Opinión
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Claudia Curiel de Icaza
¿C

ómo se salvan los niños de las colonias populares? Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura de la Ciudad de México. Entrevisto a Claudia gracias a los buenos oficios de mi amiga María Cortina, quien se preocupa por traerla a mi casa y sentarse a escuchar con toda discreción (ella misma es una excelente periodista que hizo sus pininos como corresponsal de La Jornada en las guerras de El Salvador y Nicaragua). Con voz dulce, pero muy determinada, Claudia Curiel ofrece algunas propuestas al responder a mis preguntas.

–Yo soy Claudia Curiel de Icaza; no soy pariente de los Icaza, de derecha. Estudié Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante 20 años me he dedicado a hacer festivales de cine, música y artes escénicas; he editado dos libros de cine, uno de ellos es Reflexiones sobre el cine contemporáneo mexicano, a propósito de directores jóvenes como Nicolás Pereda, Carlos Reygadas, cineastas de ficción y documentales de investigadores de la UNAM y escritores jóvenes del Instituto de Investigaciones Estéticas también de la UNAM.

–¿Fue tu decisión y la de otros cineastas dar a conocer la obra de los directores más jóvenes?

–Nos propusimos hacer historiografía del cine mexicano contemporáneo, porque vi lo que escriben los estadunidenses sobre nuestro cine y me pregunté: ¿Por qué en México no lo hacemos nosotros mismos? Hay que dar espacio a críticos contemporáneos y publicamos esta edición hace 10 años con la Cineteca y la UNAM.

–Es obvio que eres muy enérgica y emprendedora, Claudia.

–Partiendo de cero, hice sola un festival de música contemporánea y jazz que titulé Bestia; duró cinco años. Insisto en que partí de cero, endeudándome, persiguiendo oportunidades para poder armarlo. Lo presenté en el Anahuacalli, en la Biblioteca Vasconcelos y en otros lugares. También estuve en la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM con Jorge Volpi, y en la Casa del Lago, en la subdirección.

–Ahora estás en el gobierno de la Ciudad de México.

–Antes, en la Casa del Lago trabajé cinco años con el director José Wolffer, y de ahí pasé a la Dirección de Música en la sala Nezahualcóyotl, experiencia preciosa hasta que en 2021 me invitó Claudia Sheinbaum a sumarme a la Secretaría de Cultura de la Ciudad. Jamás pensé que trabajaría con un político; estaba metida en la creación y producción de varios aspectos de la cinematografía, pero Claudia me inspiró mucho por su inteligencia y por que las dos provenimos de la UNAM, y logramos un diálogo positivo que abre la puerta a mujeres. Por tanto, me aventé con ella en la Secretaría de Cultura.

–¿En qué consiste tu trabajo?

–En hacer que toda la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México camine, en programar conciertos, actividades musicales, artes escénicas, hacer las declaratorias de patrimonio cultural inmaterial, proveer programación a algunos de los museos que nos tocan, establecer vínculos con las alcaldías. Nuestros museos son el de la Ciudad de México y el Archivo de la Fotografía, entre los más importantes. Manejamos cinco de todos los que hay en la ciudad. También atendemos el de los Ferrocarrileros y del Archivo de la Ciudad de México, que es una maravilla, porque exhibimos toda la historia de la ciudad.

–Recuerdo que Salvador Zarco, amigo de Demetrio Vallejo dirige el Museo de los Ferrocarrileros…

–También estamos a cargo de las Fábricas de Artes y Oficios, las ocho. Damos talleres de pintura, literatura, danza, teatro, artes y oficios, grabado, cartonería. Hacemos grabado en madera, en linóleo, dibujo de figura humana con modelos, desde el primer año de introducción al dibujo, que gusta muchísimo a la gente. Tenemos la cartonería monumental, que se ha vuelto un oficio muy importante en el FARO de Oriente

–Habría que recordar los judas de cartón que hizo doña Carmen Caballero para Diego Rivera.

–El de la cartonería es uno de los oficios que se han vuelto más solicitados; se hacen calacas gigantes para los desfiles y ya se certificó este oficio. Este FARO de cartonería está en Iztapalapa, en el de Indios Verdes se concentra un colectivo muy bonito de las hermanas Rodríguez que hacen cartonería monumental. En el de Oriente y en algunos de los 296 Pilares se ofrece el taller en barrios originarios, por ejemplo, en Azcapotzalco. Ofrecemos clases de danza regional, ballet clásico y danza contemporánea. También damos clases de creación literaria para impulsar la escritura de cuentos autobiografías con profesores que orientan a quienes empiezan a escribir historias personales. Entre ellos se leen crónicas, cuentos y se critican como en cualquier taller de literatura. Contamos también con talleres de cine y de fotografía donde no se necesita gastar una fortuna como en las escuelas sofisticadas de paga. Creamos oficios según la inclinación de cada uno.

–¿Talleres de escritura?

–Para el taller de guion no hemos creado una infraestructura muy sofisticada, sino que abrimos la puerta a asistentes de dirección a quienes preparamos en oficios muy sencillos ligados al cine. Ofrecemos clases en los estudios Gabriel García Márquez, con la mejor tecnología. Ahí reciben talleres sofisticados en los que tienen grandes posibilidades y los certificamos para que ingresen al mundo audiovisual.

–¿Directores de cine?

–No todos tienen que ser directores o camarógrafos o sonidistas, hay otras formas de participar en el cine. Tampoco necesitan gastar una fortuna como suele suceder en el cine en general.

–¿Los Faros influyen en el vecindario?

–Los vecinos del FARO Cosmos se han sumado, como hizo la maquillista de las quinceañeras o novias. Ha sido una forma de incorporar a la comunidad y profesionalizarla. Mi papel como Secretaría de Cultura de la Ciudad consiste en encauzar todas las iniciativas y hemos obtenido muy buenos resultados.

“La Secretaría se divide en Dirección de Patrimonio –la de los museos establece vínculos e intercambios para hacer grandes festivales, conciertos masivos cada dos o tres meses, ferias del libro y programas culturales. La dirección de Vinculación Comunitaria abarca a los ocho Faros y los 293 Pilares; consta de profesores, promotores en las comunidades y centros culturales. Somos 2 mil en la secretaría más los beneficiarios, que son otros 2 mil, que atienden distintos programas como los de las infancias en todos los centros culturales en los que participa la Orquesta Sinfónica, los Faros y Pilares. Creamos espacios de convivencia en todos los centros comunitarios. Muchas actividades se hacen en familia. En nuestros espacios se hacen actividades en conjunto que han incidido en la baja de violencia y ofrecen opciones donde antes no había nada. Ahora muchos pueden estudiar primaria, secundaria en lugar de estar en la calle; pretendemos dirigirlos a la universidad a mediano y a largo plazo.

Tengo una relación directa con los artistas y las comunidades. Tengo cercanía con el sindicato de trabajadores, que son los que hacen las producciones; evaluamos: qué necesitan, cómo hacemos, a qué hora llegamos, y con las comunidades de artistas que me presentan sus problemas, busco cómo dar salida a sus necesidades.