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Venir a México es como estar en casa, declara

El pequeño Altuve agiganta a sus Astros ante Rockies

Houston superó 8-2 a Colorado en la serie de dos juegos en el estadio Harp Helú en la CDMX

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▲ La afición mexicana reconoció el desempeño del segunda base. En la imagen de la derecha, Altuve al celebrar con Gary Pettis su cuadrangular.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de abril de 2024, p. 9

Un héroe clásico es aquel que se sobrepone a las dificultades. El venezolano José Altuve se rebeló a la desventaja de su estatura en las Grandes Ligas y produjo un fenómeno en el beisbol. Ayer, en un domingo apacible en la Magdalena Mixiuhca, el pequeño toletero fue heroico en más de una forma en la barrida de los Astros de Houston por 8-2 a los Rockies de Colorado en la serie de dos juegos en Ciudad de México.

El pelotero de 1.67 de altura –en un deporte donde el promedio es 1.87– no sólo conectó dos imparables en cuatro turnos, un toque casi artístico y un jonrón, sino también impulsó una carrera y dejó fuera a tres rivales.

Hay atletas que aseguran que existe un antes y un después del fenómeno que representó este venezolano. No lo creo, ha respondido Altuve a la prensa, el jugador de menor estatura física de las Grandes Ligas en la actualidad; yo creo que cada uno tiene lo suyo y sólo se trata de jugar bien a la pelota.

Desde su debut en 2011, lideró las Grandes Ligas con promedio de bateo de .308, más de 2 mil imparables, 216 jonrones y 297 bases robadas. Un verdadero fenómeno.

Alguien bromeó sobre una metáfora implícita en el beisbol. Este juego, decían, es como La Odisea de Homero, porque se trata de un hombre que emprende un viaje y trata de volver a casa a pesar de las adversidades. Si seguimos esa analogía, el papel de Ulises ayer le correspondió a Altuve.

El venezolano es un espectáculo de expectativas cumplidas. Como un verdadero showman comenzó su odisea dominical con un toque de pelota, de ésos que se veían con más frecuencia en el pasado. Eso apenas fue la apertura: aprovechó el siguiente turno de su compañero para llegar a segunda. Después se robó la tercera, el antesalista fildeó mal, pero Altuve se distrajo y no escuchó la indicación de que podía barrerse hasta el home, mientras el público se tiraba los cabellos ante el descuido de su estrella.

Luego, un out de sacrificio le permitió un pisa y corre para llegar deslizándose en la arcilla como desenlace dramático. Altuve llegó al home como un Ulises que vuelve a su Ítaca convertido en otro individuo. Una historia completa en una sola entrada y apenas era la primera. Contagiado por la épica actuación del venezolano, Kyle Tucker sacó la pelota del parque para aportar otra carrera. Los Rockies no estaban dispuestos a caer de forma tan dolorosa como el día anterior, de modo que empataron la pizarra en el segundo inning.

El domingo de parque de pelota, sin embargo, era un escenario inmejorable para la obra de Altuve, quien en su segundo turno al bateo en la tercera entrada respondió con un cuadrangular que puso de pie al público del estadio Harp Helú. Con cada zancada del venezolano para recorrer las bases parecía crecer un tanto hasta llegar al home convertido en un gigante.

La gente quería más de este jugador que revolucionó los prejuicios de la estatura en una liga donde cada vez hay más peloteros enormes de más de 2 metros. Apenas se escuchaba su nombre en los altavoces y arrancaba alaridos. Altuve enfilaba rumbo a la caja de bateo con sus pasos cortos y el público se levantaba como si estuviera ante un monstruo sagrado.

Hace tiempo, Altuve contó que cuando lo observaron la primera vez para ficharlo en Venezuela lo rechazaron por la estatura. Llegar a la Gran Carpa requirió demostrar más que los demás, dejar claro que él es un beisbolista superdotado. En cada aparición de ayer, pareciera que aún le pesara ese compromiso y buscara demostrar a todos y a sí mismo que, como declaró antier mientras se dirigía al diamante: sólo se trata de jugar buen beisbol.

El público le recuerda que es un ídolo. Todos quieren una firma mientras practica antes del cotejo; Altuve se detiene y se levanta de puntillas para alcanzar las gorras o bolas que le extienden sobre la cerca que rodea el campo.

Es un jugador completo. Si alguien pensara que la magia de Altuve se concentra sólo en los turnos al bateo está en un error. Es un segunda base solvente que en las primeras cuatro entradas ya había logrado dejar fuera a tres rivales con intervenciones majestuosas.

Los Rockies lucían otra vez frágiles. Para la octava entrada no lograban acercarse a los Astros, que tenían ventaja de 4-2. El relevista de Colorado, Jake Bird, echó mano de ese recurso malicioso de los lanzadores que quieren intimidar a los bateadores: tirarles muy cerca del cuerpo. Y esos proyectiles que promedian 90 millas por hora golpearon en la rodilla a Víctor Caratini y al héroe dominical José Altuve en el codo.

El resultado fue un sencillo remolcador de Alex Bregman que aportó otra carrera. Pero nada emocionó tanto como la sexta carrera de los de Space City que timbró Altuve –la tercera suya en este juego– gracias a un out de sacrificio. Este fue el inning fatídico para los Rockies: Yainer Díaz todavía pegó un doble que produjo un par de rayas más para la cuenta de Houston.

Rockies volvió a quedar tendido por segundo partido consecutivo en la Ciudad de México.

Los Astros se confirmaron como el equipo más querido. Altuve demostró que es un héroe clásico, uno que se sobrepuso a los prejuicios y luce enorme ante la gente. Este ha sido uno de los mejores juegos. Sobre todo cuando el equipo venía de una mala racha y en esta situación cada carrera que podemos anotar es muy importante; con unas dos victorias nos ayudan a salir adelante, comentó Altuve después del partido.

Venir a México con esta fanaticada te hace sentir en casa. El beisbol está creciendo mucho en este país y se nota en la gente en los juegos, agregó.

Me quedo muchas cosas de este fin de semana, sobre todo por las dos victorias que conseguimos, pero me encantó especialmente tener un día libre el viernes y caminar esta ciudad. De verdad que se disfruta. Si existiera la posibilidad de volver el próximo año, lo haría sin pensarlo dos veces, añadió.

Cuando se le preguntó sobre su comunión con el público mexicano y si, tras hablar con el vicepresidente de los Diablos Rojos, Santiago Harp, aceptaría jugar en el futuro con un equipo como los escarlatas, respondió sin dudar: aún me quedan años de carrera en Grandes Ligas, pero con un público como éste, me encantaría.