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Catástrofe en Guerrero
Ardía la piel por el agua y el viento del monstruo Otis
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 28 de octubre de 2023, p. 4

Acapulco, Gro., Fue un monstruo de agua y viento. Arrancó los techos de lámina y destrozó las precarias viviendas de las colonias y comunidades alejadas de la zona turística de Acapulco, la de los grandes y lujosos hoteles, que también quedaron hechos añicos.

A las partes donde habitan pobladores humildes, aquellos que se ganan la vida del comercio de artesanías y de la pesca, de llevar a los turistas a ver la virgen bajo el mar, o de prestar sus servicios en los hoteles o en los comedores a pie de playa como Caleta y Caletilla, hasta ayer aún no llegaba la ayuda.

Las calles de esas colonias pobres seguían obstruidas por árboles y desechos. Casas, tienditas y depósitos quedaron destruidos. Miles esperan despensas, la reconexión de la energía eléctrica y el abasto de agua.

Caleta y Caletilla están muertas, desoladas como los prestadores de servicios de pesca y de recorridos de diversión. Entre ellos están los propietarios de siete embarcaciones que operaban en este sitio, pero a los que ya sólo les quedó una, la cual necesita reparaciones, el resto desaparecieron.

La llegada del monstruo

Vecinos de tres colonias de esa zona contaron sus dolorosas experiencias con el impacto de Otis.

Todos ellos mayores de 30 años, afirmaron nunca haber vivido un fenómeno meteorológico con tanta fuerza.

Don Juan es un prestador de servicios turísticos en Caleta. A sus 65 años nunca había sentido un huracán de esta magnitud: “fue un monstruo de agua y viento. Golpeaba como arena lanzada con mucha fuerza. La piel ardía y nunca habíamos sentido nada igual. Los grandes yates tuvieron graves daños, nuestras lanchas y botes se hundieron o desaparecieron.

María José, joven vendedora de flores en la carretera México-Acapulco, y habitante de la colonia Renacimiento, desconsolada veía la destrucción de su negocio. Cuando empezó el viento fuerte todo se sacudía. Aunque se supone que estábamos preparados, no fue así. Las horas más feas fueron cuando empezaron a caer cosas y las láminas se volaban. Tuvimos que escondernos en el único cuarto de concreto que tenemos.

Esteban Cisneros vive en la colonia Ejido. Al impacto de Otis aquello fue como un “golpe que convirtió las horas en un horror. La fuerza del agua y el viento arrastraron y cubrió de tierra todas las casas, las láminas de los techos volaron. Hubo tirazón de cables y postes de luz. Todo quedó horrible.

Sí sabíamos que venía el huracán pero nunca nos imaginamos este tipo de cosa. Fue demasiado potente. Nunca había vivido uno así. Mi familia y yo sólo pedimos a Dios que nos protegiera porque no teníamos a dónde ir.

Socorro Laguna Guevara, habitante de la colonia Paso Limonero, relata que su colonia quedó devastada. En mi casa se perdió todo, pero gracias a Dios estamos vivos. Estamos en un momento en el que todos compartimos el mismo dolor por el desastre.

“En nuestro caso el huracán fue un golpe seco, todo fue aire, no hubo agua y es lo que destruyó. Ni Paulina hizo esto tan feo. Fue un aire seco que levantaba todo lo que encontraba a su paso.

“Nos acostamos poco después de las 10 de la noche y despertamos por el ruido de las láminas. Desde las 0:40 y hasta la una de la mañana el viento arreció fuerte, se oía horrible. Se estaba destruyendo toda la colonia. No sabíamos que había sido tan fuerte. Nos agarró sin alimento, y cuando salimos a buscar qué comer vimos todo lo que causó. Provocó lo que no hicieron los huracanes Paulina, Ingrid ni Manuel”, asegura.

Socorro vive en su casa con 17 personas más, sus nietos, hijos y yernos. Esperan la ayuda gubernamental para paliar sus carencias.

Miguel Ángel Venancio, quien vive en la comunidad de Playa San Isidro, en las inmediaciones del centro de Acapulco, contó que Otis destruyó su casa que era de madera. Nos confiamos porque no pensamos que fuera a ser así, nunca habíamos visto un desastre igual.