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La osadía de Valadon en el Pompidou

A

ntes de cerrar sus puertas en septiembre próximo, para una radical remodelación, el Centro Pompidou de París ofrece una magna exposición con la obra más sobresaliente de Suzanne Valadon (1865-1938), una de las artistas más emblemáticas y audaces de su generación.

A diferencia del cubismo y del arte abstracto, que dominaban la escena pictórica de la época, ella se ocupó esencialmente de pintar lo real, de situar en el centro de su obra el desnudo, femenino y masculino, sin artificios ni voyerismo.

La exposición nos muestra a Suzanne Valadon desde sus inicios como modelo favorita de todo Montmartre, hasta su reconocimiento como una artista excepcional por sus colegas, los galeristas y la exigente y con mucha frecuencia mordaz crítica de los columnistas de la época.

Valadon expresa en su trabajo el fervor parisino del cambiante nuevo siglo XX, con sus cafés, cabarets, salones de baile y las nuevas expresiones artísticas, intelectuales y sociales de una ciudad en constante cambio.

Todo lo anterior se ilustra a lo largo de 200 obras provenientes de varias instituciones, muy particularmente la del Centro Pompidou, pero también de las de los museos Orsay y Orangery. De préstamos excepcionales del Museo de Arte Moderno de Nueva York, de la Fundación Hermitage y de importantes colecciones privadas.

Todo el material expuesto se centra en los dos medios de predilección del artista: el diseño y la pintura. Además se destaca su obra gráfica con un gran número de dibujos raramente conocidos por el público.

Los espléndidos archivos fundados en 1974 en el Centro Pompidou por el doctor Robert Le Masle, médico, coleccionista y amigo cercano de la artista, permiten mostrar ahora numerosas fotografías, manuscritos y documentos antiguos conservados en la Biblioteca de Kandinsky, que revelan la personalidad de Valadon y de su temprano reconocimiento artístico.

Desde la gran muestra que ofreció en 1967 el Museo Nacional de Arte Moderno, París no se había vuelto a ocupar de ella. Ahora, el Pompidou destaca la importancia de esta figura excepcional y enfatiza su papel pionero en el nacimiento de la modernidad artística. Además, la gran libertad con que trabajó su obra.