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Cada vez llegan más alrededor de la Central Camionera del Norte
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de octubre de 2023, p. 5

En la Central de Autobuses del Norte son cada vez más los migrantes que pernoctan en sus inmediaciones. Ahora se les puede ver en los camellones del Eje Central Lázaro Cárdenas, en las banquetas de los alrededores y calles aledañas, así como cerca del Metro.

Entre ellos está Ivana, una adolescente ecuatoriana, quien hace 15 días dio a luz a su hijo. Ambos duermen en cartones extendidos sobre la banqueta, cerca de un árbol que les provee algo de sombra. La madre de 16 años de edad contó que su bebé nació en un hospital de Arriaga, en Chiapas, y que junto con su mamá, Pilar, han sobrevivido pidiendo dinero y por algunas donaciones.

Esta pequeña familia se vio obligada a salir de su país porque el dinero ya no nos alcanza. Queremos llegar a Estados Unidos para tener una mejor oportunidad para nuestros hijos, compartió Pilar.

Sentada sobre la banqueta del Eje Central, platicó que durante todo el día permanece cerca de la Central de Autobuses, en medio de un calor sofocante sin poder entrar a la terminal, ya que –dijo– los guardias se ponen bravos, nos sacan.

Señaló que en parte, la falta de recursos se debe a que en Tapachula su esposo fue secuestrado. Unas personas vestidas de negro se lo llevaron a la fuerza para que sacara dinero del cajero, pero como no teníamos nada, nos pidieron hacer una llamada (a un familiar) para que nos enviaran plata, si no lo iban a matar, narró.

Las mujeres indicaron que aunque quieren pedir asilo en Estados Unidos, todavía no han podido ingresar a la aplicación CBP One para tramitar su cita y solicitar refugio. Mi teléfono no sirve y para hacerlo en el local (cibercafé) me cobran 100 pesos, lamentó Pilar.

En las inmediaciones de la terminal de autobuses, además de personas originarias de Venezuela y Ecuador, han comenzado a llegar también de Haití. Muchas de ellas vienen en familia, con menores de edad.

En calles como la avenida Hospital Benito Juárez, durante el día se sientan en el pavimento o en las pequeñas zonas de pasto a platicar entre ellos, otros trabajan en los cruceros en la venta de caramelos o de limpiaparabrisas y algunos cocinan. Por las noches, los más afortunados despliegan casas de campaña para dormir.

Emanuel, venezolano de 24 años de edad, tiene seis días viviendo en esta zona. Para sobrevivir se dedica a cortar la barba y el cabello. Barbero es lo que más me gusta ser, pero uno ha tenido que aprender de todo, también soy mecánico porque mi papá me enseñó, expresó.

Al igual que la mayoría de los migrantes que habitan en este lugar, dijo que está aquí varado porque no tiene dinero para comprar un boleto de autobús que lo lleve a la frontera norte, en lo que se resuelve su cita por CBP One.

Junto con su compañero Ernesto, comentaron que el poco dinero que traían “se los dimos a migración y policías. Te piden una ‘colaboración’, 200 o 300 pesos para seguir adelante en el bus. A quien no tiene dinero lo bajan”.