Opinión
Ver día anteriorDomingo 13 de agosto de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Desde otras ciudades

Herculano, ciudad italiana bajo la influencia del Vesubio

Foto
▲ Ruina arqueológica de Herculano; atrás, la moderna ciudad con el volcán Vesubio como fondo.Foto Alia Lira Hartmann
E

sta pequeña ciudad de unos 60 mil habitantes ha quedado un tanto a la sombra de Pompeya, la ciudad aledaña. Ubicada en la provincia de Nápoles, en la región de Campania, al sur de Italia, fue declarada junto con su vecina, también en 1997, patrimonio de la Unesco. Su cercanía al volcán Vesuvio, del cual la separan 7 kilómetros, hizo que fuera considerada lugar sagrado por griegos y romanos. Toma su nombre del dios de la mitología griega Heracles, adoptado por la romana como Hércules, divinidad que para ambas representaba fuerza y virilidad.

El volcán Vesubio siempre ha sido considerado uno de los más peligrosos del mundo. Hoy día hay una concentración de alrededor de 3 millones de personas que habitan en la cercanía. Herculano era una antigua villa con influencia marítima que se piensa era habitada como lugar de descanso por una población de alto nivel social, por los restos que la zona arqueológica deja ver y que se conservan sorprendentemente casi intactos.

La fascinación que ejerce la visita a esta zona arqueológica es ser testigo de los espacios que revelan aspectos de la sociedad y las formas y costumbres de la vida cotidiana de los romanos de ese tiempo que fueron sorprendidos, al tiempo de ser también sepultados, por la erupción del Vesubio. Al igual que Pompeya, quedó enterrada bajo las cenizas del volcán en la erupción del año 79 a. C. Si su vecina ciudad quedó sepultada bajo cerca de 10 metros de ceniza, Herculano sufriría un destino aún más trágico siendo 25 metros los que quedaron encima de la ciudad.

Se calcula que entre 400 y 500 grados es la temperatura de la lava que cayó sobre la ciudad. Los cuerpos de los habitantes, la carne y los huesos quedarían calcinados al momento aunque de muchos quedaron los esqueletos. El visitante puede ser testigo de la concentración de osamentas bajo unos arcos donde se piensa buscaban inútilmente refugio. Al recorrer la zona arqueológica, los restos no dejan de impresionar al visitante, pues no es una instalación para mostrar lo que pudo haber ocurrido entonces. Incluso se puede distinguir el cuerpo de lo que fue un soldado por el cinturón que porta, las espadas y hasta una bolsa de monedas.

La explicación de los guías es que en Pompeya la ceniza se fosilizó alrededor de los cuerpos, provocando que la materia orgánica –incluidos los huesos– entraran en estado de putrefacción. Los restos de lo que fueron seres humanos en Pompeya se exhiben en un museo aledaño y es la forma hueca de los cuerpos.

Como Herculano es una ciudad mucho más pequeña que Pompeya, no goza de la fama que hace llegar a ésta miles de turistas cada año. Sin embargo, es imprescindible la visita, pues está a sólo 17 kilómetros y 20 minutos en auto. El tren llega en 40 minutos. Recorrer la zona arqueológica de Herculano es en definitiva una experiencia mucho más relajada y con menos aglomeración de visitantes en comparación con Pompeya. Además, es sorprendente el estado de conservación de frescos y cuadros con mosaicos de intensos colores originales. Espacios como baños públicos, una panadería, el equivalente a lugares donde se concentraban los habitantes para comer o beber como restaurantes o bares.

Herculano, al igual que Pompeya, fueron descubiertas en 1738 por el arqueólogo español Roque Joaquín de Alcubierre, quien recibiera el apoyo como mecenas del entonces rey Carlos III de Borbón para las excavaciones.

Alia Lira Hartmann, corresponsal