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Catástrofe en Guerrero
Olvidan la tragedia con un atardecer y vuelo de papalotes

Trabajadores continúan levantando la destrucción de Otis en las playas

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▲ Los papalotes surcaron el cielo de Barra Vieja.Foto Alfredo Domínguez
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Periódico La Jornada
Martes 14 de noviembre de 2023, p. 3

Acapulco, Gro., La playa de Barra Vieja se convirtió en el paisaje ideal para echar a volar los sueños de papel y madera asidos a un cordel. Fue una cita para la diversión y para dejar en el olvido momentáneo la destrucción causada por Otis. Así, un grupo de niños puso alas y risas a su imaginación para elevar papalotes mientras caía el Sol.

Martín fue el primero en cruzar hasta la playa entre los locales en reconstrucción, zigzagueando a los trabajadores que recogían las hojas de palma y los leños que quedaron tirados, y a quienes daban otra vez forma a las palapas que regalaban sombra antes del 24 de octubre.

Él llevaba un cometa bicolor: negro con rombos transparentes. Dos gruesos rollos de hilo cáñamo. Eran las 4 de la tarde y el viento soplaba con fuerza suficiente para elevar el exágono artesanal con alma de madera y sus bolsas de plástico unidas a papel.

Parado de costado a la corriente que bañaba la arena, sin ningún problema comenzó a dejar que el viento elevara su nave y meciera suavemente la cola del exágono.

A sus 10 años de edad, los dedos de sus manos mostraban huellas de su pasatiempo favorito. Le gusta elevar papalotes y en ocasiones competir con otros en la captura de otros cometas, por lo que sus manos tienen huellas de las batallas al recoger el hilo a toda velocidad cuando su papalote pierde altura.

El cometa de Martín no fue el único, a él su unieron otros como el de Miguel, un niño de ocho años, también habitante de Barra Vieja. Su papalote era blanco, construido con una bolsa de plástico con forma de cuadro.

Las colas de ambos eran largas, hechas con jirones de tela y tramos de cuerda. Ellos reían de cara a su espacio aéreo acercaban sus naves, sus sueños de libertad en la playa en la que ya algunos visitantes habían colocado sus sillas y se hicieron sombra con una sábana sostenida a algunos maderos delgados.

A la distancia, hubo imágenes contrastantes con la puesta de sol, rojiza.

Mientras la luz disminuía, los niños bajaban sus cometas. Algunos adultos disfrutaron de la alegría, e incluso les pidieron realizar otro vuelo antes de que regresaran a sus hogares destruidos por Otis.