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Isocronías

De niños Dios y música

U

na foto tomada por Luis Castillo en Xochimilco, misma que acompañó la columna Astillero hace hoy exactamente una semana, más el dato proporcionado por Ángeles González Gamio en nuestras páginas: al decir del Inegi 70 por ciento de los habitantes de México mantienen la tradición de vestir al Niño Dios, me sugirieron el atrevimiento de estos sencillos versos:

En la Candelaria: Niño moreno, Dios, niñito, / en mis brazos te tengo. Solicito / un año de bondad, un año bueno. / Gracias, niñito Dios moreno. // Un ramo de romero / y una vela encendida / –más que flama es lucero, / lucero que te cuida– // un niño, moreno también, / como tú, y parabienes, ha traído. / No más, aunque amoroso, ha conseguido. / Toma el romero, ten. // Niño moreno, Dios niñito, / en mis brazos te tengo. Solicito / un año de bondad, un año bueno. / Gracias, niñito Dios, moreno.

Para la novelista argentina Gabriela Cabezón Cámara (entrevista con Reyes Martínez Torrijos, mismo día 24), escribir es una manera de hacer música. Las palabras tienen sonido y cuando hablamos, armamos figuras tonales, ritmos y líneas melódicas. Me gusta mucho trabajar con eso para sentir que un texto que estoy haciendo está vivo, tengo que sentirle la música. No olvidemos el famoso verso en el que Verlaine, como tantos otros (no Kant, por cierto), pone a la música por sobre todo. Yo mismo, perdonarán la autorreferencia, he dicho alguna vez que, cierto, la madre de las artes es la poesía, pero la maestra (¿o el hada madrina?) es la música. Mas acudamos a autores que valen la pena.

Martín Luis Guzmán: La música es el comentario universal, superior a todos los comentarios. Cioran: La música es la emanación final del universo, como Dios es la emanación última de la música. Céline, quien reconoce haber aprendido de su pareja, la bailarina Elisabeth Craig: Todo lo relativo al ritmo, la música y el movimiento. Bioy: Si se leen la primera, la segunda y la tercera ediciones de La invención de Morel se verá que corregía mucho para que fluyera [la fluidez, esencial en la música] más la frase ( La Jornada, 21/2/99). No hay palabra que diga lo que dice la música, puede ser (cierto personaje de una película noruega lo menciona al paso, y mi memoria…) que haya dicho Wittgenstein.

Afirmamos por nuestra parte que palabra sin música es apenas palabra, signo sin casi voz, sin –esto definitivamente– estremecimiento.