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Negocios y empresas

Autos chinos

C

hina dominará la producción de automóviles durante las siguientes décadas y provocará una guerra comercial, tecnológica y política a nivel global.

El primer problema serio que se percibe es la captación de información estratégica de los lugares por donde circulan los automóviles. Si hasta hace poco se acusaba a Pekín de utilizar globos aerostáticos y otros sistemas para ubicar instalaciones militares (cosa que también llevan a cabo Rusia y Estados Unidos), ya no es necesaria esa tecnología rudimentaria para espiar a algún país. La información recabada por el software de los nuevos automóviles, como los de Tesla, se acumula y procesa en grandes centros de almacenamiento.

Las mayores transformaciones se han presentado en los autos eléctricos, de los cuales una empresa china ya es líder mundial en ventas y otra es líder en México en este tipo de tecnología. En el caso de Estados Unidos, la única empresa que compite en condiciones de igualdad con las firmas asiáticas es la firma de Elon Musk, quien también fabrica y vende automóviles eléctricos en China. Se pensaba que otra compañía que competiría en este sector sería Apple, que realizó inversiones de miles de millones de dólares en su proyecto Titán para fabricar automóviles eléctricos y autónomos, pero fracasó.

Las automotrices tradicionales de Estados Unidos, Europa y Asia realizan esfuerzos por entrar a esta competencia del transporte eléctrico, pero se quedan cortas frente a lo que sucede con Tesla y las armadoras chinas. Tal parece que hasta ahora la empresa que tiene mayores avances con el uso de la inteligencia artificial, la robótica y la autonomía es la firma de Musk, que también utilizará la información de su plataforma X. Sin embargo, puede ser que un avance semejante ya se presente en la industria China.

Los automóviles han evolucionado de tal forma que ya no se dedican exclusivamente a trasladar a los usuarios; tienden a convertirse en oficinas móviles, centros de diversión y entrenamiento con computadoras, centros de información y comunicación y, dentro de poco, en robots autónomos en movimiento.

Pero la principal preocupación de los gobiernos es que el software integrado sea utilizado por parte del enemigo para espiar las actividades estratégicas de las grandes potencias.