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Trump va por tierras raras // Volodymir Zelensky, fumigado // Paciencia no es ilimitada

T

ras la brutal paliza recibida de parte de Donald Trump y James David Vance, al payasito ucranio le dieron otra patada en santa parte: Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional del presidente estadunidense, dijo que necesitamos un líder que pueda tratar con nosotros, y queda claro que las motivaciones personales o políticas de Zelensky no son coherentes con el objetivo de detener los combates en su país; vamos a tener un problema real; la paciencia de los estadunidenses para seguir dando miles y miles y miles de millones de dólares, sin un final a la vista, no es ilimitada; esta guerra tiene que terminar y va a requerir concesiones territoriales; se necesita un líder ucranio capaz de negociar y el citado de plano no da el ancho.

Mientras, en la Europa de la OTAN y como parte del vodevil ucranio, Zelensky –que debe cantidades multimillonarias a medio mundo– se reunió con 15 indignados líderes de aquella zona para armar un plan alternativo para la guerra en Ucrania, el cual presentarán… a Trump para su aprobación, es decir, lo pondrán a consideración del mismo personaje que con una patada en el culo corrió al payasito de la Casa Blanca. Es tal la dependencia de esos líderes aliados que no dan un paso sin el visto bueno de su patrón, quien sólo quiere una cosa.

Para sus fines, a Trump no le interesa Zelensky, no le sirve, es desechable, porque lo que el mandatario estadunidense realmente pretende –así lo ha dicho– es recuperar los 350 mil millones de dólares que, asegura, su país ha invertido en tres años de guerra en Ucrania (Joe Biden dijo que fueron 100 mil millones) y obtener un atractivo pilón: las denominadas tierras raras que se localizan en territorio ucranio, aunque, de acuerdo con información oficial, el grueso de ellas se localiza en áreas ahora bajo control del ejército ruso.

De cualquier suerte, el pilón que Trump desea obtener de Ucrania ni lejanamente le alcanzaría para, en esta materia, equiparar a Estados Unidos con China, nación que posee las mayores reservas mundiales de tierras raras, en una proporción 23 veces mayor a las que se encuentran en territorio estadunidense.

De hecho, entre los principales países con reservas de tierras raras, Estados Unidos ocupa la última posición. China (44 millones de toneladas) la primera, y después de ella Brasil (21 millones) e India (7 millones) ocupan el segundo y tercer lugar en la categoría mundial. Y estas tres naciones forman parte del BRICS. Rusia, también integrante de dicho mecanismo, cuenta con 4 millones, el doble de los gringos.

Dado lo anterior, no es gratuito que, cuando menos desde tiempos de Joe Biden, el gobierno estadunidense insistentemente ha estado encima de los gobernantes latinoamericanos para que le cedan su riqueza en tierras raras, que no es poca. Para ello utilizó como punta de lanza a la hasta hace muy poco cabeza visible del Comando Sur del Departamento de Defensa, general Laura J. Richardson, en su labor de convencimiento. Sus mayores avances los logró con el esperpéntico Javier Milei (para el caso mexicano, el que lleva a cabo esta tarea es el Comando Norte, aunque en el sexenio de López Obrador se registraron modificaciones constitucionales para garantizar la soberanía en este renglón; en Bolivia, Evo Morales hizo lo propio y eso motivó el golpe de Estado de 2019).

Para dar una idea de esa pretensión, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe nos ilustra; la transición hacia tecnologías bajas en carbono y energías renovables requiere de una gran cantidad y variedad de recursos minerales que no son renovables. Actualmente, la región aporta 47 por ciento de las reservas mundiales de litio; cobre, 37 por ciento; plata, 35 por ciento; grafito natural, 23 por ciento; tierras raras, 17 por ciento; níquel, 16 por ciento; y zinc, 14 por ciento. Además, minerales como cobre, litio, níquel, cobalto, tierras raras, grafito, entre otros, tienen una importante participación en las cuentas económicas de los países productores. Algunos de ellos son Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, México y Perú.

Entonces, a Trump y su pandilla le importa un bledo Zelensky y la situación en Ucrania. Lo que quiere es paz en ese país, con otro payasito al frente del gobierno, para clavar los colmillos sin mayores alteraciones.

Las rebanadas del pastel

Al ex gobernador de Michoacán Silvano Aureoles le urge comprar otro banquito verde, para usarlo ya no en la plancha del Zócalo, sino en la celda que le asignen. Ya encarcelaron a cuatro de sus compinches. Por ahora, es considerado prófugo de la justicia mexicana, pero no tardan en enchiquerarlo.

Twitter: @cafevega