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Ciudad perdida

Justicia de la Corte a modo: caso Uriel

E

l acuerdo de los ministros de la primera sala de la Suprema Corte era salvar a Uriel Carmona Gándara, fiscal en Morelos, herencia de Graco Ramírez, de cualquier acusación que le hiciera el gobierno de Claudia Sheinbaum. Ya no se trata del crimen de una joven de 22 años, sino de un muy peligroso juego político.

A la cabeza de ese grupo protector, para no variar, la ministra Margarita Ríos Farjat, aquella que llegó a esa instancia judicial impulsada por las recomendaciones del presidente López Obrador y que no podía ignorar los hechos que daban forma al reclamo de justicia.

El 30 de octubre del año pasado se recibió el reporte de la desaparición de Ariadna Fernanda López Díaz, y un día después su cuerpo sin vida fue hallado en el tramo de la carretera México-Cuernavaca conocido como La Pera.

Cinco días más tarde, el fiscal en Morelos, el mismo Uriel Carmona, declaró que la muerte de la joven era producto de una broncoaspiración producida por una grave intoxicación alcohólica. Con esa declaración el delito de feminicidio quedaba anulado. El fiscal morelense revictimizaba a Ariadna.

Ante la indignación de la familia y las fundadas sospechas de que no eran ciertos los dictámenes periciales de las autoridades en Morelos, se acordó una nueva necropsia.

Un video grabado en el estacionamiento del supuesto criminal, en la colonia Roma de esta ciudad, mostraba cómo el posible culpable de la muerte de Ariadna cargaba y depositaba en un vehículo el cuerpo sin vida de la joven, mismo que arrojó en Morelos, cuestión que al paso de los días construyó hipótesis que no se han comprobado o no se tomaron en cuenta.

Algunas de las últimas llamadas del posible asesino se hacen desde su celular y ya en el estado de Morelos, según se dijo desde el inicio de la investigación, y se escogió, probablemente, a esa entidad por los supuestos vínculos entre el posible autor de la muerte y la fiscalía estatal, cosa que tampoco se ha probado.

La fiscalía de la CDMX, a cargo de Ernestina Godoy, contaba con la información suficiente para sospechar que la imputación en la que se hablaba de intoxicación alcohólica era falsa y la jefa de Gobierno acusó al fiscal de ocultar las razones de la muerte de la joven.

Intervino entonces la Fiscalía General de la República y concluyó que las sospechas de la autoridad judicial de la capital del país eran correctas y que Ariadna murió a consecuencia de un golpe en la cabeza. Empezaba a correr 2023.

Más adelante se supo que los primeros policías que llegaron hasta donde se hallaba el cuerpo, pertenecientes a Tepoztlán, señalaron en su informe que el cuerpo tenía múltiples lesiones, y se logró saber que el MP en turno les pidió, a los policías, que cambiaran su relato oficial. Hoy la fiscalía de la CDMX tiene las declaraciones de esos uniformados.

Al fiscal Carmona le pareció que el tiempo y la impunidad que le había brindado la SCJN eran suficientes para burlar las acusaciones en contra, pero hace unos días, bajo un operativo que se utiliza sólo para criminales peligrosos, el fiscal de Morelos fue hecho prisionero.

De todo esto y más debería estar informada la SCJN, que le concedió fuero constitucional para los casos de delitos federales, pero no a los del fuero común, como las acusaciones de la FGR en su contra por ilícitos contra la procuración y administración de la justicia previstos en el Código Penal para el estado de Morelos.

Nada de esto podía haber sido ignorado por la ministra Margarita Ríos Farjat ni por los integrantes de la primera sala de la misma SCJN, así que la pregunta salta: ¿por qué decidieron proteger al fiscal?

El asunto no ha terminado, pero, por lo pronto, todo hace pensar que el fiscal de Morelos no pudo burlar a la justicia.

De pasadita

En el caso anterior habrá que distinguir los dos hilos de la madeja: por una parte, no existe persecución política contra el fiscal, ya que se tienen los elementos probatorios de su proceder ilegal, y por otra, el asunto político, donde la SCJN parece actuar en automático en contra de todo lo que huela a López Obrador, aunque para ello tenga que dar protección a un posible delincuente. Vaya odio.