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Isocronías

Asteriscos que se borran a sí mismos

S

er poeta es no ser nadie, es no nada ser. Si quieres ser poeta, ya nunca serás nada, dijo el maestro, que siempre ha sido, si algo ha sido, aprendiz de la Nada.

Poeta es no mentir que siempre nos mentimos, menos cuando somos poetas; ¿lo somos? ¿O seguimos mintiendo con esa tontería?

Poeta es aquel que se desnuda hasta sangrar. Vallejo, por ejemplo; nunca aquel que se viste hasta ganar premios, prebendas, becas, aquel que tan gustosamente deja de ser quien es para que, pobres de ellos, pobre de él, le aplaudan. ¿Premios nacionales? Sobran. Siempre sobran. Siempre, o eso creo, aplacan la calidad. Se trata, siempre, de aplacar. Mi corazón no está conmigo si no está (nomás y del todo) contigo.

Poeta es aquel que no sabe ser nada, pero que es, para fortuna de la Nada, nada. Nada más que lo que le tocó no ser. Palabras más, palabras menos, todo es palabrería. Más no, en serio, si uno sabe escuchar. Y escuchar, siempre, es hacer silencio, olvidarse de sí, olvidarse de no olvidar que hay, definitivamente, que olvidar. El recuerdo siempre es una mentira. El olvido siempre nombra la muerte, la única verdad: morimos para que el universo sea, para que el Ser sea, para que el Todo, siendo nada nosotros, sin ya nunca nosotros, sea.

Lo que digo no es periodístico, lo que digo, si algo digo, si algo puedo decir, es lo que tal vez me dice, lo que –tal vez– algo quiere decir, lo que ya, con el tiempo, mucho o ninguno, será dicho. Quédate callado y escucha tu silencio. El silencio es lo único que hay que escuchar. El silencio sí que habla, pero escucha esto: si el silencio no duele, no es silencio.

Me gusta enseñar que nunca hemos sabido nada, excepto que amar debemos la ignorancia ajena, nuestra sabiduría. Nuestra –feliz, pero en verdad feliz, definitiva– ignorancia. No saber, no pretender saber, limpiarse del saber, es lo único, dijo, que hay que saber. Sabiduría es no engañarse imaginando que algo –no, nada, nunca nada– sabemos.

Discúlpenme por hoy los que sí saben. ¿Hablar para llenar espacio? No, desde luego que no. Hablar para que la lengua que uno no ha sabido tener, de la que uno no ha sabido ser responsable, para que algo que necesitábamos saber sea dicho, si es que eso acaso puede ser, sea, por fin sea.

Me cuesta trabajo este texto, muchísimo. Y ya sé que les costó trabajo leerlo (pero lo leyeron). ¿Consiguieron leerse? No lo dudo. Gracias.