano que corresponden a una pieza metálica; en otro relato manejo el tópico de fragmentos del organismo que adquieren independencia, como el tumor en ‘Siempre estarás conmigo’”.

Tales temas los vincula a otros miedos que orbitan a nuestro alrededor y forman parte de nuestra cotidianidad, como enfermar de cáncer y ver ese padecimiento como algo normal, que sucede en nuestro día a día, o interactuar con la tecnología, con el GPS, y vincularlo a una suerte de extravío que se relaciona con nuestro pasado.

En Ruinas como paraísos, el personaje busca su casa de la infancia y encuentra un fantasma suyo de cuando era niño, pero habla un poco de cómo la tecnología nos beneficia en ciertos aspectos y nos aleja de otros. Que existan estas herramientas digitales nos abre la posibilidad de generar escenarios de terror en torno a ellas, mencionó Abad.

Fraternidad de la fauna explora la historia de un vagabundo que intenta vengarse de un perro que ha mordido a varias personas en la colonia. Es quizás el menos fantástico, pero al mismo tiempo es el más terrorífico.

Las criaturas en las historias de Umbral forman parte de un colectivo que está en la periferia o fuera de las dinámicas. El terror también tiene que ver con alumbrar esas zonas en las que hay discursos valiosos de la realidad.

En Phillip K. Dick y otros autores hay un registro en el lenguaje y en las historias que hace todo lo posible para que sobresalga la ambigüedad. Entonces, el narrador, regularmente no confiable, termina generando un planteamiento que, sin importar que sea lógico, el lector termina creyendo. Para mí es muy importante construir eso en mis cuentos, añadió. No me interesa llegar a una certeza o una verdad absoluta, sino que exista otra pregunta y que el lector siga cavilando en torno a esa historia que acaba de leer.

Abad refirió que Stephen King ha asimilado mejor el terror con los fenómenos sociales, creando una escuela, una poética en sí misma, que podemos ver, por ejemplo, en Mariana Enríquez.

Agregó que la narradora argentina define el terror latinoamericano. Su poética está inspirada o basada en la de King: mirar los fenómenos sociales y hacerlos parte de una trama de terror.