Londres. El primer ministro británico, Rishi Sunak, designó ayer a David Cameron en el cargo de ministro de Asuntos Exteriores, en una renovación del gabinete propiciada por el cese de la ministra del Interior, Suella Braverman, después de que sus críticas a la policía pusieron en peligro la autoridad del gobernante.

Se trata de otra vuelta de tuerca del premier, cuya formación se encuentra muy rezagada respecto del Partido Laborista frente a los comicios previstos para el próximo año. El regreso de Cameron al gobierno sugiere que Sunak quiere incorporar a políticos más centristas y experimentados, en lugar de contentar a la derecha de su partido, que apoyaba a Braverman.

Ante las críticas de los parlamentarios de la oposición y de los miembros del oficialista Partido Conservador para que expulsara a Braverman, Sunak parecía haber adelantado relevos previstos desde hacía tiempo para incorporar a aliados y destituir a los ministros que consideraba que no estaban dando buenos resultados.

La mano de Sunak se vio forzada cuando la semana pasada Braverman lo desafió en un artículo no autorizado en el cual denunció el doble rasero de la policía durante las protestas, y sugirió que eran duros con los manifestantes de derecha, pero blandos con los manifestantes pro palestinos.

El Partido Laborista, en la oposición, señaló que eso exacerbó las tensiones entre una manifestación pro palestina y una contramanifestación de extrema derecha el sábado, en la que fueron detenidas casi 150 personas.

Cleverly, relevo en el ministerio del Interior

Braverman fue sustituida por James Cleverly, quien ocupaba el cargo de ministro de Asuntos Exteriores.

Menos esperada fue la designación en la cancillería del ex premier Cameron, quien abandonó el poder después de que fracasó su apuesta de convocar a un referendo sobre la pertenencia de Reino Unido a la Unión Europea en 2016.

Su nombramiento fue bien recibido por los conservadores más centristas, que dicen que su experiencia internacional ayudará a estabilizar el barco, aunque otros enfurecieron.

Un parlamentario sostuvo que la destitución de Braverman era decepcionante y que la política podría convertirse en una voz importante en los llamados backbenches del Parlamento (que no ocupan cargos en el gobierno) y pueden ser críticos con los líderes del partido.