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Pemex, contra viento y marea // Neoliberales = endeudamiento // Vocingleros desmemoriados

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▲ Perforación de los pozos Racemosa 2 y Racemosa 3 de Petróleos Mexicanos en El Zapote, municipio de Nacajuca, Tabasco.Foto Pemex
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omo acostumbra, tremendo escándalo arma el grupo de gritones de siempre (una de sus divisas es la desmemoria) por el anuncio del gobierno federal, concretamente del presidente López Obrador, de que refinanciará la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) con todo lo que se requiera y será así, porque no tenemos ningún problema; nosotros no hemos endeudado al país. La empresa productiva del Estado no es privada, tiene que ver con la República; los tecnócratas querían dejarla en ruinas y por eso tenía que pagar intereses elevadísimos si contrataba créditos.

Días atrás, lo adelantó el director general de Pemex, Octavio Romero: los compromisos de pago de este año de deuda estarán bajo la responsabilidad de Hacienda y ello será así, porque resulta más fácil y barato (con tasas de interés cercanas a 5 por ciento) que si lo hace directamente la empresa productiva del Estado (tasas de alrededor de 11 por ciento). No tiene ningún sentido que regalemos dinero a las grandes financieras, a los grandes bancos, dijo el funcionario.

Tras el adelanto de Romero y la confirmación de López Obrador, los gritones se activaron: Pemex quebrado, ineficiente, hundido, improductivo, etcétera, etcétera, pero rápidamente olvidan (esconden) la tenebrosa herencia que los gobiernos neoliberales dejaron en Petróleos Mexicanos: deuda galopante y de proporciones inmanejables, desplome de la producción, bestial corrupción, carga fiscal asfixiante y finanzas devastadas, entre otras gracias, todo en aras de la privatización. Pero de eso, los vocingleros no se acuerdan.

Pues bien, como cápsula de memoria, en febrero de 2020 la Auditoría Superior de la Federación informó cómo concluyó Pemex el sexenio peñanietista: la nueva administración (la de López Obrador) recibió en quiebra técnica (en realidad lo estaba desde 2009) a la empresa productiva del Estado, debido a que acumuló pérdidas por un billón 943 mil 106 millones de pesos y un capital contable negativo de un billón 459 mil 405 millones; el marco fiscal de la empresa es lo que impacta sus finanzas, debido a que el derecho por la utilidad compartida representó en dicho año 167.1 por ciento de la utilidad antes de impuestos, lo que coadyuvó a que no cumpliera su objetivo de ser rentable, ya que después del pago de contribuciones registró una pérdida de 180 mil 419 millones de pesos. Su régimen fiscal no le ha permitido tener utilidades ni recursos para exploración y extracción. Además, fue creciente la subutilización de la capacidad instalada. En pocas palabras, la ex paraestatal estaba hundida en un espeluznante océano de números rojos.

La destrozaron, pero los tecnócratas culparon a los mexicanos. Cómo olvidar lo dicho por Peña Nieto (apenas horas después de uno de sus salvajes gasolinazos y en referencia a la situación de Pemex) en enero de 2017: la gallina de los huevos de oro se nos fue secando, se nos fue acabando. Sí, como por arte de magia, según él. ¿Y dónde quedaron los históricos excedentes petroleros en tiempos de Fox y Borolas?

Pero el registro estadístico de Pemex es puntual y contundente: en 1990, con Salinas de Gortari en Los Pinos, los pasivos de la petrolera sumaban alrededor de 31 mil millones de pesos (algo así como 10 mil millones de dólares al tipo de cambio de la época). Para finales de 2018, al concluir el gobierno de Peña Nieto, tales pasivos superaron 3 billones 534 mil millones de pesos (alrededor de 186 mil millones de billetes verdes), es decir, un brutal incremento de mil 860 por ciento en el periodo. Entonces, ¿se nos fue secando? No: la quiebra técnica fue inducida por los gobiernos neoliberales.

De lo anterior, los muy preocupados vocingleros de hoy no dicen ni pío, se les borró la memoria, porque en ese negro periodo de la historia mexicana sólo se dedicaron a aplaudir y cobrar. Seis gobiernos neoliberales al hilo se tragaron a Pemex: saqueo, desmantelamiento, permanente recorte presupuestal, asfixia financiera, deuda galopante, corrupción a más no poder, privatización, ergo, no existe empresa en el planeta, pública o privada, que soporte el saqueo, pero a pesar de los pesares, hoy la petrolera nacional se mantiene viva y produciendo.

Las rebanadas del pastel

La Buena: en junio pasado, la tasa de desocupación abierta se redujo a 2.7 por ciento de la población económicamente activa; la mala: la informalidad lleva la batuta (55.5 por ciento del total), y la peor: 40 millones de mexicanos (68.4 por ciento de los ocupados) obtienen un ingreso de hasta dos salarios mínimos.

Twitter: @cafevega