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Aloja el MNSC testimonios artísticos de la evolución de la vida nocturna en la capital

La noche nos pertenece documenta los cambios de la Ciudad de México con la llegada de la luz eléctrica a finales del siglo XIX // Se exponen 150 obras, entre óleos, dibujos, acuarelas, grabados, fotografías, carteles y manuscritos // Permanecerá hasta el 5 de noviembre

Foto
San Juan de Letrán, del Dr. Atl (ca. 1940), uno de los cuadros que se exponen en San Carlos.Foto cortesía del Inbal
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de agosto de 2023, p. 2

La llegada de la luz eléctrica a la Ciudad de México, a finales del siglo XIX, permitió un desarrollo más intenso de la vida nocturna al comenzar la siguiente centuria, como documenta La noche nos pertenece, exposición en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC).

En tiempos aún más remotos, la población dependía de la luz arrojada por la Luna llena. Así se aprecia en el óleo Paseo de las Cadenas en México (1851), firmado por Lòpes –pintor de quien se carece de mayores datos–, que alude a una costumbre de entonces, cuando las personas salían a dar un paseo por la noche. En el cuadro se aprecia una hilera de jóvenes casaderas sentadas alrededor de un poste, quienes son cortejadas por hombres de sociedad.

Otro óleo, Plenilunio en la Plaza Mayor, siglo XIX , de L. Porta, ofrece una vista más amplia del lugar del paseo, a la vez que permite apreciar la iluminación natural de la Luna que contrasta con el resplandor de una pequeña fogata.

La noche nos pertenece, integrada por más de 150 obras, entre óleos, dibujos, acuarelas, grabados, fotografías, carteles y manuscritos, se destaca entre las muestras que regularmente se exhiben en el MNSC. Mariano Meza Marroquín, curador del recinto, explica que al llegar Mireida Velázquez a la dirección, uno de sus propósitos fue entender el museo a través de la colonia donde se ubica.

Hacia ese fin se organizó Somos Tabacalera, que tenía que ver con la historia de la colonia y la relevancia del museo como epicentro de lo que sucede alrededor, desde el siglo XVIII hasta la actualidad.

Fue una exposición muy bien recibida por el público; sin embargo se comentó que se tocaban sólo temas bonitos y se dejaba de lado algunos problemas que aquejan al lugar, como la prostitución o la distribución de drogas. También quisimos hablar de que aquí hay una vida nocturna muy nutrida, que comenzó a principios del siglo XX.

El guion curatorial de la muestra se divide en los núcleos Entre luces y sombras, Luces de la ciudad, La ciudad que se ilumina, Al caer la noche, Los habitantes de la oscuridad, Bajos fondos y marginalidad, y Cine y transgresión. Hay obra de Casimiro Castro, José Clemente Orozco, Gerardo Murillo Dr. Atl, Alfredo Zalce, Nacho López, Héctor García, Manuel Rodríguez Lozano, Rufino Tamayo y Roberto Montenegro, entre otros.

El renacer de una nación

La llegada de la luz eléctrica al país significó un avance tecnológico que conllevó la idea de progreso. Un México que después de la Revolución quería renacer como nación. El cuadro Retrato de Cristina Crespo resume este ánimo de desarrollo, ya que esta mujer, ataviada con un vestido elegante, tiene de fondo al México de la luz eléctrica y al del que era iluminado por el brillo de la Luna.

El advenimiento de la luz eléctrica creó otras atmósferas. Comenzaron a aparecer los centros nocturnos, que ya podían iluminar sus fachadas, cines y salones de baile. La noche, al congregar una diversidad de personas, desvanecía las clases sociales. La noche hizo que todos de alguna manera pudiéramos pertenecer al mismo lugar, asegura Meza Marroquín.

Para el curador, un aspecto relevante de la exhibición es la percepción de la mujer a través del tiempo. Las mujeres que comienzan en los espectáculos, primero, aparecen en las carpas. Después se vuelven las bailarinas de los teatros. Poco a poco estas mujeres transforman sus actos hasta llegar a las rumberas, que hoy se perfilan como personas que ofrecían un espectáculo en un sentido más artístico. Habría que estudiarlas más allá de la anécdota.

Se incluye una pequeña sala en la que se proyectan fragmentos de películas como Aventurera (1950) y La mancha de sangre (1937), en las que la noche es protagonista.

En el núcleo Habitantes de la oscuridad se perfilan prostitutas y homosexuales. Se incluye La estatua de sal, libro autobiográfico de Salvador Novo, recuento de la vida homosexual de la Ciudad de México en los años 10 y 20 del siglo XX. También está el Registro de mujeres públicas ordenado por Maximiliano de Habsburgo en 1865.

La exposición La noche nos pertenece prolonga su estancia y permanecerá hasta el 5 de noviembre en el Museo Nacional de San Carlos (avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera).