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Visas, visados y desaguisados
L

a visa es una medida coercitiva al libre tránsito. Los estados coartan y dosifican los ingresos de extranjeros por medio del requisito de la visa. En ese sentido, los pasaportes que no requieren visa para entrar a muchos países, especialmente los del primer mundo, se distinguen como buenos pasaportes, por ejemplo, el de Japón y Singapur, que se consideran los mejores, ya que no se les impone visa en 193 países.

Un país como México, que requiere del turismo, tiene que adecuar su política de visas de acuerdo con sus intereses. Ciertamente, las restricciones no favorecen el turismo, pero no es posible abrir la puerta a todo el mundo. Porque, lo que realmente interesa, no es el número de turistas, sino cuánto gastan.

Y en ese rubro, México es deficitario, ocupa el sexto puesto en cuanto al número de visitantes que recibe –después de Francia, España, Estados Unidos, China e India– con 38 millones en 2022, pero ocupa el puesto 29 en cuanto al gasto promedio, estimado en sólo 620 dólares al día por persona.

Por otra parte, México tiene que tomar en cuenta su posición geopolítica, dado que muchos turistas llegan a México con la intención de pasar a Estados Unidos, nación que presiona para que limite el acceso de las personas provenientes de países centroamericanos y sudamericanos, con gran número de inmigrantes, entre otros. Pero tampoco se puede hacer una política de visas que afecte el turismo y los negocios.

Por eso México tiene una política pragmática que acepta a todo migrante que tenga una visa estadunidense. Paradójicamente los guatemaltecos, hondureños y otros que tienen visa de Estados Unidos pueden ingresar a México, los demás tienen que ir a solicitarla a los consulados. Guatemala ha puesto en práctica la misma medida con los ciudadanos de India, que pueden llegar sin visa si cuentan con la de Estados Unidos.

Por ejemplo, se presionó a México para imponer visa a los brasileños, debido a los crecientes flujos migratorios que llegan a Cancún para luego dirigirse a Monterrey y de ahí a Estados Unidos. Algo similar hacen los colombianos. Se dice que agentes de Estados Unidos operan en Cancún como filtro para migrantes sudamericanos que vienen al país como turistas playeros, pero después se enfilan hacia la frontera norte.

Trabajo sucio, sumisión, chantaje o como quieran llamarlo, las cosas han estado así durante los gobiernos panistas, priístas o de la 4T, da lo mismo. La política migratoria mexicana depende de la coacción de Estados Unidos. Pero tampoco es posible una política de apertura de fronteras, como pretendió hacerlo Ecuador y como lo hizo el gobierno de México los primeros seis meses de la administración de López Obrador, hasta que llegó el chantaje de Trump con los aranceles.

Se trata de un equilibro complicado, en nuestro caso la geopolítica no perdona. Guatemala puede dejar pasar a cientos de miles de migrantes y no le pasa nada, lo mismo Honduras o Nicaragua. Pero México es vecino de Estados Unidos y ese detalle no puede soslayarse.

Hace unas semanas Nicaragua rompió relaciones con Taiwán y llegó a acuerdos con China, y entre las facilidades acordadas se estableció la del libre flujo de migrantes, sin necesidad de visa. En pocos meses vamos a presenciar un incremento de migrantes chinos en la frontera y el territorio nacional. Estados Unidos no puede apremiar a Nicaragua, pero sí a México. Veremos qué pasa.

Por otra parte, Nicaragua tampoco pide visa a los cubanos, lo que ha redundado en el creciente flujo de migrantes de ese país, que luego se dirigen a México para cruzar a Estados Unidos.

En este juego, un país llamado socialista le hace el juego a otro, de igual signo, que requiere de una válvula de escape para sus disidentes, que le crean problemas internos.

La visa es una medida restrictiva, pero también es un arma política, Nicaragua sabe que, si libera el requisito de visa para los cubanos y los chinos, éstos no se van a quedar, lo que sí puede afectar indirectamente a terceros, como sería el caso de México y Estados Unidos.

México aceptó a miles de ucranios que llegaron a Cancún sin visa, pero Estados Unidos no levantó la voz. Las guerras generan migraciones y abrir o cerrar fronteras a los involucrados es parte esencial de la geopolítica.

No obstante, en la actualidad, este tipo de restricciones son una falacia, los centroamericanos entran a México sin visa y de manera irregular, como lo hacen los cubanos, haitianos o africanos. En el caso de los países vecinos, es fácil proceder a la deportación, pero es casi imposible en el caso de los otros, sea por razones políticas, legales, humanitarias, financieras.

Aquello que alguna vez dijo Francisco Garduño, comisionado del Instituto Nacional de Migración, de que iba a deportar extranjeros irregulares hasta Marte, quedó en verborrea.