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De la otra ciudad

Piezas de diseño único van a otros países

Con obras en barro, Rita rinde un homenaje a las víctimas de feminicidio
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de octubre de 2023, p. 33

Hace 37 años, la artesana Rita Reséndiz Casas, fundadora de la cooperativa Mujeres Alfareras de Tláhuac, encontró en la elaboración de piezas de barro a alta temperatura la forma de expresar y desarrollar su creatividad en más de 500 diseños propios, como máscaras, floreros, tazas, platos y vasijas decorados a mano con grecas prehispánicas, hojas y flores como la dalia.

Algunas de sus obras, como una silla de barro, llegó a una exhibición en Alemania, y otros artículos utilitarios y decorativos se han enviado a Estados Unidos y Bielorrusia.

Relata que esta actividad le permitió crear una obra con causa social a la que denominó Los Rostros del Olvido, conformada por 270 caras de mujeres que representan a víctimas de feminicidio, las cuales han estado en exposiciones en el Zócalo, en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Iberoamericana, entre otros sitios.

Comenta que ante la impotencia de acompañar a las madres que perdieron a sus hijas decidí hacer los rostros que representan el dolor de las víctimas, con rostros enojados, maltratados o con profundo dolor.

Desde hace casi cuatro décadas, en la cooperativa que se encuentra ubicada en la colonia Selene, en Tláhuac, han participado al menos 80 mujeres que hacen desde talacha –como poner un clavo–, hasta elaborar sus piezas en el taller, el cual cuenta con área de vaciado, dos tornos, un par de hornos, mesas, anaqueles, decenas de pinceles y herramientas, algunas de las cuales fueron adquiridas con apoyo se la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo.

En esta labor artesanal las mujeres necesitan fuerza para moldear el barro, así como delicadeza y creatividad para decorarlo, con lo que logran comercializarlas en museos y ferias.

Rita realiza lo que sus consumidores le solicitan: calacas, cráneos, huellitas, perritos, gatitos, vasos tequileros, cafeteras, platones, macetas y alcancías, entre otros.

Su origen: el terremoto de 1985 en la Roma

Frente a los dos hornos que también construyeron sus manos, señala que siempre nos hemos considerado como una cooperativa en resistencia, porque el terreno donde se ubica el taller en la calle Mar del Frío era una zona semirrural, sin pavimentar, donde en temporada de lluvias quedaba el lodo, la oscuridad y el croar de las ranas, y las mujeres de la colonia que querían participar necesitaban de la autorización del esposo o de sus hijos, pues se dedicaban al campo.

Foto
▲ La maestra Rita Reséndiz e integrantes de la cooperativa Mujeres Alfareras de Tláhuac con fuerza y dedicación producen cientos de piezas de barro con motivos prehispánicos en su taller de alfarería, muchas de las cuales se exponen y comercializan en distintos lugares de México y el mundo.Foto Roberto García Ortiz

Antes no se escuchaba nada sobre equidad de género, dice la mujer de 63 años, con quien ahora participan Aimé, Esperanza, Rosalba y Ricardo, todos de 25 en promedio, a quienes en estos días se sumará una becaria del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

Rita relata que la cooperativa surgió tras el sismo de septiembre de 1985, luego de que formó parte de un grupo de damnificados que accedió al apoyo económico de la Iglesia católica de Nueva York, tras varios meses de dormir en la avenida Álvaro Obregón, así como de habitar en los campamentos que se ubicaron en las calles Tabasco y Monterrey, de la colonia Roma, que era para 50 familias, y posteriormente en las inmediaciones de lo que fue el Multifamiliar Juárez.

Ella era una joven que estudiaba la preparatoria y vivía sola porque se había independizado de su familia; en el campamento conoció al doctor León Valencia, quien en la azotea de su casa tenía un horno, el cual donó para la creación de la cooperativa que en su comienzos se llamó Roma-Doctores, integrada por otros nueve hombres.

Al acceder al apoyo internacional pagaron el terreno ubicado en su actual lugar y la capacitación del ceramista Alberto Díaz de Cossio, quien nos enseñó a soldar, a cortar un ángulo de fierro, a limar, a pegar. Fue un maestro muy estricto, nos metió al mundo de la alta temperatura, que incluyó las técnicas que utilizan en Japón.

La artesana menciona que a finales de 1989 los integrantes de la cooperativa se separaron, pero ella prosiguió y sumó a otras mujeres, a quienes enseñó y ahora comparte el conocimiento con nuevas generaciones.

El reto es acceder en 2024 a un nuevo apoyo de la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México para que la cooperativa siga y que trascienda, porque ya pasó por las emergencias sanitarias de la influenza y el covid, crisis económicas y el sismo de 2017, que rompió uno de sus hornos, que al final logró reparar.

Optimista, manda el mensaje a los jóvenes para que hagan un regalo mexicano, de barro hecho a mano, que perdure en el tiempo, y por eso en los próximo meses su meta es hacer artículos con formas irregulares y grandes con aplicación de vidrio rojo italiano.