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Los desastres de la guerra
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▲ Explosión en un edificio después de que un ataque del ejército ruso disparara en Mariúpol, Ucrania, el 11 de marzo de 2022. La imagen forma parte del documental.Foto Ap
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a continua crisis de Gaza ha desviado en tiempos recientes la atención de los medios de lo que sigue ocurriendo en Ucrania, un conflicto que inició en febrero de 2022. Así lo testimonia el importante documental 20 días en Mariúpol, realizado por el periodista Mstyslav Chernov, quien trabaja para la Associated Press y es, por cierto, ucranio, lo cual hizo aún más riesgosa su labor.

Chernov, el fotógrafo Evgeniy Maloletka y la productora Vasilisa Stepanenko permanecieron casi tres semanas en Mariúpol para documentar el inicio de las hostilidades rusas, que se preveía iban a comenzar en esa ciudad portuaria por su valor estratégico, y las consecuentes atrocidades.

Al principio, Chernov se topa con una mujer mayor que llora histérica ante la confusión de las primeras horas de ataque. El periodista trata de tranquilizarla, asegurándole que los rusos no atacarán blancos civiles. Vana suposición. Más tarde, Chernov se topará de nuevo con esa mujer en un improvisado refugio y le pedirá perdón. Si bien veremos a soldados ucranios en acción, la cámara del periodista se concentrará en los daños que los rusos provocan sobre la población civil. Y sus víctimas más inermes, los niños.

Y eso es lo que hace que 20 días en Mariúpol sea un documental difícil de ver. Casi imposible. Una y otra vez veremos el efecto de las bombas sobre la inocente población civil, así como los desesperados intentos de los médicos, en hospitales bombardeados, tratando de salvar vidas. Si bien Chernov respeta a los difuntos a la distancia, no puede dejar de grabar momentos como la muerte de una nena sobre una camilla cuando se le practican primeros auxilios, el llanto de un padre cuyo hijo adolescente ha sido destrozado mientras jugaba futbol en la calle, o la mujer a punto de dar a luz, herida mientras la transportan fuera de un hospital (más tarde nos enteraremos de que madre y cría han fallecido). Quizá el momento más conmovedor es el acercamiento al rostro bañado en lágrimas y mocos de una niñita, quien afirma no quiero morir a la cámara.

Otro elemento de urgencia es la necesidad de Chernov por transmitir el material grabado a sus editores. El poco Internet existente desaparece conforme avanzan los días. Esas imágenes terribles deben llegar a los medios occidentales para contradecir a un Putin que miente cuando insiste en no haber atacado a civiles. De por sí, hay indignantes voces contradictorias que claman se trata de fake news, un montaje de escenas recreadas para la cámara. Nunca los efectos especiales habrían sido tan convincentes.

20 días en Mariúpol no es un documental artístico. El mérito de Chernov no es estético, ni mucho menos. Es el desastre de una guerra moderna captado sobre el filo de la navaja, varias veces a riesgo de su propia vida. El único elemento adicional es la efectiva música de Jordan Dykstra, digna de una película de horror, pues es eso precisamente lo que estamos viendo.

El imprescindible documental, producido por Ap y PBS, es parte de la selección del festival de Sundance que se presenta en algunas –muy pocas– salas de Cinépolis hasta el día 28 de este mes. 20 días en Mariúpol es lo más desgarrador y urgente que se puede ver ahora en nuestra cartelera.

20 días en Mariúpol D: Mstyslav Chernov / G: Mstyslav Chernov / F. en C: Mstyslav Chernov / M: Jordan Dykstra / Ed: Michelle Mizner / P: Frontline PBS, Associated Press. Ucrania-Estados Unidos, 2023.

X: @walyder