Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de febrero de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La fiesta en paz?

Inteligencias poco educadas en la corrida inaugural // Nuevo amago de prohibición pone en riesgo el estado de derecho // Habrá toros hoy y mañana

E

l agudo escritor y aficionado José Bergamín dejó dicho que: una corrida de toros es un espectáculo inmoral, y, por consiguiente, educador de la inteligencia. El autor madrileño aludía a esa inmoralidad capaz de cuestionar los valores convencionales y la milenaria hipocresía en torno a la vida, al cuerpo, al pensamiento y a la muerte, a través de un espectáculo esencialmente dramático que, por el creciente analfabetismo de promotores taurinos y públicos, se ha reducido a caricatura del apasionante encuentro sacrificial que llegó a ser.

La escasa educación de la inteligencia en general y la de los taurinos en particular, aunado a un miope concepto de civilización, han pervertido esa formidable metáfora de la existencia que es el arte de la tauromaquia, sustentado en una bravura sin adjetivos y en un heroísmo sin simulaciones, pero cuando ganaderos, empresas, toreros, comunicadores y autoridades apostaron por el abuso, la comodidad y la blandura como sentido del toreo, comenzó la cuenta regresiva de éste, condenado a desaparecer por esa inteligencia sin educar que adopta la falsa moral que permea todo, incluidos los antitaurinos y sus juececitos.

Reabierta la Plaza México, anunció un serial de consolación, modesto y caro, que en la corrida inaugural convocó a más de 40 mil personas no obstante lo poco atractivo del cartel y una ganadería caracterizada por su docilidad, pero el ayuno forzoso de toros y un emergente apoyo mediático convencieron al público de abarrotar, con expectante ingenuidad, el desaprovechado escenario, a donde también acudió una runfla de golpeadores y porros disfrazados de animalistas y antitaurinos que agredieron e insultaron a aficionados, pintarrajearon muros e hicieron destrozos ante la indiferente mirada de policías con escudos y garrotes. Impunidad de bárbaros reales contra presuntas barbaries.

Foto
▲ La reapertura de la Plaza México convocó a más de 40 mil personas, no obstante lo poco atractivo del cartel y una ganadería caracterizada por su docilidad.Foto La Jornada

Eso al exterior, porque al interior del gigantesco inmueble se ejerció otro tipo de violencia a cargo de empresa, ganadero y alternantes que, insensibles ante aquel llenazo, hicieron como que hacían ante un desfile de reses acochinadas, débiles y descastadas que acabaron aburriendo a un público deseoso de encumbrar toreros. En décadas recientes esa ha sido la pobre oferta de espectáculo a cargo de un sistema taurino sin transparencia, voluntarioso y de pobre sensibilidad empresarial que solicita al público su asistencia aunque lo ignore al hacer sus carteles. Son decepciones añejas a las que la afición responde con su ausencia, excepto el domingo pasado, que la México no es reabierta todos los días.

La legalidad e igualdad quepretende el estado de erecho se han visto nuevamente violadas, ahora con la ridícula suspensión que la jueza de distrito Sandra de Jesús Zúñiga pretendía de los festejos del aniversario 78 del coso de Insurgentes, atendiendo, inoportuna pero sensible, a la demanda de un grupúsculo denominado Todas y Todos por Amor a los Toros, hermanos de Justicia Justa, de Patitas Enlodadas y de otras pandillas comprometidas con el mascotismo no con la dignidad de los seres sintientes del planeta.

Estos cruzados mascoteros ignoran que los toros de lidia no son animales maltratados sino, por el contrario, sobreprotegidos en su entorno durante su crianza y sometida su esencia como especie a la tienta o prueba de bravura mucho antes de ser enviados a una plaza. Alguien impidió tan infundada decisión y el tribunal colegiado presidido por el magistrado Paulín Gaspar Carmona, revocó por unanimidad esa tonta suspensión provisional. ¿Qué renegado pretende desahuciar la tradición taurina de México?