Opinión
Ver día anteriorJueves 15 de febrero de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los ojos de Domingo: la regulación sanitaria y el precio de la salud
F

ebrero 12, 2012; 6:48 de la tarde. Oscurece en la alameda de un pueblo mexicano. Domingo, un anciano, se acerca a una banca en el parque, va de la mano de su esposa, Viernes. Se sienta con su ayuda. Se miran con preocupación. La enfermedad avanza muy rápido. Hace sólo dos meses se podía mover sin problemas. ¿Qué harán? Sus ojos se entienden. Viernes se retira de la mirada de su esposo y se sienta a su lado. Toma una de sus manos en las suyas. Los ojos de Domingo se pierden en el horizonte a través de la fuente que, apenas dos días atrás, se reinauguró con un acto protocolario. Pura gastadera, refuta Domingo, lanzando su brazo al aire, a la fuente, a la gastadera. Cuando están sanos ni saben qué hacer, pero deja que se enfermen y van a hospitales bien acá. Viernes aprieta la mano huesuda de su esposo y siente el anillo de matrimonio colgar en el dedo de Domingo como aro en palo de escoba, flaquito, huesito. Ay, Minguito, le da unas palmaditas a la mano flaca, ya ni te pongas así.

Los ojos de Domingo se van atrás, cinco años, cuando le diagnosticaron una enfermedad crónica rara que le encorvó los hombros. En el hospital, le confirmaron que no tenía garantizada la cobertura del tratamiento, le dijeron que era un fármaco que casi nunca estaba disponible para la población. Domingo y Viernes gastaron sus pocos ahorros y, luego, pidieron prestado a sus hijos para adquirir la opción más barata del medicamento y mantener el tratamiento. Pero ya no podían más. La mente de Domingo divagó. ¿Y si es más barato no tener futuro?

En tiempos modernos, con gobiernos anteriores, la limitación al acceso a los medicamentos generaba un impacto negativo que ensombrecía no sólo la economía familiar, sino también el derecho universal al bienestar de todas las personas, especialmente las de mayor vulnerabilidad por la sistematización de injusticias. Con el fin de acabar con estas limitantes institucionales que impactan en el bolsillo de las familias, en Cofepris, la agencia de regulación sanitaria del Estado mexicano, trabajamos arduamente en una política de medicamentos que favorezca la incorporación de esquemas regulatorios innovadores, orientados a garantizar el acceso de estos insumos a la población.

Lo que ocupa la mente de Domingo nos ocupa en Cofepris: la industria farmacéutica, uno de los sistemas más complejos del mundo que consta de múltiples sectores que contribuyen a sus cadenas de producción, fabricación, adquisición, distribución, administración y consumo. Esta industria nació como una iniciativa científica para crear un mayor acceso a los medicamentos, pero se transformó en un complejo sistema industrial de procesos concatenados, con una vasta gama de actores involucrados desde la producción hasta el consumo. Es una industria que avanza al ritmo frenético de la innovación; que impulsa y consume la tecnológica de vanguardia; que factura cifras astronómicas; además, su desarrollo y crecimiento se basa en lo que se conoce como competencia imperfecta, inducida por la asimetría de información, denunciada en su momento por Karl Marx: quienes producen los medicamentos conocen más sobre el producto que quienes lo venden o consumen. De manera directa y sencilla, en la actualidad, la persona que consume es quien menos información tiene sobre el producto. En el ámbito de la salud, esta nefasta trasmutación de paciente a cliente convierte el servicio de la medicina en un negocio excluyente. El fármaco como producto tiene dos características que lo hacen único:

Su alta dispersión de precio: el mismo medicamento con especificaciones técnicas similares, en diferentes farmacias tiene precios diferentes.

Su inelasticidad: la insulina es el medicamento para tratar enfermedades como diabetes mellitus tipo 1; no administrárselo al paciente ocasionaría su muerte. Esto implica que siempre existirá demanda, ya que, si el hospital no suministra el producto, el paciente lo seguirá comprando para vivir, aún si el precio sube.

Por lo anterior, la regulación sanitaria en México se esfuerza en lograr un equilibrio entre la oferta y la demanda del mercado para el acceso a los medicamentos. Esto implica establecer normativas e incentivos que faciliten una distribución equitativa y, sobre todo, garantizar la seguridad, calidad y eficacia de todos los medicamentos. Como Jacques Attali señalaba, un mercado sin Estado es mercado negro. Nuestro futuro ya no está determinado por la miopía del pasado. Con un claro camino al horizonte, Cofepris reconoce la necesidad de apuntar nuestras decisiones –como institución protectora de la salud de la población– en favor de personas como Domingo que, sin importar edad o condición, merecen ese futuro imaginado en el reverso de los ojos, con salud y dignidad, no uno donde la mejor opción en el mercado sea rendirse.

*Médico, Cofepris

**Sociólogo, Cofepris