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Tumbando caña

El rey del afinque cumple 100 años

E

n el ámbito sonero/salsero, la palabra afinque define el carácter o la precisión del tempo rítmico musical expresado de manera puntual, con sabrosura y sin salirse de la clave. El afinque de un músico o una orquesta es lo que valora la audiencia y en especial el bailador. Por lo tanto, quien tiene afinque está en talla, dicho a lo cubano.

A Willie Rosario, director de orquesta y timbalero puertorriqueño, se le reconoce en la amplia comunidad salsera como El rey del afinque o Mr. Afinque, ya que él y su agrupación proyectan una forma de hacer y tocar temas bailables apegados al canon, con un swing explosivo y gozón.

El maestro del timbal, quien este 6 de mayo cumplirá 100 años de vida y ocho décadas en la música –algo infrecuente en la salsa–, dotó al baile popular caribeño frescura y desarrollos diferentes a los utilizados por agrupaciones de baile de su época. Eran tiempos de mambo y aún no se daba el boom salsero cuando Rosario propuso un estilo que después muchos imitarían.

Esa manera de hacer, nos comentaba en una entrevista anterior, la desarrolló al observar las dinámicas de otras agrupaciones incluidas en las que había participado antes de formar la suya. La estandarización y algunos criterios repetitivos le hicieron pensar en algo diferente. Diseñó entonces una orquesta sin trombones ni violines, con cuatro trompetas al unísono o libres, saxofón barítono –poco usual en una banda de baile– en el contrapeso grave, sección rítmica con un tempo sincopado, preciso y asequible y dos cantantes. Así, se plantó en la escena neoyorquina cuando aún reinaban las orquestas de Tito Rodríguez, Tito Puente y Machito.

Un detalle que llamó la atención de los concurrentes a sus presentaciones fue ese sonido gordo, bravo, sin descargas o solos fastuosos, como se acostumbra en el género. El maestro Rosario siempre apostó por la discreción, la elegancia y la mesura. Eso sí, manteniendo el swing.

Su norma, nos decía en aquella entrevista, fue siempre dar prioridad al baile y al bailador. Y tuvo éxito, ya que al verdadero bailador le gusta disfrutar la música y la expresión del baile sin las excesivas algarabías de las descargas u otro tipo de interrupciones.

La aparición, en 1963, de su primer álbum, El bravo soy yo (Alegre Records), abrió puertas a esa nueva corriente y a una prolífica carrera en la que ha dejado más de medio centenar de producciones discográficas que se caracterizan por un estilo progresivo en la música bailable que incluye elementos de jazz, soul, son cubano, guapachá y bugalú.

A lo largo de ocho décadas de hacer musical, la organización de Willie Rosario ha sido una suerte de escuela-taller por la que han pasados músicos relevantes, como el bajista de la Fania Bobby Valentín, el trompetista de jazz Humberto Ramírez, el maestro de las tumbadoras Jimmy Morales, y cantantes de gran nivel, como Gilberto Santa Rosa, Tony Vega y Chamaco Rivera.

Entre los hitos de su carrera está haber sido la primera agrupación de salsa nominada a un Grammy anglosajón, lo que Willie Rosario considera un justo reconocimiento a sus años de lucha, aunque creo que el mejor premio me lo ha dado el público, ese que a lo largo de mi carrera y donde quiera que voy disfruta mi música.

A los muchos reconocimientos obtenidos por su labor musical se suma ahora el de la alcaldía de su pueblo, Coamo, que ha denominado a la calle en que nació con su nombre; el grado de doctor honoris causa en música otorgado en estos días por la Universidad Interamericana de Puerto Rico; los honores del Senado por su contribución a la cultura boricua y universal, y el concierto por su centenario, el pasado 27 de este mes en en el Coliseo de Puerto Rico en el que participaron, además de destacados músicos, dos de los ilustres intérpretes que integraron su orquesta, Gilberto Santa Rosa y Tony Vega.

Willie Rosario se prepara para el fasto nacional con la emoción del primer día y nos deja claro que no tiene intenciones de abandonar los escenarios. Hay quienes me preguntan si no estoy cansado o aburrido de todo esto, pero ¿cómo será si la música es vida y yo aspiro a lograr algo interesante todavía?

Uno lo ve erguido ante el timbal, todo elegante, con la mirada intensa, el pulso firme y le cree. Aquí todavía hay afinque, nos dice cerrando los puños y llevandolos al altura del pecho. Todavía hay corazón y energía, señala, aunque tiene claro que llegará el momento de dar paso a los relevos. La vida es de esa forma y no me preocupo por la continuidad. Hay mucho talento musical y mucho talento joven que seguirán afianzando nuetra música.

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