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Caravana europea
T

ras un largo andar, la caravana llegó al caracol 8 en Dolores Hidalgo, cinco autobuses habían dejado la capital mexicana el día 28 de diciembre para llegar el 30 al mediodía. Algún autobús había salido en avanzadilla para esperar pacientemente en San Cristóbal de las Casas la llegada del contingente. La caravana tuvo que pernoctar en el caracol 4 Morelia para seguir el largo camino que llevaba al festejo del aniversario 30 del alzamiento zapatista.

Es importante poner en valor el ímpetu de las personas y organizaciones que unieron esfuerzos y recursos para viajar desde lugares como Baja California o Tamaulipas hasta el sureste chiapaneco. De la red eurozapatista viajaron desde Grecia, Francia, Italia, Dinamarca, Finlandia, Alemania y España. Muchas compañeras, muchos que dejaron incluso la celebración familiar de fin de año para poder ser parte de todo esto y contarlo a sus organizaciones y familiares al regreso. Las caravanas, aunque de difícil acomodo ergonómico, son un buen termómetro del apoyo popular al EZLN.

Aunque con deserciones, nunca falta quien prefiera ahorrarse las inagotables paradas para ir al baño o la infaltable descompostura de un autobús, el grueso de la red eurozapatista viajó en los autobuses donde las nacionalidades se tornan difusas, ya que el sentido compartido del viaje es la emoción por volver a territorio zapatista y conocer de primera mano esos cambios anunciados en los comunicados previos.

Para las redes de apoyo europeo es importante esta inyección de vitalidad, de complicidades con las organizaciones mexicanas y desde luego con las comunidades y pueblos zapatistas. No es un secreto que la Gira por la Vida en Europa dejó un periodo de reflexión abierto en los diferentes territorios de slumil k’ajxemk’op (tierra insumisa, en tsotsil) para dar cause a la semilla plantada ese verano de 2021. Envuelta entre guerras y el avance multiforme de la ultraderecha, Europa necesita recuperar esa vinculación más dinámica con el zapatismo que quizá la gira no logró alcanzar del todo.

En ese sentido, es verdad que al eurozapatismo nos falta despertar. El subcomandante Moisés en su mensaje político del 31 de diciembre tocando la medianoche, declaraba: La propiedad debe ser del pueblo y común. Lo común, que en Europa parece ser nada común. La socialdemocracia, la derecha y la ultraderecha se están encargando de que las privatizaciones se mantengan a un ritmo sibilino, lejos de los estruendos de Milei, pero igualmente efectivos. El derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, por citar algunos. Los servicios esenciales como gas, luz y agua con sus vaivenes de precios y la desprotección que conlleva a las familias empobrecidas por un modelo fagocitario del bien común.

Sería injusto decir que no se ha in­tentado. En muchos países eu­ropeos, especialmente los del sur, las movilizaciones han sido importantes. Las mareas que defendieron la sanidad y la educación pública en el Estado español son un ejemplo. Pero los ciclos de lucha se agotan y las respuestas han sido las de salvar los muebles por la vía electoral.

Moisés ha dicho estamos solos, como hace 30 años, y es verdad. Es difícil que cualquier movimiento social, indígena o urbano, pueda compararse a la trayectoria de estos 40, 30 o 20 años de aniversarios zapatistas. No es sólo la longevidad de su caminar, sino la capacidad de reinventar su organización, la creatividad de su proceso vital reacomodando lo que no ha funcionado y no morir en el intento. Aunque el sentido de la soledad a la que se refiere el subcomandante tiene que ver con que la semilla de su rebelión ha sido de difícil encaje en el resto del país y del mundo. Los zapatistas dependen de sí mismos para sobrevivir, en un contexto de extrema violencia estatal, paramilitar y criminal. Con el decidido empeño de no ser ellos quienes empuñen las armas, pero sí tomar las medidas necesarias para defenderse.

Pero la buena nueva es que hay zapatismo para rato. Lo atestiguan unos jovencísimos milicianos y sobre todo unas jovencísimas milicianas que han hecho suya la rebelión a ritmo de Panteón Rococó. Nuevas generaciones zapatistas que permanecen cuando en muchos movimientos sociales la lógica es que los más jóvenes opten por abandonar los ideales de sus padres y mayores. Serán ellos quienes modelen el zapatismo de los años por venir.

La red eurozapatista tiene ese objetivo también, transmitir el sueño zapatista a las nuevas generaciones europeas a las que les cuesta imaginar que este otro mundo ya es posible, al menos en tierra de caracoles.

Es por esto por lo que el aniversario se volvió la gran oportunidad para la red de rencontrarnos, respirar esa vitalidad y conocer el proceso de transformación de la estructura organizativa zapatista: los gobiernos autónomos locales (GAL), los colectivos de gobiernos autónomas zapatistas (CGAZ) y las asambleas de colectivos de gobiernos autónomos zapatistas.

El zapatismo influyó fuertemente los caminos de transformación de algunas de las ideas que se daban por muertas en la Europa de la caída del muro. Puso nombre al despojo que se vivía en las fábricas y los barrios y convocó a una rebelión intergaláctica: por la humanidad y contra el neoliberalismo. Hoy esta frase sigue tan vigente como hace 30 años.

*Sociólogo. Taula per Mèxic