Política
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Cuauhtémoc Cárdenas a sus noventa
E

l Grupo Nuevo Curso de Desarrollo ha mantenido, desde hace 15 años, reuniones periódicas de trabajo y ha puesto en circulación seis publicaciones y una serie de propuestas y pronunciamientos. Desde México frente a la crisis: Hacia un nuevo curso de desarrollo (2009) hasta Propuestas para los próximos años (2023). Estos planteamientos buscan contribuir al debate nacional y posicionar temas que, desde nuestro punto de vista, son de atención prioritaria. Y en este empeño ha estado Cuauhtémoc Cárdenas, asiduo y atento interlocutor en nuestras deliberaciones.

Nuestras propuestas buscan tejer una amplia interlocución social en la que participen el mayor número de actores: partidos políticos, centros de educación y pensamiento, organizaciones de trabajadores y de la sociedad civil, grupos empresariales. Sumar voces y fuerzas para facilitar acuerdos colectivos, sin ser tarea sencilla, es imprescindible.

El diálogo nos ha acercado a valorar la ya larga aspiración común de reconstruir institucionalmente las relaciones sociales que dan sentido y cuerpo a la economía, desempolvar las capacidades de intervención y conducción socioeconómica del Estado; en suma, volver a lo verdaderamente básico: el desarrollo como propósito y principio rector del proyecto nacional.

Siempre en las primeras filas de este empeño, Cárdenas ha abierto y convocado a la deliberación y el diálogo. Sus contribuciones para profundizar el debate nacional han sido permanentes. En Por una democracia progresista. Debatir el presente para un mejor futuro, su más reciente libro, escribe:

Conviene pensar en lo mucho que no se corrigió anteriormente para no repetir errores. Pero el tobogán de deterioro que prevalece en la actualidad no puede ni debe ser el destino de México. Lo que percibo es que sectores muy amplios de mexicanos aspiran a lo que entiendo por una vida en democracia: con respeto y capacidad de ejercicio de derechos y obligaciones, con una vida digna y sin apremios, con oportunidades para todos y sin privilegios injustos o mal habidos. Creo que a donde debe dirigirse el esfuerzo colectivo es a ampliar, consolidar y limpiar nuestra democracia. He aquí, arriesgaría yo, el punto de partida para una renovada utopía realista de los mexicanos.

Decía al principio que nos reunimos a celebrar y a conmemorar a un mexicano ejemplar. Un referente ineludible en cualquier análisis sobre nuestro andar en pos de la democracia, que podríamos fechar desde las jornadas estudiantiles del 68, pasando por las grandes convocatorias y aguerridas movilizaciones de la insurgencia sindical de los años 70. Múltiples vicisitudes, avances y retrocesos, en la larga marcha emprendida por hacer de México un país de derecho y derechos.

Larga ha sido la senda para construir y reconstruir los consensos necesarios, camino en el que el ingeniero Cárdenas ha sido actor central, protagónico. Entregado a la construcción de una democracia que, sin soslayar el tema electoral, sus reglas y procedimientos, sus candados y financiamientos o los porcentajes de representación, vaya más lejos y abarque lo económico, lo social, lo educativo. En suma, lo cultural.

Estoy convencido de que lo decisivo de la experiencia cardenista, su espíritu profundo, radica en la convicción permanente sobre la necesidad de promover nuevas y grandes reformas sociales que acompañen las indispensables reformas a la economía. Estas ideas y convicciones se resumen en la noción de proyecto nacional, y para algunos de nosotros en la de un nuevo curso de desarrollo.

Esto nos obliga a pensar la nación no sólo ni principalmente como un referente abstracto, sino como una realidad en construcción. De ahí la temprana adhesión de Cuauhtémoc Cárdenas a un nacionalismo revolucionario también siempre en mutación, entendido como acción sostenida e ilustrada del Estado y como vía principal al desarrollo social.

En tiempos de ideologías deslavadas y de coordenadas políticas desfiguradas, desvirtuadas por una variedad de liviandades y equívocos pragmatismos, su contribución a pensar a México como país plural y diverso, en cambio permanente, y hacerlo con base en miradores históricos y en clave democrática, ha sido, sin duda alguna, significativa.

Sin renunciar al intercambio de ideas, Cárdenas ha sido capaz de mantener el diálogo plural y respetuoso, como uno de los valores fundamentales en y del ejercicio y la práctica democrática.