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Trumpet Concerto, de Wynton Marsalis, la pieza más importante escrita en 200 años

Alison Balsom así lo refirió a The Guardian, y dijo que esa obra abarca desde estallidos de elefante hasta el jazz espiritual

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▲ Ensayo de la obra que se presentó en Londres, en el Centro Barbican.Foto tomada de la cuenta X de Marsalis
 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de abril de 2024, p. 7

Revuelo ha causado en el mundo de la música clásica y el jazz el estreno en Reino Unido de Trumpet Concerto, de Wynton Marsalis, a cargo de la trompetista solista inglesa Alison Balsom. El estreno tuvo lugar ayer en Londres, en el Centro Barbican, por parte de la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO, por sus siglas en inglés), dirigida por Sir Antonio Pappano. Se repetirá hoy en el Bristol Beacon. Se tocará nuevamente el 18 de agosto, dentro del Festival Internacional de Edinburgo, con el acompañamiento de la Real Orquesta Nacional Escocesa. La pieza fue una comisión de la Orquesta de Cleveland y se estrenó mundialmente en abril de 2023.

Tanto Marsalis como Balsom y la LSO vertieron comentarios entusiastas en sus redes sociales. La LSO expresó: no importa quien sostiene una trompeta, siempre parece un instrumento diferente, a la vez que sugirió sintonizarse con Balsom, ya que ofrece la variedad increíble de voces que se escucharán en el Trumpet Concerto, incluidas técnicas como el empleo de un wah-wah como sordina o un sombrero”.

Marsalis, a su vez, hizo alusión al ensayo de la obra de seis movimientos y duración de 35 minutos: “me emociona compartir un momento especial mientras Alison Balsom explora mi Trumpet Concerto. Sus conocimientos dan una nueva dimensión a esta pieza, al enfatizar su mezcla única de historia e innovación. Esta actuación celebra la versatilidad de la trompeta, y me muero de ganas que el público experimente su increíble talento e interpretación”.

El trompetista escribió luego en su cuenta de X: “Sir Antonio Pappano nos ha ayudado penetrarnos aun más en la música. Es asombroso ver como Trumpet Concerto cobra vida”. Balsom dijo estar contando los días para el estreno, mientras que aseguró que todos los trompetistas necesitan escuchar esta pieza.

Balsom se ha referido a la obra como la pieza más importante e impactante escrita para trompeta en 200 y tantos años desde el imperio austro-húngaro. En una entrevista concedida al periódico inglés The Guardian, la intérprete habló de esta historia del mundo en forma de trompeta, que abarca desde estallidos de elefante hasta el jazz espiritual. Balsom admite que el jazz parece ser el hogar natural para el sonido de la trompeta en la mente de la mayoría de las personas, aunque en realidad está en todos lados.

Con una vida dedicada a la música clásica, revela que fue Dizzy Gillespie quien la inspiró, a los siete años, para tocar la trompeta. Para Balsom, Marsalis representa la personificación ideal de la sofisticación, el rigor intelectual sin compromisos, y el poder seductor del jazz. Sin duda el principal campeón vivo del jazz, también es un compositor prolífico de música para orquesta sinfónica. Su ópera de jazz Blood on the fields recibió el Premio Pulitzer en 1997, y escribió su aclamado concierto para violín en 2015 para Nicola Benedetti, pero por fin, ha escrito un concierto para su propio instrumento.

Marsalis ama la trompeta y sabe como explorar cada una de sus características en una manera que nadie ha hecho. Para Balsom, la obra en cuestión revela los muchos personajes en los que puede habitar la trompeta, así como las fronteras que ignora con alegría. Trumpet Concerto representa un enorme reto físico y mental, e incluye todas las dificultades técnicas posibles, sin embargo, está tan bien escrita y orquestada, con un punto musical detrás de cada idea, que para Balsom resultó un placer tocarlo de principio a fin.

La obra abre con un sonido de cuerno prehistórico jamás imaginable, es decir, los llamados de un elefante salvaje. Es la primera vez que a Balsom se le ha requerido imitar a un animal. La pieza viaja a través de lo antiguo y lo tradicional con fanfarrias y pasajes ceremoniales, a la vez de un canto instrumental altamente romántico, introducido primero por Louis Armstrong. Luego, hay jazz y blues, a la vez que el sonido metálico de una trompeta mexicana encendida.

También hay dejos de sonidos aaron coplandescos de mediados del siglo XX; la música de Nuevo Orleans; todas las sordinas de trompeta imaginables, incluida el amado wah-wah de Armstrong; la tradición del conservatorio parisino del siglo XIX, que resuena elegante, floral, como una flauta, dada su delicada destreza, y al final “un tour de force virtuoso moto perpetuo, es decir, una carga desenfrenada, implacable y cada vez más rápida”.