Opinión
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Isocronías

Periplo breve

U

n libro de cuentos, La expulsión del paraíso, de César Anguiano, fue el grueso volumen que inauguró la serie de títulos que a las manos de este agradecido redactor llegaron en recientes días –a la vez de trabajo y asueto, de encuentros, los más, y desencuentros, los tan afortunadamente menos–.

Piedra de jal pensaba titular la presente entrega, y sobre todo hablar de libros a mi ver importantes, importantes y no menos discretos (en los dos sentidos del sustantivo discreción), no obstante que el segundo de ellos resultó premiado con el Ramón López Velarde:

Setenta veces siete, una selección personal de (las propias) poéticas en verso, en poemas, de Raúl Bañuelos, puesta en circulación por Libros Invisibles; y Desviación vertical disociada, del doctor en letras románicas Luis Vicente de Aguinaga, a cargo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ambas ediciones, congratulémonos, de muy cuidada y cuidadosa presentación.

En narrativa este columnista recibió dos trabajos, de Francisco Pancho Madrigal (autor, se sabe, de Jacinto Cenobio) y de Yolanda Zamora, referencia ineludible en los media culturales jaliscienses. Respectivamente: Detective que oye boleros, bajo el sello Arlequín, y La última llovizna…, catálogo de La Zonámbula.

También en Guadalajara (adonde llegué de Manzanillo y donde tan gentil como generosamente me recibió el pintor –conversador excelente, algo cantor– Ricardo Alemán; nada qué ver con el periodista del mismo nombre) el estudioso Pedro Valderrama Villanueva me hizo partícipe –Centro Carmen Balcells de la UdeG, Biblioteca Juan José Arreola– de su selección de ensayos y reseñas del siempre querido y recordado maestro Arturo Rivas Sáinz.

Ya en Chihuahua, Feria del Libro (agradabilísima, de muy humanas dimensiones), el guanajuatense Juan Manuel Ramírez Palomares me da su Travesía, experiencias de y con los escuadrones de la muerte (de alcohol se habla), y el académico de impresionante y varia trayectoria Erwin Limón (gracias) dos poemarios de este mismo año: Mi casa vacía (Medusa) y Estos pasos tras de mí (Sauvage Atelier).

Falta mencionar nada menos que a la venezolana María Auxiliadora Álvarez, quien asimismo en Chihuahua me sorprendió con su antología en Pre-Textos La mañana imaginada.

De lo que todos estos escritores dicen algo diremos, sólo que necesariamente, disculparán, después.