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Exposición en Madrid revela al Sorolla íntimo y coleccionista

Con la exhibición de 100 objetos del pintor se cierra la conmemoración del centenario de su fallecimiento

Foto
Autorretrato, 1909.Foto cortesía del Museo Joaquín Sorolla
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 14 de mayo de 2024, p. 5

Madrid. Un retablo del siglo XVI, un libro de camafeos de temática pornográfica del siglo XIX, un portarretrato en el que llevaba las imágenes de sus padres, una paleta pintada del artista Francisco Domingo Marqués y una máscara de teatro noo de Amano Kiyomitsu son algunos de los objetos que pertenecían al foro más íntimo del pintor valenciano Joaquín Sorolla.

Para desentrañar aún más esa personalidad volcánica y creativa, el Museo Sorolla de Madrid inauguró la exposición Sorolla en 100 objetos, con la que se cierran los actos conmemorativos por el centenario de su fallecimiento.

La casa museo de Joaquín Sorolla en Madrid es, a pesar de ser pequeño y de que se trata de una colección monográfica del artista valenciano, uno de los más visitados de la capital de España.

Las filas de espera para entrar a la pinacoteca son una estampa habitual de la ciudad, sobre todo a raíz de la celebración del primer centenario de su fallecimiento, en el que se realizaron numerosas exposiciones, así como debates y mesas redondas en torno a su figura y la importancia que ha tenido en la historia del arte.

A Sorolla, nacido en 1863 y fallecido en Cercedilla en 1923, algunos críticos lo sitúan como el precursor de Pablo Picasso, por su impacto en los movimientos anteriores a la vanguardia y por su influencia en el debate internacional en torno al arte contemporáneo.

A lo largo del año pasado se analizaron numerosas vertientes de la figura de Sorolla, pero todavía no se había tocado una de las partes más íntimas y que más hablaban sobre su personalidad e intereses: la de sus colecciones más preciadas, incluidos los objetos, libros, obras de arte o reliquias personales con las que vivía.

Entre ellas había de todo, pues, como explicó la curadora de la exposición, Covadonga Pitarch, Sorolla era una coleccionista ecléctico, de ahí que tuviera entre sus objetos más preciados desde el portarretrato en el que tenía las dos fotografías de sus padres, con el que viajaba a todas partes y del que nunca se separaba, hasta un cuadro de pequeño formato de Mariano Fortuny, Pareja de enamorados, de 1856. También hay cartas, fotografías, dibujos, pinturas, el pasaporte del pintor, un capitel califal del siglo X y un relieve de la Santísima Trinidad del siglo XVI.

Esbozos de una biografía

Los 100 objetos que construyen el periplo vital de Sorolla pertenecen a la colección permanente del Museo Sorolla y a su fundación, además de tres préstamos de una colección particular. Del total, 25 se exponen por vez primera al público y de ellas nueve se restauraron para la exposición.

La muestra se articula en 16 secciones que trazan una biografía algo desordenada y necesariamente fragmentaria, según Pitarch, que comienza con la historia de su infancia, con el título De la tragedia a la felicidad. Las familias del pintor, para, a continuación, profundizar en sus años de juventud con el módulo Roma, ciudad en la que estudió cuatro años.

Después se aborda su vida en Madrid, pues Sorolla siempre se ha visto como un pintor valenciano, pero en realidad vivió la mayor parte de su vida en la capital española, de ahí la importancia de mostrar las piezas que demuestran el apego a su tierra natal. Las secciones Un camino a seguir y La escuela valenciana ahondan tanto en sus fuentes de inspiración como en su papel como máximo exponente del grupo.

Para indagar más sobre sus intereses bibliográficos, en la sección de La biblioteca de Joaquín Sorolla se muestra una selección de los más de 700 libros que tenía, mientras la siguiente etapa, llamada Artista entre artistas, muestra obras de autores como Sargent o Rodin, con quienes intercambió obras y regalos durante sus frecuentes viajes internacionales.

Finalmente, se aborda la labor docente de Sorolla por medio de obras de algunos de sus discípulos, como Manuel Benedito o Tomás Murillo, quienes formaron, entre otros, el grupo conocido como Sorollistas.

El pintor tuvo discípulos y discípulas: varias mujeres se formaron en su taller, españolas y extranjeras, como Yvonne Serruys, cuyas piezas componen la sección Mujeres artistas. Asimismo, la obra de sus hijas, María y Elena, pintora y escultora en ese orden, junto a la plástica de su hermano Joaquín, se reúnen en Los hijos del pintor.

La exhibición estará abierta al público desde hoy y hasta el 29 de septiembre próximo.