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40 años de una labor in-visible
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na radio que le puso su padre en el cuarto y una lupa cuenta hilos le abrieron el mundo a la cultura. Jorge Pantoja (1955) se convirtió en periodista cultural, corrector de estilo y actualmente compositor. Su padre, percusionista de la Banda Sinfónica del Ejército Mexicano y encargado del redoble en la Plaza de Toros, le regaló un saxofón y un clarinete que no aprendió a tocar, lo que aún le sirve es la lupa cuenta hilos, ya que desde niño tiene atrofia del nervio óptico que, por fortuna, ha progresado muy lentamente pero sin cesar; ante la preocupación, su padre le enseñó a jugar ajedrez y a escribir a máquina a temprana edad.

Sus padres le heredaron el sentido de servir y el amor por la música; se crio en la Gustavo A. Madero, hijo de un lector apasionado y melómano, su casa fue como un taller intensivo de música, creció escuchando jazz, swing, a Eddy Fisher, a Benny Goodman, además de oberturas sinfónicas que ensayaba su padre. Su madre, que educó a ocho hijos, ayudó a muchos sin que se lo pidieran, casi una trabajadora social que inyectaba a todos en la colonia cuando era necesario.

Jorge leyó enciclopedias que compraba su padre, es autodidacta y melómano por herencia, ha compuesto 39 piezas, desde una cumbia sonidera, pasando del tango al bebop, al danzón y el soul, hasta un son jarocho. A lo largo de su vida ha intercambiado 2 mil discos e igual número de casetes.

Egresó del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Vallejo, empezó la licenciatura en ciencias de la comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y quedó seleccionado con el ensayo El papel de la ametralladora: La transformación del hombre en mono. Desde entonces, durante la gestión del doctor Soberón, colaboró como reportero por tres años en la Gaceta de la UNAM, cubrió la construcción del espacio escultórico, el Centro Cultural Universitario y la Ciudad Científica de la máxima casa de estudios.

Comunicador nato, Jorge Pantoja ha dedicado su vida a atender a las minorías. Su trabajo ha sido formar públicos y comunidad, le gusta responder a las necesidades de la gente. Su trabajo principal ha sido el rescate de espacios públicos; desde varias trincheras, ocupó diversos cargos en nueve dependencias federales, así como en la Cámara de Diputados, sin olvidar el terreno independiente y partidario. Desde el CCH su orientación ha sido de izquierda.

La cultura del rock, la alternativa y la independiente, así como las nuevas expresiones artísticas, lo llevaron a crear, junto con su hermano Antonio, a principios de los 80, uno de los proyectos culturales más creativos, modernos y populares en la historia de la promoción cultural en México: El Tianguis del Chopo, que pronto se convirtió en un fenómeno cultural, un acontecimiento sabatino que reúne a multitudes.

Como parte de las actividades del Museo Universitario del Chopo, que incluyeron un ciclo de conciertos de rock los jueves, un concurso de composición y una presentación de 200 portadas de discos, el famoso Tianguis del Chopo nació el 4 de octubre de 1980. Ante la falta de espacios para la cultura alternativa, los hermanos Jorge y Antonio Pantoja convocaron a los coleccionistas de música no comercial y sellos discográficos independientes como La Nueva Cultura Latinoamericana, de Julio Solórzano; Discos Pueblo, Discos Fotón, producciones de Radio UNAM, discos del Instituto Nacional de Antropología e Historia y material de La Nueva Voz Latinoamericana. La idea original fue intercambiar discos de diferentes géneros, música clásica, folclor, industrial, heavy metal, blues, jazz, rock, etcétera. Llegó a ser un lugar de encuentro de las diferentes tribus urbanas; punks, bluseros, surf, gótico, emos, eskatos, y eskinners.

Entre la programación histórica alternativa del Museo del Chopo estuvieron las actividades relacionadas con la diversidad sexual y el movimiento lésbico, gay y los feminismos que dieron visibilidad a las comunidades de vogueros LGBTQ+. El Museo del Chopo logró conectarse con las expresiones de las nuevas generaciones.

Todo este trabajo logró darle a este museo una vocación, una personalidad, lo que no se lograba desde 1967, cuando dejó de ser el Museo de Historia Natural y pasó a ser un espacio cultural universitario.

Sin duda, la gestión de José Luis Paredes Pacho como director del Museo Universitario del Chopo consolidó la política cultural del recinto con exposiciones como La Fanzinoteca, proyecto que refleja el pensamiento de los chavos de barrio, la exposición Publicaciones independientes como espacios alternativos, curada por Magali Lara y el propio Pacho; Los huecos del agua: Arte actual de los pueblos originarios, curada por Itzel Vargas; el ciclo de Rock de mujeres Viva la Chopa, curada por Angélica Diablo, y el festival Estruendo multilingüe, con música en diversas lenguas, entre otras muchas actividades y exposiciones.

Cuatro décadas después y gracias a su trabajo constante y de servicio e interés por las minorías, la labor de Jorge Pantoja es Visible.