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Madres e hijos explora temas sobre empatía y estigmas sociales

Obra de Terrence McNally, uno de los grandes dramaturgos del siglo XX

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▲ Elenco de la obra que se presentará en el Teatro Milán.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de abril de 2024, p. 7

Todos tenemos secretos que tarde o temprano pueden emerger a la luz. De ello trata Madres e hijos, la poderosa obra de TerrenceMcNally, considerado uno de los más grandes dramaturgos y libretistas del siglo XX, cuya versión mexicana será presentada en el Teatro Milán a partir del 10 de mayo y hasta el 30 de junio.

Es, según los integrantes del elenco, una obra necesaria que explora con profundo sentido humano y naturalidad temas como la empatía, los estigmas sociales, el amor, el duelo, el perdón, la sexualidad, el sida y las familias homoparentales.

La puesta en escena, producida por Óscar Uriel, vuelve a reunir al director escénico Diego del Río y a la primera actriz Diana Bracho tras haber colaborado hace una década en el exitoso montaje de Master Class, creación también del citado autor estadunidense, fallecido por covid-19 en 2020, a los 81 años.

A ellos se suma el reconocido actor Juan Manuel Bernal, así como Eugenio Rubio y los niños Antua Trejo y Luca Guerra –este último en su debut actoral–, quienes alternarán funciones.

Hacer esta obra es para mí un homenaje a Terrence, lo será en cada función que pise el escenario; él estará con nosotros, y es algo que quiero compartir con el público, sostuvo Diana Bracho.

“Fue, además de talentosísimo, uno de los grandes dramaturgos del siglo XX, un gran amigo y una persona con una profunda humildad, lo cual es muy raro para una alguien tan exitoso. Tuvimos una relación muy bella; vino a México un par de veces a ver Master Class y yo lo visitaba cada vez que viajaba a Nueva York.”

Para la también poeta, una de las virtudes principales de Madres e hijos es que de ninguna manera hay juicios morales hacia los personajes y son tratados sin prejuicios y con una claridad ideológica fantástica, situación que, a su decir, es muy difícil de encontrar en gran parte de las piezas teatrales y evita que ésta sea un melodrama.

No es una obra que ideologice; es muy clara sobre seres humanos, sin importar su sexualidad, sus preferencias, su vida. Ese es un factor muy importante que Terrence cuidó mucho y que aprecio profundamente, porque hay otras donde se ideologiza y se castiga a unos por pensar de cierta manera, explicó la primera actriz en conferencia de prensa.

“Aquí hay un gran respeto por el pensamiento de cada quien, incluso del personaje que interpreto, que tiene una homofobia internalizada y no por eso es malvada. Cada uno de los personajes tiene su razón de ser, actuar y vivir, aunque se equivoque.

Es decir, es una obra que defiende la libertad del ser humano. Todos los personajes son individuos que han sido libres y han cometido errores, como todos, pero salen adelante.

Madres e hijos relata el rencuentro entre una mujer septuagenaria y la pareja homosexual de su hijo 20 años después de que éste falleció por sida. Es una situación inesperada para el segundo en cuestión, no sólo por el tiempo transcurrido, sino porque rehizo su vida al contraer matrimonio con otro hombre e incluso tener un hijo de seis años. Es un viaje que va al pasado, regresa al presente y plantea el futuro.

Me parece una obra maestra, una pieza que tiene todos los elementos para involucrar al espectador, despertar la empatía, o a la mejor también la antipatía, para tratar de entender al otro. Aquí se trata de entender y respetar al mundo y romper con los clichés. Además, Terrence tiene un gran sentido del humor y lo proyecta en estos personajes que se están conociendo o reconociendo. El espectador la va a pasar muy bien, indicó Juan Manuel Bernal.

De acuerdo con Diego del Río, esta obra, más que un espejo, es un portal, una puerta en donde Terrence no da conclusiones, sino que nos deja abierta la posibilidad y la responsabilidad que tenemos de pensar qué futuro queremos tener con el presente que ahora llevamos.

Uno de los grandes aciertos del dramaturgo en este texto, en su opinión, es que no se propone ser aleccionador y dar una moraleja, sino que emprende un estudio a profundidad de la sociedad en la que vivía: “en Master Class, Terrence deja un legado sobre sus ideas artísticas mientras que en Madres e hijos, sobre sus ideas íntimas y personales”.