Opinión
Ver día anteriorSábado 16 de diciembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ante la transformación de la UNAM, beneficio de la duda
E

n el último mes transcurrido, dos artículos publicados en estas páginas acerca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) favorecen las reflexiones que hago enseguida.

El 1° de noviembre leí UNAM: debates urgentes, de Raúl Romero, quien hace una radiografía de los principales problemas que afronta la institución, y de los que urge debatir en busca de soluciones: violencia de género, atención a más estudiantes, precarización del trabajo docente, desigualdades, democratización y otros (entre estos últimos, coloco la problemática que representa el apabullante aparato burocrático que campea y que necesita adelgazarse). Conforme pasaba los párrafos del artículo, la palabra urgente no dejaba de sonar en mis oídos. Efectivamente, Raúl dio en el clavo. Resulta vital para la UNAM que se debata y tome en serio la grave problemática que enfrenta desde cuando menos 1973 y se agudiza día a día en lugar de corregirse (salvo la violencia de género, que entonces no se visibilizaba, traté los asuntos en cuestión hace más de 40 años, 1982, en el libro El autoritarismo en el gobierno de la UNAM).

Antes de que la Junta de Gobierno demostrara que no tiene compostura, y designara a su manera al nuevo rector, dije para mis adentros: La UNAM, a pesar de todos los pesares, deberá superar el atraso educativo en que se encuentra y colocarse a la vanguardia de los cambios en el país; necesitará, sobre todo, transformarse, independientemente de la persona designada como rector o rectora. El ungido resultó ser el doctor Leonardo Lomelí Vanegas. Inmediatamente aparecieron comentarios favorables y en su contra. Andrés Manuel López Obrador dijo en la mañanera no esperar con Lomelí un cambio de ruta en la universidad, defensora del neoliberalismo. Ya veremos si el presidente tiene o no razón.

Y aquí aparece el segundo artículo. El 14 de noviembre, días después de la designación de Lomelí, leí El nuevo rector, de Pedro Salmerón, quien es proclive a la cuarta transformación. En esos párrafos el autor hace una defensa del recién nombrado, aduciendo que sabe que Lomelí quiere iniciar la transformación impostergable de la UNAM, por lo que agrega que ojalá el rector pueda hacerlo y cuente, desde la cuarta transformación, con la comprensión y el tiempo necesarios para empezar a caminar en tal dirección. En lo personal, concedo el beneficio de la duda, tanto al defensor como al rector. A este último lo conoceremos por sus obras.

Tres días después de la defensa hecha por Salmerón, Lomelí tomó posesión del cargo en un ambiente medieval propio de ciertas ceremonias universitarias. Ahí pronunció un discurso en el que se mostró férreo defensor de la Ley Orgánica para propiciar la ampliación de la democracia universitaria, la cual ejemplificó con la designación en favor suyo, por la Junta de Gobierno, para ocupar el cargo de rector. Esa es su opinión, muy respetable, pero no compartida por numerosos universitarios, entre los que me encuentro. De entrada, el rector marcó un primer punto de discusión para el escudriño que he propuesto. Insisto, para una transformación de calado profundo en la vida de la UNAM se debe, cuando menos, discutir sobre la Ley Orgánica. ¿O se pretenderá una vez más mantenerla como tema tabú?

Al finalizar noviembre, el rector Lomelí ofreció una primera conferencia de prensa, de donde recojo dos cuestiones alentadoras: dio aviso de haber solicitado una entrevista con el presidente López Obrador (hago votos para que no tarde en efectuarse el encuentro y, sobre todo, que sea provechoso para la universidad y el país); también señaló, por segunda ocasión, que durante su gestión se dará prioridad a tratar la situación por la que atraviesan los profesores de asignatura.

Regreso al principio de estas rayas. La precarización del trabajo docente abarca innumerables situaciones, una de ellas la paga salarial, pero hay algo más profundo. La problemática de los profesores de la UNAM, especialmente de los de asignatura, necesita entenderse a la luz de la pobreza conceptual del gremio, dentro del modelo educativo bancario predominante en la UNAM. La institución, sobre todo, deberá ocuparse de formar maestros autónomos, críticos, con alta autoestima, conocedores de temas elementales de educación y didáctica, capacitados para sostener una práctica formativa liberadora, viva, tendente a la transformación de ellos mismos, de sus estudiantes y del mundo todo.

Insisto, la enseñanza ha de ser lo fundamental en la universidad con los alumnos en el centro del proceso educativo, acompañados de sus maestros. Por supuesto, un trabajo de tal calado difícilmente podrá estar depositado en profesores de asignatura, destajistas, contratados por hora, maltratados, mal pagados y con inestabilidad laboral. Urge corregir. Es imprescindible hacer un escudriño documentado sobre el particular. Con datos, muchos datos, y, sobre todo, con la participación de los profesores de asignatura afectados. Nadie, mejor que ellos, podrá explicar la situación.

De manera adicional, considero que el rector Lomelí haría bien si estuviera dispuesto a abrir de par en par al grueso de los universitarios las puertas de la torre de la rectoría, hermoso espacio de confluencia para ellos en tiempos pretéritos. Me parece indignante que, con el paso de los años, el edificio se haya convertido en una fortaleza propiedad del rector en turno. ¿A qué le han tenido miedo esos señores? Seguridad, libertad, violencia, responsabilidad, corrupción, confianza, autoritarismo, respeto y control. ¡Todo a escudriño!

Coletilla: recuerdo con tristeza aquella mañana del jueves 27 de agosto de 2015, cuando ingresé por última vez a la torre de la rectoría, iba en busca de información sobre un libro, y por insistir en recibir respuesta a una pregunta, en la mesa de control recibí el trato de necio por una edecán y fui expulsado del edificio por un par de guaruras. Encabezaba la UNAM el rector José Narro, yo tenía 65 años de vida y 41 como profesor.

¡Elevemos la mirada de la educación!

* Profesor en la UNAM