Opinión
Ver día anteriorLunes 1º de abril de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Balance de la jornada

Sí hay un principal responsable

Foto
▲ Guillermo Ochoa vive horas bajas. Su equipo, el Salernitana, es último lugar de la Serie A; sin embargo, es un consentido de los patrocinadores del Tri.Foto Ap
H

ay un principal culpable de la crisis que ha hundido al futbol mexicano: Televisa, la empresa dueña del balón. La también propietaria del club América es la responsable de que el deporte favorito de los mexicanos esté viviendo uno de sus peores momentos, que la Liga Mx sea un fraude, una tomada de pelo al no haber ascenso ni descenso, y de que todos vean al Tri como una burda caricatura. Tras la derrota frente a Estados Unidos, en la Final Four, se ha gastado mucha saliva y tinta señalando a culpables chiquitos; que si los jugadores, que si el Jimmy Lozano o Juan Carlos Rodríguez, etcétera, etcétera… Basta de rodeos.

La televisora de avenida Chapultepec tiene los hilos e impone a su conveniencia a los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol, y si en algún momento veló por los intereses deportivos, hoy no lo hace más. La selección mexicana de futbol es su juguete más redituable, no de balde sofocó la audacia de Emilio Maurer, ex dueño del Puebla, a quien sin titubeos puso tras las rejas en 1993 por intentar quitarle su pelotita… En otro berrinche, en 2017, embistió a Jesús Martínez, del Pachuca, por haber pretendido vender a otra televisora los derechos del Tri a mejor precio, algo que convenía a todos, menos a ella.

Y cómo iba a soltar la presa, si en el llamado FIFAgate, que detonó en 2015, el argentino Alejandro Burzaco, ex director ejecutivo de la empresa Torneos –quien en los tribunales de Estados Unidos se convirtió en testigo protegido y nunca pisó la cárcel–, reveló cómo esa compañía, Televisa y la brasileña Tv Globo habían pagado 15 millones de dólares en sobornos a un funcionario de FIFA para obtener los derechos de transmisión para la Copa Mundial 2026 y la de 2030. Otro empresario argentino, involucrado en ese hecho, Mariano Jinkis, dijo lacónico: Esto no cambiará jamás. Siempre habrá sobornos.

Dicho hasta la saciedad: El futbol mexicano se rige por la ley del dinero, del interés económico. En la selección gobiernan patrocinadores, directivos, convenios como el que existe con SUM (Soccer United Marketing); hasta los jugadores mandan. Hoy no importa que haya dos porteros mejores que Guillermo Ochoa, con más futuro. Memo es el que vende, el que piden los anunciantes y debe jugar. A nadie hizo mella la pobre presentación en el Mundial de Qatar, tampoco importa que el tricolor haga el ridículo en el Mundial 2026, lo crucial era tener en casa el evento y los derechos de transmisión.

Cuando la cabeza anda mal, todo está pútrido. Se puede aplicar al futbol mexicano la frase del dramaturgo austriaco Franz Grillparzer, y decir que es algo que camina vivo detrás de su propio cadáver. Los jugadores nacionales hoy no van a Europa a competir y triunfar como Hugo Sánchez, Rafael Márquez o Andrés Guardado, ahora el grueso va a calentar banca mientras espera a que Tigres, Monterrey o América los repatrie para hacerlos nuevos ricos. Muy poco juegan en sus equipos, pero estando en el Tri quieren negociar prebendas similares a las de selecciones que han sido campeonas del mundo.

En la Liga Mx están cómodos porque entrenan máximo cuatro horas al día y serían dichosos si pudieran en la tarde-noche echarse una bebida y cantar junto a la banda. Es curioso el dato de que en Tigres al galo André-Pierre Gignac de inmediato le contagiaron el gusto por la música de Christian Nodal y los tatuajes, pero él no les pudo inculcar el ejemplo de pagarse un instructor particular y trabajar en casa más allá de los entrenamientos. Y cuidado y les impongan un técnico como Pedro Caixinha, quien osó ponerles una agenda de más de 8 horas al día, enseguida se enojan y más temprano que tarde le tienden la camita.

En la misma tónica están los dueños. No invierten en fuerzas básicas, si pueden evaden impuestos, lucran con la compraventa de jugadores y varios aborrecen mantener un equipo femenil, una medida que les impusieron para congraciarse con la FIFA. El público, sensible y atento, percibe todo. La de malas para los directivos, pues el monstruo de mil cabezas encontró un modo de hacerse sentir, de externar su furia cuando van por sus dólares a cambio de juegos mediocres, entonces explotan con el grito homofóbico. Saben que no recuperarán el dinero de sus entradas, se conforman con que multen a los federativos.