Cultura
Ver día anteriorViernes 1º de marzo de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Aloja el Reina Sofía exposición sin precedente de Antoni Tàpies

La muestra celebra 100 años del nacimiento del artista catalán

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 1º de marzo de 2024, p. 3

Madrid. El Museo Reina Sofía de Madrid y la Fundación Antoni Tàpies presentaron la mayor retrospectiva del artista catalán hasta ahora, titulada Antoni Tàpies: La práctica del arte, en la que reúnen 220 piezas, desde esculturas, pinturas, manuscritos y algunos de sus diarios personales e inéditos.

La muestra no sólo pretende rememorar el centenario de su nacimiento, que se celebra este año, sino también reinterpretar la obra de uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, que pasó de las vanguardias hasta su personalísima experimentación con materias hasta entonces ajenas en el mundo del arte, como el polvo de mármol, el cemento o el barniz.

A lo largo de la exposición también queda patente su profundo compromiso político contra la dictadura fascista de Francisco Franco, a la que él mismo se opuso, ya sea pidiendo que no se expusieran sus obras en museos públicos del régimen o participando en actos de repudio a la represión de es dictadura, como ocurrió en los días en los fue ejecutado por garrote vil el militante anarquista Salvador Puig Antich, en 1974, en el ocaso de la dictadura.

Tàpies nació el 13 de diciembre de 1923, por lo que se decidió celebrar a lo largo de este 2024 el Año Tàpies, al coincidir con el primer centenario de su nacimiento y en el que se pretende aupar la figura del artista catalán. El primer gran acto de este aniversario es la exposición que se inauguró en el centro de arte contemporáneo madrileño, en la que se muestra la mayor retrospectiva del artista hecha hasta ahora, para la que fue necesario solicitar préstamos de obras a colecciones públicas y privadas, galerías y a los herederos del artista.

El título de la muestra, Antoni Tàpies: La práctica del arte está inspirado en la compilación de escritos del creador que se publicaron en 1970. Para la directora de la Fundación Antoni Tàpies, Inma Prieto, se trata de rendir tributo al artista más importante de la segunda mitad del siglo XX y a su forma de entender el arte, desde una óptica poliédrica y polifónica. De ahí que la exposición transite por toda su trayectoria; desde sus inicios en plena posguerra europea y marcados por las vanguardias históricas y su vinculación al grupo artístico Dau al Set, hasta lo que posteriormente se convirtió en su seña de identidad, la experimentación con materiales atípicos en el arte.

A lo largo de las 220 obras se muestra esa evolución estética, así como su explícito compromiso político antifranquista y, ya en el ocaso de su vida, la profunda melancolía que imprimió a sus obras por la enfermedad y la inminente llegada de la muerte.

Una de las características más importantes de Tàpies es la reflexión que lleva a cabo de la dicotomía entre la vida y la muerte, que también fue evolución de su indagación y aprendizajes de la filosofía zen, explicó Prieto.

La exposición fue un gran reto para los organizadores, ya que tuvieron que elegir de un catalogo razonado que consta de alrededor de 9 mil lienzos, además de la obra gráfica, que abarca cuadros, papel, cartón y escultura. Y, por supuesto, su abundante material literario, ya que el artista catalán fue un ensayista dedicado, y también plasmó en sus diarios y poemas sus ensoñaciones artísticas y personales.

El curador de la retrospectiva es uno de los mayores expertos en su obra, el también catalán Manuel Borja-Villel, quien además es ex director de la fundación del artista y del museo Reina Sofía, quien explicó que en la exposición está el Tàpies público, el de las grandes exposiciones y el del compromiso político, pero también el Tàpies íntimo, el de las cartas para Teresa, que son misivas de amor y de la vida cotidiana. Así, vemos a un pintor al que le interesa todo cuanto le rodea y que no está limitado por una visión formalista, tradicional y retrógrada de la pintura. Se ve a un artista para el que la pintura es todo y que ve con los ojos de la pintura. Pero también vemos al creador comprometido políticamente, sobre todo en las décadas de los años 60 y 70, cuando reaccionó contra la dictadura de Franco.

Foto
▲ Otro de los propósitos de la exhibición es reinterpretar la obra de uno de los creativos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, que pasó de las vanguardias hasta su experimentación con materiales hasta entonces ajenos al mundo del arte, como el polvo de mármol, el cemento o el barniz.Foto Armando G. Tejeda

En la exposición también se muestran obras que hacen referencia a tres actividades de marcado carácter político en vida: su encierro en el convento de los capuchinos de la localidad catalana de Sarrià, para constituir un sindicato democrático de estudiantes, en 1966; la marcha a Montserrat en protesta por el proceso de Burgos en 1970, por la que fue encarcelado durante poco tiempo, y sus actos de protesta pública por la ejecución de Puig Antich.

En la presentación también estuvo el hijo del artista, Antoni Tàpies, quien reconoció emocionado: esta es la exposición más completa que se ha hecho de mi padre hasta ahora; hay obras que ni siquiera yo había visto juntas. Recordó la importancia que tuvo en su vida cuando con apenas 18 años padeció una enfermedad pulmonar que lo mantuvo en recuperación hospitalaria y en casa entre 1942 y 1943. Aprovechó ese enclaustramiento para copiar dibujos y puntas de artistas como Van Gogh, Miró y Picasso, pero, sobre todo, fue cuando decidió que sería artista, explicó.

La exposición está concebida como un largo recorrido cronológico con el fin de apreciar la paulatina descomposición de una pintura que ancló en un primer momento en el surrealismo y la figuración, uniéndose a la estela que habían dejado Joan Miró, Max Ernst y Paul Klee, hasta llegar a su etapa en la que se inclinó hacia el orientalismo, como se evidencia en el espacio dedicado a los barnices, pinturas que desarrolló a mediados de los años 80, que realizó con miel y en los que resulta muy fácil apreciar cómo articuló su figuración y abstracción.

En la muestra tiene importancia capital su participación en la Documenta III de 1964, que lo catapultó internacionalmente y para la que realizó tres cuadros –Ocre para Documenta (1963), Gran tela gris para Documenta (1964) y Relieve negro para Documenta (1964)– que se muestran juntos, algo excepcional. De esta trilogía se inspiró la prensa especializada estadunidense para bautizarlo como el príncipe negro, por su tendencia y genialidad en la utilización de ese color.

La muestra finaliza con dos salas en las que se percibe cierta melancolía. Sobre todo el ocaso de la vida y la llegada de las enfermedades propias de la edad, pero también por lo que él mismo llamó el fin de las utopías, al coincidir con la caída del Muro de Berlín y el derrumbamiento del bloque comunista y de la Unión Soviética. Pero, pese a todo ello, Tàpies insistió en una de sus máximas primigenias: la importancia del arte como herramienta de denuncia al servicio de la sociedad y en el compromiso del artista.

La exposición de Tàpies permanecerá en el museo madrileño hasta el 24 de junio.