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El humor es un antídoto contra el fanatismo

Salman Rushdie presentó en Madrid su nueva novela, Cuchillo, en la que narra el atentado que sufrió en 2022

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▲ Rushdie durante su presentación en el Ateneo de Madrid.Foto Europa Press
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 21 de mayo de 2024, p. 3

Madrid. El humor es una respuesta frente al fanatismo, un antídoto, porque es algo que el fanatismo no posee y no entiende. En este libro, que surgió a partir de un acto de fanatismo horrible, hay mucho humor; es divertido, y a lo mejor no debería serlo, pero lo es. Pero no son chistes ni bromas, es humor, algo que el fanatismo desprecia, aseguró el escritor Salman Rushdie a raíz de la publicación de su novela más reciente, Cuchillo (Random House). El escritor, de origen indio, naturalizado inglés, se presentó en el Ateneo de Madrid con sus lentes bicolor, su cuerpo maltrecho después del brutal ataque y destilando una alta dosis de ironía y vitalidad.

El 12 de agosto de 2022, Rushdie impartía una conferencia sobre los escritores, periodistas e intelectuales amenazados en un centro cultural de Chatuaqua, en el condado de Nueva York. Había decidido ser un hombre libre, por lo que prescindió de la seguridad que había condicionado su vida desde que el 14 de febrero de 1989 una fatwa instaba a su ejecución por orden del ayatolá Ruhollah Jomeiní, líder religioso de Irán. El edicto acusaba a Rushdie del pecado de apostasía y de abandono de la fe islámica que debía castigarse con la muerte.

Así que aquel día de agosto Rushdie impartía su conferencia cuando un hombre, que él en su libro lo llama A (de asesino y asno) se levantó de su asiento y le asestó decenas de puñaladas en los 27 segundos que duró la agresión.

“Recuerdo que en estos momentos sólo escuché algo dentro de mí que me decía: ‘no mueras, resiste, no mueras’”, recordó. Aquel joven de 25 años, que había viajado unos meses antes a Líbano, a un pueblo dominado por Hezbollah, ni siquiera había leído mi libro, quizá las dos primeras páginas; sin embargo, había decidido matarme sin piedad, explicó.

En el escenario, junto a Rushdie, se encontraba también el escritor español y amigo suyo Javier Cercas, quien apuntó que en Cuchillo hay tres historias: la del atentado, la de la recuperación física y la reconstrucción emocional del escritor, y la de amor con su actual esposa, la poeta, novelista y fotógrafa Rachel Eliza Griffiths, quien durante todo ese tiempo fue su principal soporte.

El atentado también sirvió a Rushdie para reflexionar sobre el fanatismo y el odio: “Vivimos en el mundo de la mentira. Se miente constantemente. Por ejemplo, cuando escuchamos a Donald Trump decir que las anteriores elecciones de Estados Unidos fueron un fraude, o cuando vemos que el Brexit en el Reino Unido se basó en la idea de que si se pudieran deshacer de todos los extranjeros, Reino Unido volvería a ser de nuevo grande. Han desaparecido, y ahora estamos en un hoyo aún mayor de en el que estaban antes. Estamos en el mundo de las falsas narrativas que nos inculcan, y si te dedicas al relato, hay que hacer algo. Los novelistas, a menudo, acaban diciendo la verdad”.

Sin embargo, Rushdie reconoció que no se puede dar a la literatura un poder que no tiene. Cuando uno lee un libro que le gusta, algo cambia en su mente. La visión de ese libro se convierte en la visión propia de cómo vemos el mundo. Esa es la magia que podemos hacer, en pequeñito, pero la literatura no tiene el poder de cambiar el mundo, de terminar con una guerra, por ejemplo las que están ocurriendo ahora en Gaza o en Ucrania.

Afirmó: me encanta el tono del libro, no es pesado, didáctico, es ligero, lleno de comedia, no son chistes ni bromas, sino humor.

Durante la presentación, Rushdie también recordó por qué se le identifica con el realismo mágico del boom latinoamericano, sobre todo con la narrativa de Gabriel García Márquez, y que cuando leyó por primera vez Cien años de soledad, fue una de las mejores experiencias de lectura de mi vida.

De ahí que reviviera con emoción el día en el que visitó la Ciudad de México, en una reunión con sus amigos Carmen Boullosa y Carlos Fuentes, y que tenía mucha ilusión de encontrarse con García Márquez, pero le dijeron que en esos días estaba de visita en Cuba, con Fidel.

Me apenó mucho saber eso, pero en un momento dado Carlos Fuentes se fue una habitación contigua a hacer una llamada, unos minutos después me dijo que podía hablar con García Márquez por teléfono. Y ni él hablaba inglés ni yo hablaba español, pero nos entendimos perfectamente en una conversación que fue muy divertida.

La presentación de Salman Rush-die en Madrid estuvo rodeada por un fuerte dispositivo policial. Medios de comunicación e invitados fueron citados una hora antes del encuentro con el fin de pasar varios cordones de seguridad, superar los detectores de armas y metales, y revisar la documentación de cada asistente, para lo que consultaban la historia de cada uno en los archivos centrales de la Policía Nacional española.

Además, en las inmediaciones del edificio se desplegaron furgonetas de agentes antidisturbios y se limitó la entrada al recinto durante el desarrollo del encuentro.