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Otras elecciones
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os meses fuera de casa dan lugar a que se diluya un tanto la perspectiva local y también a que se reavive el interés por lo que ocurre en los países visitados. Me interesan sobremanera, claro está, las magnas elecciones que tendrán lugar el 2 de junio en todo nuestro país, lo mismo que las particulares que se llevarán a cabo en muchas de sus partes. Pero también despiertan mi curiosidad elecciones a celebrarse mañana en el País Vasco (Euzcadi), en el norte de la península ibérica, y las que se efectuarán el próximo 12 de mayo en Cataluña, al noreste de la misma.

Cabe recordar que, no hace mucho, se hablaba de una figura política llamada Galeuzca, que apuntaba a una alianza separatista de la cada vez más decadente seudodemocracia española. Además de catalanes y vascos, incluía también gallegos, aunque el afán independentista de éstos sea por el momento mucho menor que el de los otros dos conglomerados.

A las pruebas me remito: todo parece indicar que los vascos llevarán por vez primera al triunfo en las urnas a una joven organización abiertamente secesionista de España, que se llama Bildu. Por su parte, los catalanes ofrecen dos organizaciones mayores que pretenden también su independencia del Estado español, cada vez más proclive a volver al franquismo fascista: una se llama Esquerra Republicana de Catalunya, nacida al comenzar los años 30 y prohibida so pena de muerte por el franquismo. La otra se llama ahora Junts pel Sí, que se conformó con otro nombre cuando se asomó la democracia después de la muerte de Franco. Su líder es el afamado Carles Puigdemont, ahora en el exilio y, para variar, perseguido por los resabios fascistas de los tribunales españoles. Éste es el heredero más radical del catalanismo que tanto impulsó el legendario Jordi Pujol, aprovechando las crecientes posibilidades que las nuevas circunstancias han ido ofreciendo y que la ciudadanía iba perdiendo el miedo que sembró el larguísimo gobierno del llamado Caudillo de España por la Gracia de Dios.

Hay otros partidos independentistas dignos de tomarse en cuenta: uno de ellos es CUP, más radical hacia la izquierda, aunque ha retrocedido bastante en tiempos recientes; sin embargo, no deja de contar con unos cuantos diputados en el Congreso local. Otro que ha crecido hasta adelantarse ligeramente a los otros es el PSC (Partido Socialista de Cataluña), filial del PSOE ahora en el gobierno de España…

Pero es el caso de que la suma de los dos partidos independentistas, cuya fuerza es muy similar, sobrepasa 60 por ciento de la opinión pública, mientras el contendiente llega a 30 por ciento. Su principal objetivo es ahora evitar que se conjuguen los independentistas…

También es cierto que quienes se oponen de manera intransigente a la independencia de Cataluña no son tampoco todos los del PSC.

Si se piensa que cuando se comenzaron a presentar independentistas a las elecciones, allá en los años 90, los votos reunidos apenas llegaron a 5 por ciento, resulta que quienes ahora están en espera de un Grito de Dolores pueden ver el futuro con optimismo, máxime que se dice que la insurgencia es un deseo de la juventud y ésta es cada vez mayor.

La sensación que se tiene, después de pasar unas semanas en Cataluña, es que sus deseos de independencia no tardarán en ser avasalladores.