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Mañana y tarde
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No escribo sobre personajes en el sentido tradicional de la palabra. Escribo sobre la humanidad, declaró Fosse en 2003 al diario francés Le Monde. Aquí, momentos después de haber recibido la noticia de su nombramiento.Foto Afp
M

ás agua caliente, Olai, dice la vieja matrona Anna

Venga, no te quedes ahí parado en la puerta de la cocina, dice

Ya, ya, dice Olai

y nota un frío y un calor extenderse por su piel y la piel se le eriza y una felicidad recorre todo lo suyo y se le sale por los ojos en forma de lágrimas cuando corre hacia el fogón y empieza a llenar una artesa con agua humeante, así que agua caliente, por agua no será, piensa, y echa agua en la artesa y oye a la vieja matrona Anna decir que con eso basta, será suficiente, dice, y Olai levanta la vista y ahí está la vieja matrona Anna, cogiendo la artesa

Ya la llevo yo, dice la vieja matrona Anna

y en ese momento suena un grito contenido en la alcoba y Olai mira a la matrona Anna a los ojos y sacude la cabeza ¿y no esbozará también una sonrisilla?

Paciencia, dice la vieja matrona Anna

Si es niño, se llamará Johannes, dice Olai

Ya veremos, dice la vieja matrona Anna

Pues sí, Johannes, dice Olai

Por mi padre, dice

No le veo inconveniente al nombre, dice la vieja matrona Anna

y suena otro grito, ya más abierto

Paciencia, Olai, dice la vieja matrona Anna

Paciencia, dice

¿Me estás oyendo? dice

Paciencia, dice

Tú que eres pescador sabrás que en un barco no caben mujeres, dice

Ya, ya, dice Olai

Pues aquí pasa lo mismo con los hombres, sabes lo que traen ¿no? dice la vieja matrona Anna

Sí, ya, traen desgracias, dice Olai

Eso, desgracias, dice la vieja matrona Anna

y Olai ve a la matrona Anna enfilar hacia la puerta de la alcoba con la artesa con agua caliente por delante, con los brazos estirados, y de pronto la matrona Anna se para en la puerta de la alcoba y se vuelve hacia Olai

No te quedes ahí parado, dice la vieja matrona Anna

y Olai se estremece ¿estará él trayendo desgracias sin pretenderlo? es lo último que quiere ¿no irá a perder a su Marta, a su querida, amada y respetada Marta, a su novia, a su mujer? no la irá a perder ¿no? no, no puede ser

Anda, cierra la puerta de la cocina y siéntate en tu silla, dice la vieja matrona Anna

y Olai se sienta ante la mesa de la cocina, hinca los codos sobre el tablero y apoya la cabeza en las manos y menos mal que llevó a Magda a casa de su hermano, piensa Olai, cuando salió a buscar a la vieja matrona Anna llevó primero a Magda a casa de su hermano, y no estaba seguro de si hacía bien porque Magda ya es casi una mujer, los años pasan volando, pero Marta le pidió que lo hiciera, cuando se puso de parto y lo mandó con la barca a buscar a la vieja matrona Anna, le pidió que se llevara a Magda a casa de su hermano para el parto, era demasiado joven para enterarse de lo que le esperaba de adulta, dijo, y Olai le hizo caso, claro, aunque ahora preferiría tener a Magda consigo, siempre ha sido una chica inteligente y sensata, buena en toda su conducta, la hija le salió buena, piensa Olai, aunque luego dio la impresión de que Dios nuestro Señor no iba a darles más hijos, Marta no volvió a quedarse preñada y pasaron los años y poco a poco se fueron haciendo a la idea de que no tendrían más hijos, así es la cosa, es lo que nos ha tocado, se decían, y daban gracias a Dios nuestro Señor por haberles dado a Magda, porque sin ella la vida habría resultado algo triste allí en el Islote al que se fueron a vivir

(...)

Y este Dios no es el único que gobierna el mundo y a las personas, desde luego que también está aquí, pero no cabe duda de que se despistó mientras creaba el mundo, piensa Olai, y dado que piensa así habrá que considerarlo un pagano, porque él no puede responder del credo, no puede, no está en sus manos, porque tampoco puede fingir no saber lo que sabe, y no haber visto lo que ha visto, y no haber entendido lo que ha entendido, y tampoco es que le resulte fácil ponerle palabras a lo que sabe, porque lo que él tiene es una especie de certeza inexpresable, que tiene tanto de dolor como tiene de palabra, y si le aprietas diría que su Dios es más bien de afuera de este mundo, es un Dios que solo se intuye al negar el mundo, solo entonces se muestra, curiosamente, tanto en el individuo como en el mundo, piensa Olai, y algo de lo que este Dios quiere decirle logra oírlo siempre que un músico toca bien, pues mira, sí, en esos momentos aparece Dios, porque al fin y al cabo la música buena rechaza el mundo, solo que eso no le gusta a Satanás y por eso Satanás monta siempre tanto jaleo y da tantos problemas cuando toca un músico bueno de verdad, y eso es una lástima, piensa Olai, y ahora, ahora ahí en la alcoba, el niño Johannes está luchando por su vida, el niño Johannes, su hijo, está llegando a este mundo de dolor y este probablemente sea uno de los mayores esfuerzos que tiene que hacer una persona en su vida, el de salir de su origen en el vientre de su madre y entrar en su propia vida en este mundo del dolor, porque desde ese mismo momento entra en contacto tanto con la bondad de Dios como con ese dios más bajo, quizá Satanás, uy, no, qué hace él pensando estas cosas en este momento, es que hace falta, esto, el qué, en fin, piensa Olai, y se levanta y oye a Marta gritar y oye a la vieja matrona Anna decir ea, empuja otro poco, muy bien, Marta, y la vieja matrona dice ea, empuja otro poco, y algo le presiona la cabeza y la oscuridad ya no es suave y roja y tantos ruidos y un ritmo constante a a da da a a a da a y a o ea e a e a arrulla a susurra a y al río viejo y o acuna u a u agua a u a e a ea todo es a constante y voces y ruidos y ea empuja ea ya e frío corta y afila piedra ea atrás ea adelante ea cortante ea duelen brazos duelen piernas duele todo ea dedos ea acurruca corta ea todo ea agua aua calma e a o a ruge ue voces e a e ya e así ya y luz de allá sí de allí sí de otro lugar ua ya no está y ruge u e a ya ruido y sale a lanzado y ahora manos y ahora dedos curvos dedos y los viejos y ya no está todo en una vieja casa de agua en un viejo mar de musgo y estrellas luminosas que se acercan y se alejan y ya llegan y claro no está nada pero todo atravesado por una claridad como de una estrella y frío y suave limitado línea a tierra y ya el silencio en un silencio grande y viejo de aquí y no de adentro sino que algo iba y no volvía y se pierde y la pérdida es vieja y nunca es la misma y ahora el grito alto y claro grito claro como una estrella un recado un sentido un viento este aliento aliento calmo y calma queda calmo meneo y tela suave blancura nueva del mar y una prenda ni roja ni oscura sino seca y silenciosa y ahora una mano y el grito que se pierde y tan suave suave como lo rojo y oscuro suave y caloroso y tan blanco suave y caloroso entre los labios y tan firme y blanco y todo es calmo y ay qué bonito qué bonito eres qué lindo qué lindo eres qué lindo es este niño más lindo no lo hay no lo hay más lindo Ay, qué lindo es este niño Precioso es el niño Madre mía Ha sido niño y suave y húmedo y una extraña calma y calma y ahora a o a y lo blanco ao y suave e a y firme e a ea ea e a blanco y caloroso ea ea y tan calmo Y se llamará Johannes Sí y ahora cae y ahora se pierde y no ser y Ay, qué bonito es Johannes y quedarse y quedarse donde no hay otra cosa y Johannes será pescador como su padre Eso será y ahora calma calma queda y quedarse ahí y ahí y ea ea y Olai ahí, junto a la cama de la alcoba y ve al niño Johannes descansando al pecho de su madre y en la frente el fino pelo aplastado y Marta con los ojos cerrados y respira con calma y el niño Johannes descansa en su pecho y mama y mama

Qué bonito eres, dice Olai

Sí que es bonito, y está bien formado, dice la vieja matrona Anna

Y todo ha salido bien, dice

Ha ido todo bien para la madre y para el niño, dice

Y ahora tienen que descansar, están los dos agotados, ahora tienen que descansar, dice

Sí, y gracias por ayudarnos tanto y tan bien, dice Olai

Las gracias dáselas a Dios, dice la vieja matrona Anna

Pero ya casi vas a tener que llevarme a casa, dice

Sí, lo haré, sí, dice Olai

y Olai está ahí parado mirando a Marta y al niño Johannes que descansa en su pecho, y el pecho está grande, enorme, no recuerda haberlo visto nunca tan grande, grande y blanco está, lleno de venitas azules, y Marta está ahí y parece sana y salva solo que enormemente cansada y extraordinariamente tranquila también parece ahí tumbada con los ojos cerrados y respira despacio y hondo como desde una calma de más allá de la vida, piensa Johannes, de pie junto a la cama de la alcoba, mirando a Marta y al niño Johannes que descansa sobre su pecho

(...)

Pues me llevo a la vieja matrona Anna a su casa en la barca, dice Olai

y Marta está ahí tendida como si no oyera lo que dice, está ahí tan tranquila, casi como si durmiera, con el niño Johannes al pecho

Bueno, Marta, dice Olai

Está cansada, tiene sueño, dice la vieja matrona Anna

Sí, marchaos, dice Marta

y Olai ve que Marta no abre los ojos

Ahora tienes que descansar, dice la vieja matrona Anna y acaricia levemente la frente de Marta

Y luego tienes que traerte a Magda a casa, dice Marta y mira a Olai de frente

Eso haré, dice Olai

y entonces Marta le sonríe con delicadeza y Olai levanta la mano y acaricia la frente de Marta con sus dedos ásperos flacos y largos y nota que la frente está húmeda y luego acaricia con delicadeza la mandíbula del niño Johannes y nota lo extrañamente suave que le resulta tocarle la mejilla

Tenemos que irnos, dice la vieja matrona Anna

Tendremos que irnos, sí, dice Olai

* Fragmentos del libro Mañana y tarde, de Jon Fosse, autorizadas para su publicación por la editorial Nórdica.