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Elisa Carrillo dio una inolvidable clase en el Zócalo a miles de bailarines

La integrante del Staatsballett de Berlín se dijo agradecida de estar en ese espacio mágico compartiendo la danza, que la ha transformado

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▲ La clase duró hora y media, durante la cual Carrillo organizó una pequeña coreografía para inyectar entusiasmo en sus alumnas por un día.Foto María Luisa Severiano
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▲ La clase duró hora y media, durante la cual Carrillo organizó una pequeña coreografía para inyectar entusiasmo en sus alumnas por un día.Foto María Luisa Severiano
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▲ La clase duró hora y media, durante la cual Carrillo organizó una pequeña coreografía para inyectar entusiasmo en sus alumnas por un día.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de marzo de 2024, p. 3

El Zócalo de la Ciudad de México se convirtió la mañana de este domingo en una enorme sala de ballet, donde ocurrió un fenómeno casi mágico de aprendizaje durante la clase masiva que impartió la bailarina Elisa Carrillo a miles de participantes, en su gran mayoría niñas y mujeres jóvenes.

Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, dijo que se trató de la clase más grande de esa disciplina artística en el mundo.

Al inicio, Elisa Carrillo señaló que fue maravillosa la experiencia de estar en un escenario en la máxima plaza del país. Es un día muy especial, porque la danza me ha transformado, y estar aquí es estar en casa. Estoy feliz. El público prorrumpió en aplausos generalizados.

Una muestra palpable del ambiente que se creó durante la clase de hora y media de duración fue la desbordante emoción de la joven Stephania Hernández Jiménez, proveniente de Tula, Hidalgo. Casi sin aliento, refirió que la danza es muy despreciada porque se piensa que no se puede vivir de ella; reseñó con alegría que Carrillo es una muestra de qué tan lejos se puede llegar con esfuerzo y disciplina.

La presentación de la primera bailarina del Staatsballett de Berlín en el Zócalo, continuó la estudiante de la licenciatura de danza en su estado natal, es un hecho histórico, comparable a la presencia en el país de la rusa Anna Pavlova a principios del siglo XX.

Sobre la parte de la clase en la que Carrillo interpretó un instrumento musical, Hernández Jiménez se dijo tocada personalmente, pues su sueño siempre ha sido interpretar el violín, y la bailarina lo hizo con perfección.

Desde las 8 de la mañana, las pequeñas bailarinas se trasladaban por distintos medios al lugar donde ocurriría el fenómeno de la danza. En el Metro se les veía acompañadas de sus padres: gemelas vestidas de rosa y blanco junto con su madre, un par de menores peinadas con chongos apretados que iban derramando su emoción, así como las vestidas de negro y muy concentradas.

Muchas otras arribaron en camiones provenientes de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares) de la capital y de otros estados, para participar en esta actividad de la sexta edición de Tiempo de Mujeres: Festival por la Igualdad 2024.

Treinta minutos antes del inicio, a las 9 horas, se veían filas enormes en dos accesos a la plancha, donde aguardaron los padres mientras los menores recibían la enseñanza. El cuidado de los pequeños fue uno de los principales puntos de atención de los organizadores. Las personas interesadas tuvieron que realizar un registro previo y gratuito.

En la plancha ya se habían instalado estructuras metálicas que soportaban centenares de barras dirigidas hacia el escenario, que facilitarían el aprendizaje del ballet al servir de apoyo para las alumnas. Unas pocas se veían semivacías.

En la línea de entrada se encontraba un grupo de menores provenientes de la alcaldía Tláhuac, así como integrantes de un programa social de esa demarcación, llevados por su profesor y bailarín de danza contemporánea, Eduardo Méndez.

Allison Pérez, alumna de esa iniciativa, comentó a este diario que es una experiencia inolvidable. La danza nos ayuda a crecer como personas y en un ambiente sano. Nos ayuda no sólo a creer en nosotras, sino a desarrollarnos en equipo. Que Elisa Carrillo esté en el Zócalo es impresionante.

Experiencia indescriptible

Eros Daniel Ramos Pérez, también participante en ese curso, sostuvo su entusiasmo por estas oportunidades para incrementar nuestra cultura en la danza; consideró increíble el proyecto en el que aprende. En la danza he encontrado amigos, familia y valores, agregó el pequeño.

La clase fue acompañada por los integrantes de la Compañía Nacional de Danza (CND) Mariana Torres, Elisa Ramos, Ana Elisa Mena, Valeria Mariaud, Argenis Montalvo, Alejandro Mendoza, Edwin Said González y Mikhail Kaniskin.

En un momento, Ana Elisa Mena, primera bailarina de la CND, y el reconocido bailarín ruso Mikhail Kaniskin eligieron a algunas asistentes y a un par de niños para subir al escenario.

Entre la decena de seleccionadas se encontró Kristen Ashanti Colín, bailarina de ballet. Más tarde, frente a la pequeña aún intimidada por tal suerte, sus padres contaron a La Jornada que la experiencia fue excelente. Tuvo la oportunidad de estar en el escenario y, afortunadamente, recibió una corrección de Carrillo. Es muy importante, porque es de las más grandes exponentes de la danza. Nos vamos felices por tan hermosa vivencia. No hay palabras para describir la emoción.

Como parte culminante, Elisa Carrillo dijo: llegó el momento en el que todos vamos a bailar juntos, y desarrolló una pieza que destacaba el orgullo de pertenecer a esta nación, la naturaleza y las tradiciones. Por unos 30 minutos organizó una breve coreografía e insufló entusiasmo a las presentes.

Al finalizar su clase, Carrillo dijo muy conmovida: México es un país que históricamente baila; estoy enormemente agradecida de saber que ahora el ballet puede sumarse a nuestra danza. No se olviden de permitir que el arte y la belleza de esta disciplina formen parte de su vida. Tenemos que dar a las nuevas generaciones la oportunidad de vivir tantas cosas bellas.

Finalizó: gracias por este espacio mágico. Niños, no dejen de soñar. La vida está llena de sueños y lo más importante es luchar por ellos día a día, trabajar, tener disciplina, y hacerlo todo con el corazón.

Una vez concluida la enseñanza, aún bajo el sol y el calor, Elisa Carrillo dio autógrafos en pulseras, hojas y zapatillas durante casi una hora, y se tomó fotos con más de 200 niñas admiradoras.