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El MAM dedicará una muestra a Joy Laville a 100 años de su nacimiento

La exposición El silencio y la eternidad repasará las facetas de la artista e incluirá obra nunca exhibida // Se inaugura el 3 de agosto

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▲ La exhibición permanecerá hasta el 29 de octubre en el recinto de Paseo de la Reforma. Aquí, Retrato de Madmoiselle Harton, 1996, tomada del sitio del MAM.
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de julio de 2023, p. 3

El Museo de Arte Moderno (MAM) conmemorará el centenario natal de la pintora, escultora e ilustradora Joy Laville (1923-2018) con El silencio y la eternidad, exposición que será abierta el 3 de agosto, la cual revisitará las facetas de la artista y comprende obra nunca exhibida. El recinto resguarda una obra suya, Tres desnudos y escalera.

De origen inglés, naturalizada mexicana en 1986, Laville es conocida por sus cuadros de sencillos escenarios, poblados por callados transeúntes o mudos personajes en reposo, según el crítico de arte Jorge Alberto Manrique.

Con una propuesta artística aparentemente sencilla, centrada en la exploración del color y el protagonismo de la corporalidad. Ésta mujer lila, al decir de su marido, el escritor Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), debido a su paleta, se relaciona con la Generación de la Ruptura. En 2012 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Helene Joy Laville Perren nació el 8 de septiembre de 1923 en la Isla de Wright, cuyo paisaje se ve reflejado en su pintura por medio de su paleta de colores pálidos y su frecuente referencia al mar.

Interesada en el arte desde temprana edad, sus estudios se vieron interrumpidos por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. A los 21 años contrajo matrimonio con Kenneth Rowe, un artillero de la Fuerza Aérea Canadiense, con quien se fue a vivir a Canadá por nueve años, y padre de su único hijo, Trevor Rowe.

Laville y Trevor se trasladaron en 1956 a San Miguel de Allende, en Guanajuato, México, donde se convirtió en pintora. Empecé a pintar en serio en México; entonces, soy una pintora mexicana, expresó Laville entrevistada por La Jornada con motivo de la entrega de la Medalla Bellas Artes en 2012. Hace 52 años recibió el Premio de Adquisición por el Palacio de Bellas Artes en la exposición Confrontación ‘66.

Una figuración sobria

En ocasión de la entrega de dicha presea, la crítica de arte Lelia Driben, encargada del texto de presentación, hizo hincapié en la total originalidad de la obra de Laville, quien no es deudora de nadie, de ningún pintor salvo una leve, levísima influencia de quien en una época temprana fue su maestro en México. Me refiero a Roger von Gunten. Pero mientras éste superpone figuras, naturaleza y manchas, y está muy cerca de la abstracción, Joy, al contrario, demuestra conocer muy bien la abstracción, pero elige una figuración muy tenue, sobria, colmada de silencios.

Laville conoció a Ibargüengoitia en una librería en San Miguel de Allende, donde ella trabajaba. Para el dramaturgo y novelista, muerto trágicamente en un accidente aéreo cerca de Madrid, en 1983, Laville sabe ver, sabe recordar, sabe poner colores sobre una superficie plana, y tiene la rara virtud de poder participar en el pequeño mundo que la rodea.

En la citada entrevista con La Jornada, Laville habló de la influencia de México en su pintura: El paisaje, los colores, muchas cosas, pero especialmente el paisaje. Reconoció que los cambios han sido graduales, muy pequeños, casi nada: Bueno, no descubrí, digamos, mi voz, como quise pintar, de inmediato. Poco a poco intenté muchas cosas y las deseché. Finalmente, encontré (la manera de) pintar como me gusta.

Joy Laville, el silencio y la eternidad permanecerá hasta el 29 de octubre en el MAM (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec).