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La música de Nico Muhly
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▲ Portada de Throughline, epé de de Nico Muhly y la Sinfonía de San Francisco, publicado en 2020.
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de marzo de 2024, p. a12

¿Una música más grande y más cercana (no más pequeña ni más lejana)?

Hela aquí.

La música de Nico Muhly es oceánica, íntima, infinitesimal y fina como la línea del horizonte.

Es una música paraíso. Una música dinamogénica. Una música madre.

Su más reciente disco es maravilloso y se titula precisamente David Hockney: Bigger & Closer (not smaller and further away).

Es música sinestésica. Escuchamos colores. Vivimos, mientras escuchamos y vemos, dentro de óleos gigantescos pintados por ese señor de 85 años de edad que se llama David Hockney y que viste de manera única y hermosa: todo él de colores.

Reflexiona el maestro David Hockney: Todo el tiempo estoy pintando o dibujando, eso es todo lo que anhelo hacer. Porque, miren, tengo 85 años, ¿cuántos más me quedan por vivir? Fumo, quizá me queden cinco años, no sé, nadie lo sabe nunca. Lo único que sé es que lo único que quiero es pintar y dibujar, y eso es lo que hago todo el tiempo.

Pintando y dibujando, se encontró con uno de sus iguales, el joven compositor maravilla Nico Muhly, quien a sus 42 años es una de las grandes celebridades de la música de concierto, de la música pop, de la música rock, del indie, de la música electrónica… Es un emperador de la música.

Su nuevo disco nos pone en un estado de fascinación hipnótica. Combina de manera magistral los sonidos propios de una orquesta sinfónica con las infinitas posibilidades de las máquinas. Música electroacústica en estado puro. Figuras geométricas, colores, muchos colores, universos en expansión.

Al escuchar el nuevo disco de Nico Muhly pensamos muchas cosas. Evocamos. Vivimos. Muchos referentes: para comenzar, un hermanamiento simbiótico con la maravillosa música de nuestro querido Ólafur Arnalds, héroe del Disquero. Y también Max Richter. Y Steve Reich. Y Pat Metheny. Y otros muchos referentes que se van sumando mientras vemos crecer los óleos de por sí gigantescos del maravilloso David Hockney.

Violonchelos, flautas, sintetizadores. La música se aviva en ciclos, mareas, océanos acidulados color cobalto y muchos tonos de naranja y plúmbago y una sensación de pintura terrosa que estremece.

Es una sinfonía, no hay ninguna duda. Ambientes sonoros, planos sencuencia, estancias que atravesamos una a una, en estado de ensoñación.

Es una alegría que el maestro David Hockney sea muy feliz pintando y dibujando con su iPad y su cámara fotográfica y sus lentes de armazones de colores vivos.

Precisamente una de las cinco partituras que componen esta obra de 60 minutos de duración, se titula Drawing with a Camera y describe, tanto la música como las obras en la exposición inmersiva, el paso del tiempo en sus collages polaroid y el júbilo de la primavera en el iPad de David Hockney, por ejemplo, poniendo en vida y en pintura la magnificencia extraterrestre del Gran Cañón.

Como parte de la exposición, en Londres, la experiencia incluyó obras poco antes vistas de Hockney y la voz de él a través de bocinas o audífonos, a elegir, con un comentario sabio como lo es él. Es una fascinación que durará en el espectador por el resto de su vida porque aglutina expresiones vibrantes en una sesión donde el visitante observa el mundo con sus ojos, sus oídos y todos sus sentidos.

La enorme sala de exhibición fue investida con un impresionante sistema de sonido surround. La imagen principal, que ilustra la portada del disco que hoy nos ocupa, es un fragmento de A Bigger Grand Canyon, la obra monumental de David Hockney consistente en sesenta pinturas al óleo plasmadas en superficies de 207 por 744 centímetros, que realizó Hockney en 1998 para describir al mundo su impresión del Gran Cañón del Colorado.

Este ciclo de seis episodios pictórico-musicales incluyen el Wagner-Drive: el rugido de las Montañas de San Gabriel, enclavadas en una sala de ópera mediante recreaciones animadas con diseños escenográficos.

El maestro David Hockney está encantado con esta su nueva aventura. Vacila: “no he visto aún las experiencias inmersivas que han hecho con las pinturas de Van Gogh y las de Monet, pero sucede que esos pintores ya no viven. Y yo sí. Estoy vivo. Y puedo intervenir en el montaje de la muestra y dibujar especialmente para la ocasión.

El concepto de realidad virtual adquiere nuevas dimensiones con la intervención directa de David Hockney: los visitantes pueden experimentar distintos ejercicios de perspectiva pero más que nada, disfrutar. Nos guía David Hockney: para una obra de arte, necesitas tus manos, tus ojos y tu corazón. Y esta es la verdad, la verdad absoluta, lo que experimentamos en esta exposición.

Nuestro músico de hoy, Nico Muhly, comenzó como ayudante de Philip Glass, quien le encomendó distintas tareas antes de destinarle el cuidado de su archivo.

Ríe Nico Muhly: fui el peor archivista del mundo, porque soy muy desordenado. No soy que digamos muy eficiente en tareas manuales. Sin embargo, su experiencia al mando de la increíble Jeri Coppola, la archivista oficial de Philip Glass, fue fundamental en su formación como músico. De ahí nació la obsesión de Muhly por los manuscritos de Glass, que prefiere para interpretar esa música, en lugar de las partituras publicadas por editoriales especializadas.

Fue así como Nico Muhly se convirtió en parte esencial del equipo creativo de Philip Glass. Trabajó intensamente con Michael Riesman, director musical del Philip Glass Ensemble, con quienes por fin interpretó en vivo y en público Music With Changing Parts, obra que conoció en su primera juventud, en un disco que compró con sus ahorros de estudiante y que llevaba por todas partes en su walkman y sus audífonos. También fue su obra iniciática Music in Twelve Parts, de su mentor Philip Glass.

Nico Muhly es quien mejor conoce la obra completa de Philip Glass y tiene una obra favorita, de culto: Etoile Polar, cuya escucha recomendamos con furor.

Describe Nico Muhly así esa obra de su maestro: Puedes observar claramente la construcción del ciclo rítmico. Al principio cada figura contiene dos unidades de seis notas, cada una repetida cuatro veces. En la Figura 2, de manera fascinante, es lo mismo pero cada célula de ocho notas se repite cuatro veces. Por lo tanto, la Figura 3 aumenta el ritmo hasta ocho-seis-ocho-seis. Es una ilusión, una broma de nuestro cerebro. No te das cuenta de ese cambio hasta que la figura ya va a la mitad.

He ahí la naturaleza de la música de Philip Glass, a profundidad. Tan la entiende Nico Muhly que el segundo de sus innúmeros discos que hoy recomendamos, es completamente glassiano: Mothertongue, con clarísimas referencias a Einstein on the Beach, esa ópera monumental de Philip Glass que es una de las piedras de toque de la cultura de Occidente.

En este disco, Mothertongue, Muhly recurre a todo su arsenal: tenemos ópera, ballet, sinfonía, indie, country y toda una pieza, larga y profunda, en homenaje a ese género madre llamado folk (Bob Dylan no se entiende si no se entiende qué es el folk, que no es folclor, sino una actitud ante la vida, una actitud poética) y toda una serie de recovecos donde se refleja de cuerpo entero la personalidad de Muhly: dispersa, multitarea porque lo mismo tararea una canción folk que escribe una sinfonía que unta mantequilla al pan y se sirve el primer café de la mañana y prende el televisor y escucha los sonidos de la calle y todo esto es lo que escuchamos en el disco.

Curioso: Nico Muhly comenzó como ayudante de Philip Glass, quien escribió un Concierto para dos pianos y orquesta para las Hermanas Labeque y podemos ver, hace pocos meses, en primera plana de Cultura de The New York Times una fotografía enorme, tomada desde atrás de la orquesta, donde vemos a Jan van Swaap, titular de la Filarmónica de Nueva York, dirigiendo el Concierto para dos pianos y orquesta de Nico Muhly, justamente el tema que nos ocupó este espacio la semana pasada y que ahora, magia, retorna como el mar, que siempre recomienza.

Así como de esa fotografía de The New York Times se nos queda grabada en la memoria la imagen de Katia Labeque volando encima del banquillo de su piano al rematar una frase, así nos queda en la memoria y en el corazón sonando la hermosa música de Nico Muhly.

Una música sublime.

X: @PabloEspinosaB

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