Política
Ver día anteriorLunes 25 de marzo de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
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uienes están alarmados ante la posibilidad que Donald Trump regrese a la presidencia de Estados Unidos por fin han recibido una buena nueva: los cofres del Partido Republicano han sufrido una merma sustancial en los fondos destinados al apoyo de las campañas de sus aspirantes, el principal de ellos Trump. Resulta que a la fecha el Partido Republicano tiene en la caja solamente 9 millones de dólares, por 155 del Partido Demócrata ( NYT, The Daily). En un país en donde el dinero es tan importante para la promoción del voto, esto pudiera tener un impacto significativo en el resultado de las elecciones. A diferencia de otros países, uno de ellos México, en los que el Estado apoya a los partidos políticos con recursos para la promoción de sus actividades, una de ellas las campañas electorales, y establece restricciones sobre los capitales monetarios o en especie que reciben de particulares, en la Unión Americana esas restricciones son muy flexibles. Uno de los instrumentos favoritos son los PAC, comités de acción política que pueden recaudar millones de dólares para donarlos a los candidatos.

El efecto práctico de la diferencia de recursos entre uno y otro partido se traduce en la capacidad que tienen para comprar espacios en todo tipo de medios de comunicación y la construcción de una infraestructura cuyo objeto es multiplicar su mensaje entre el electorado. El blanco principal es el sector de los votantes denominado como independiente, cuyo voto no necesariamente está definido por su pertenencia a uno de los partidos políticos. Por varias razones, son electores que no prestan atención a las propuestas de los candidatos; la repetición de la imagen de alguno de ellos tiene un efecto directo en su sufragio.

El otro elemento de alarma entre los republicanos es el desmantelamiento que Trump ha iniciado en la estructura del Partido Republicano. Antepuso sus intereses personales y con la aquiescencia, entre otros, de senadores como Mario Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas. Impuso en el liderazgo del partido a un pariente, en lo que cada vez se asemeja más a una empresa de su propiedad. Acto seguido, cambió la estructura del equipo de su campaña, sacrificando a militantes con mayor experiencia por personas de su confianza.

Lo que está por verse es si el nuevo liderazgo del Partido Republicano, y quienes integran el renovado equipo de campaña, tienen aún tiempo para reconstruir la tambaleante estructura partidaria que garantice el triunfo en las elecciones.

En este contexto, vale detenerse a lo que se ha dado en llamar un sorpresivo giro a la derecha de los votantes latinos quienes tradicionalmente han votado por los demócratas. Efectivamente hay un viraje en favor de los republicanos. Lo que es sorpresivo es que esto se acentúa en el momento que Donald Trump se ha dedicado a satanizarlos con mayor fuerza. La reacción por parte del Partido Demócrata a este fenómeno no se ha hecho esperar y ya hay indicios de que habrá un mayor cuidado en el rescate de la confianza en el este partido por parte de la comunidad latina. No está por demás recordar que la agresión que en contra de los latinos perpetró el ex gobernador de California, Pete Wilson, le costó su relección y tuvo un impacto negativo para los republicanos en toda la nación. Las condiciones no son las mismas, pero no sería extraña una reacción similar nuevamente.

Desafortunadamente, las estadísticas demuestran que el voto latino o hispano es aún marginal respecto a otros sectores.

En este contexto, la pérdida del voto obrero es la que ha hecho más daño al Partido Demócrata, particularmente en las regiones conocidas como cinturones industriales. Para los demócratas sería suicida descuidar nuevamente este sector que, lo que al parecer dio paso a la llegada de Trump a la presidencia hace ocho años.

Sólo cabe añadir que quienes hoy se asustan de la derechización del voto latino son los que desde hace años en lugar de fomentar una cultura que promueva una formación política entre esta comunidad, en cambio, han llenado los medios de comunicación de habla hispana con programas y segmentos de pésima calidad en los que se privilegia la vulgaridad como medio para aumentar el rating y las ganancias.