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Fracturas
E

l proceso electoral está más cerca de lo que parece. Esta fantasía de la intercampaña en la legislación electoral, o las famosas precampañas dirigidas a militantes y simpatizantes de los partidos políticos, pero que son vistas y escuchadas por todos, son sólo eso: el recordatorio imperante de que el marco normativo para la elección de representantes populares se nos ha quedado muy atrás de la realidad del país. Contribuye a la simulación de todas las partes involucradas. Candidatos, partidos y órganos electorales que saben cómo y a qué hora se violará en esencia la letra legal, pero también cómo habrá de justificarse en función de interpretaciones. Desde los espots dirigidos a todos, pero que cierran con la advertencia de que son solamente para un grupo de personas, hasta los tristemente célebres espectaculares de todas las carreteras del país, que con falsas portadas de revistas anuncian a sonrientes aspirantes en busca de alguna nominación.

Dieciséis semanas nos separan de la elección, no más. Y a pesar de la cercanía del día D, lo que ha quedado en evidencia es la precaria condición del sistema de partidos, la incapacidad de articular estrategias políticas y de comunicación eficaces, y la claudicación de la creatividad política. Las fracturas son evidentes. Las luchas están siendo fratricidas. Pareciera que el enemigo está en casa: unos porque ven inevitable su triunfo e imaginan cómo posicionarse de cara al próximo sexenio; otros, políticamente suicidas, repitiendo eslogánes perdedores, exhibiéndose sin pudor y sin lógica política; otros más, equiparando la nueva política, a la banalidad.

En Morena hay certeza del triunfo. De ahí que, como en el quinto año de gobierno posterior al destape, lo que priva es la impaciencia por ver cómo y dónde se perfila el acomodo. Vamos a ver cómo se procesan las candidaturas locales, y qué tanto, como en el llamado antiguo régimen, el aroma del poder sigue siendo la mejor amalgama de la causa, el mayor incentivo para la unidad. La fractura contenida por la expectativa del poder.

En Movimiento Ciudadano se está pagando el costo político de una mala estrategia jurídica. Samuel García pudo ser un candidato fresco, disruptivo y competitivo. Con todas las críticas que pueda generar, hay una parte del país, un segmento poblacional joven y clasemediero, que hubiera votado por él. Falló la cobertura legal de esa causa. Hoy MC va a la contienda con mucho menor fuerza y volumen. Pero lo más evidente y grave es la fractura con uno de los dos bastiones del partido naranja, que es Jalisco. La fractura operativa, territorial y mortal para un partido que creció como ningún otro en la última década, desde abajo y construyendo cuadros locales interesantes.

En la alianza opositora la fractura es casi natural. Lo que resulta inconcebible es la infantilidad de poner al gobierno y a Morena en bandeja de plata, el obvio discurso de la repartición de un botín electoral, por escrito, con firmas y detalles que solamente revelan la pequeñez de los liderazgos, y de las expectativas. En lo que pintaba ser una semana mediáticamente difícil para el partido en el gobierno, la oposición se encargó no sólo del control de daños, sino de dar nota y, con ello, la razón. Así, una candidata que necesita hoy de los partidos que la abanderan, se deslinda de sus dirigencias una semana sí y una no. Por si fuera poco, los nuevos espots que cierran con la frase mereces más, parecen una cruel jugada contra la candidata ciudadana, toda vez que ese eslogan de campaña ha sido utilizado una y otra vez a lo largo de los últimos 10 años, en cada una de las campañas electorales que acaban en derrota. La fractura en el frente es, en términos históricos, imperdonable; pero cuando se analizan los perfiles y los nombres responsables de ella, es perfectamente entendible.

La fractura empieza a ser el común denominador de esta contienda. Una matizada por la cercanía y factibilidad del triunfo, otras magnificadas por la torpeza o la imposición. El resultado se verá reflejado en el Congreso.