Libertad económica
o se puede ser libre mientras se dependa económicamente de un tercero. Aunque esta parece una verdad de Perogrullo, es uno de los principales problemas sociales que acentúa el control del hombre sobre la mujer.
La cultura machista delega en el hombre la responsabilidad económica y en las mujeres las labores del hogar
. Este concepto, que prevalece en grandes sectores, ha traído como resultado la subordinación de la mujer en sociedades como la nuestra. No sólo se trata del control del padre o del esposo sobre sus parejas e hijos sino también de la idea de la explotación del ser humano a través de la actividad productiva. Para evitar esa relación de explotación muchas familias frenan la integración de la mujer al trabajo asalariado.
Por desgracia, las estadísticas muestran que todavía hay una gran desigualdad entre las personas que reciben un ingreso por su trabajo. De 17 millones de adultos que no cuentan con ingresos propios, 80 por ciento son mujeres y, ante actividades semejantes, las mujeres reciben un salario menor. Otro dato a destacar es que 31 por ciento de mujeres mayores de 15 años dependen económicamente de otras personas, frente a 8 por ciento de los hombres, de acuerdo con información del Inegi.
El reto para superar estos atavismos es enorme, principalmente por la educación diferenciada brindada durante los primeros años de la vida a través de la familia, la escuela y las iglesias, por señalar tres instituciones importantes en la conformación de la cultura.
Además, hay peligros reales que acentúan un trato desigual, como la inseguridad que afecta más a mujeres que deciden ser independientes o que asisten a fiestas o reuniones sin la compañía de amigos. Puede parecer algo no fundamentado, pero para prueba tenemos los miles de feminicidios que se presentan en México.
El primer paso para superar este resabio de control del hombre sobre la mujer es alcanzar la independencia económica. Contar con un capital propio, recibir un salario o llevar a cabo una actividad empresarial son caminos adecuados.
La independencia económica es uno de los caminos a seguir para alcanzar condiciones de equidad. Todavía falta mucho que hacer en esta materia, pero con un ingreso propio las personas en general y en especial las mujeres, alcanzan otros niveles de libertades.