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Norteños e indianos
L

os norteños y los indianos son migrantes que se fueron al norte, como se le llama a Estados Unidos, o las Américas. Son migrantes de ida y vuelta, que regresan a su lugar de origen y allí invierten sus ganancias, muy especialmente en casas, casonas, mansiones y hasta palacetes.

Una de las casas de indiano más famosas del norte de España es El Capricho, construida nada menos que por el arquitecto catalán Antonio Gaudí para Máximo Quijano, quien velaba en Cuba por los intereses de su cuñado el Marqués de Comillas. La casa se construyó de 1883 a 1885 y fue la primera que tiene el sello propio del genio catalán.

La casa, con salón de música e invernadero, está decorada con mosaicos de girasoles, en el pórtico de entrada hay cuatro columnas rematadas como si fueran palmeras, los techos son de madera estilo mudéjar, las paredes exteriores son de ladrillo, en la que se intercalan grecas de mosaicos, y los balcones son de herrería muy elaborada; en el techo rematan chimeneas decoradas muy a su estilo y una torre alta y delgada que asemeja a un minarete.

Es una casa pequeña, para una persona, que su dueño sólo pudo disfrutar un año, porque al siguiente se murió. Ahora es museo y ha sufrido algunas modificaciones, especialmente en el invernadero.

Las casas y casonas de indianos en Cantabria y el norte de España siempre tienen el distintivo de las palmeras que traían del Caribe y es un elemento fundamental para identificarlas, muchas de ellas ahora se convirtieron en hoteles, hostales y restaurantes.

Como suele suceder con los migrantes de todo el mundo, la casa, en el lugar de origen, es un objetivo prioritario, pensando en el retorno, el retiro y el prestigio por haber sido exitoso en su aventura migratoria.

En Ecuador las casas de los campesinos migrantes suelen formar parte del paisaje abierto, las construyen en los solares cerca de sus parcelas, algunos que trabajaron en Europa traen modelos propios de su lugar de destino y los replican. Se trata de un asentamiento disperso, donde la casa original, por lo general de adobe, queda como depósito, y a su lado se planta una casa de dos o tres pisos.

En Guatemala las casas de migrantes suelen destacar por ser de varios pisos y de colores vivos, los migrantes guatemaltecos suelen ser de ida y vuelta, y en los pueblos de migrantes se ha transformado totalmente el paisaje urbano, muchas de las casas tienen en la primera planta locales comerciales que rentan o utilizan para sus negocios.

En México hubo una larga tradición constructiva por parte de los migrantes, sobre todo cuando la migración era circular y muchas veces tenía como metas comprar un terreno y construir una vivienda.

Para concretar la casa de sus sueños, los migrantes suelen mandar fotos de aquellas que les gustaron en Estados Unidos. En muchos casos, ellos no han entrado ni vivido en las edificaciones que admiran y reproducen, tampoco los albañiles que reciben el encargo de hacerlas. La construcción corre por cuenta de los maestros albañiles, que las reinterpretan y acomodan a los espacios y recursos del migrante, quien destina buena parte de las remesas a ese proyecto y que se puede prolongar por años. Para los albañiles, chalanes y comercios de todo tipo de materiales, los migrantes son una veta de oro y les hacen propuestas complicadas y costosas en techos, muros, entradas, acabados y accesorios.

La arquitectura migrante hace hincapié en el exterior, se trata de casas para ser vistas y admiradas por fuera. La fachada tiene mucha importancia. Una cosa es clara, ellos prefieren, insisten, reiteran su preferencia por las construcciones modernas con un estilo estadunidense. La casa es la prueba evidente y contundente del éxito en el otro lado, de que el sacrificio de estar lejos ha valido la pena, que tiene una recompensa visible que puede ser vista, admirada y reconocida por todos.

No obstante, la copia de aquellos modelos y planos del norte no resulta muchas veces funcional. Muchos suprimen el patio y el lavadero, se supone que debe haber lavadoras y secadoras de ropa, pero no siempre sucede, y luego no hay patio donde poner el lavadero y los balcones sirven de tendedero para secar la ropa.

Sin embargo, esta tradición está desapareciendo por dos motivos. Los migrantes documentados reorientan sus inversiones al lugar de destino y a comprar casas en Estados Unidos; por su parte, los indocumentados han quedado atrapados en ese país, debido a su política migratoria disuasiva que elevó los costos y los riesgos de cruzar nuevamente la frontera.

Pero lo peor es la penetración del narcotráfico en muchos de los pueblos de origen, quienes se dedican a extorsionar a los que tienen algo de dinero. Construir se ha vuelto peligroso, la ostentación puede salir cara.