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Festejo con la incógnita del sucesor obradorista en el aire
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▲ Gerardo Fernández Noroña, Adán López Hernández, Claudia Sheinbaum, Mario Delgado, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Manuel Velasco, en una de las varias imágenes en las que posaron.Foto tomada de Twitter
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de julio de 2023, p. 5

Las seis personas que aspiran a ser nominadas por el movimiento, malamente llamadas corcholatas, estaban ahí, en la parte baja como fue anunciado, y cumplieron con el ritual de la foto de unidad, así como con la recomendación de no llevar porras. Y quizá alcanzaron a escuchar el grito que surgió varias veces en la plancha del Zócalo, lanzado en un sitio por Jóvenes Morena y en otro por huestes de la tercera edad: ¡Relección, relección!

–¿Por qué vinieron? –se preguntó a un grupo de mujeres de tres generaciones (la más pequeña, Astrid, había gritado su lugar de procedencia: ¡la Pensil norte!).

–Para apoyar al Presidente.

–¿Por qué necesita apoyo el Presidente en este momento?

–Para que no se les vaya a ocurrir quitar las becas ni los apoyos que recibimos– fue la respuesta de Claudia Martínez, empleada de una empresa privada.

–¿Y quién les gusta para suceder al Presidente?

–…

La mayor parte de las personas a las que se hizo esta pregunta dudaron un momento. Había que insistir.

–Si le toca que le pregunten en la encuesta, ¿qué contestaría?

–Yo me iría por Claudia.

El vozarrón de un hombre que se equivocó de año interrumpió el intercambio. ¡Ya vamos llegando y el PRI está temblando!, gritaba y pocos le seguían, a diferencia de la otra consigna que soltaba, la más repetida en toda la concentración: Es un honor estar con Obrador.

“De norte a sur, de este a oeste…”, trataban de ajustar una vieja consigna trabajadores del Poder Judicial de la Ciudad de México, uniformados de naranja y con el nombre de su líder, el doctor Diego Valdés, bordado en las playeras. Al llegar al Zócalo, su coordinador dio un breve mensaje de agradecimiento y preguntó: ¿Quién falta de anotarse en la lista?

–¿Por qué vinieron?

–Porque estamos contentos, porque queremos apoyar al Presidente, porque López Obrador es otro (Lázaro) Cárdenas– respondieron a dúo Elizabeth Benítez y Ángel, dos personas de mediana edad que viajaron desde Mexicaltzingo.

–¿Quién va a llenar los zapatos del Presidente?

–Nadie. No hay ninguno como él –dijo Ángel, de oficio jardinero.

–¿Por quién votaría en la encuesta?

–Por Adán o Noroña.

–¡Pero a Adán no se le quita lo priísta! –intervino Elizabeth, vendedora de chicharrón.

Los vehículos que llevaron a los asistentes ocupaban las laterales de las avenidas cercanas, en todas las direcciones, a tres estaciones del Metro de distancia. Muchas otras personas, como los arriba citados, llegaron por su propio pie.

La plaza se llenó –no tanto como en la marcha del 27 de noviembre– de siglas de organizaciones sociales, de grupos que se identifican por el nombre de su líder y de contingentes que portaron con orgullo las siglas y los uniformes de sus instituciones. Fue el caso, por ejemplo, del nutrido grupo del Tecnológico Nacional de México, que llevaba una gran manta bajo la cual su director general, Ramón Jiménez, animaba las consignas megáfono en mano, como en sus tiempos de opositor.

Romería

El Zócalo y sus alrededores eran una romería. Tepache, merengues, tacos y manzanas con Tajín convivían con la mercadería política: llaveros, muñecos, camisetas y la novedad de sonajas, todo con la imagen de López Obrador.

Llegaron por fin los discursos cuando ya muchas personas emprendían la retirada. Poco más tarde, el aguacero se encargó de completar la tarea cuando ya hablaba el Presidente.

Del otro lado de la acera, las oposiciones que seguían el mitin confirmaban en las redes sociales la destrucción del país y decían que no hay nada que celebrar, justo en la semana alegre en que descubrieron que ahí, en sus filas, tenían al arma secreta contra la 4T.

¿Un programa de salvación nacional que diagnostica con certeza al país? ¿Un discurso que asume plenamente los errores y excesos de los sexenios del PRIAN y establece las grandes líneas de una verdadera transición?

No es para tanto. El descubrimiento es una candidata que, dicen, desarma el discurso presidencial porque no es fifí.

Hablaron, en lo que pareció una respuesta a ese hallazgo, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde Luján, y la gobernadora electa del estado de México, Delfina Gómez.

Alcalde recurrió a la historia del movimiento y cerró con espíritu juvenil: Cumplimos cinco años de aquel día en que llenamos las calles de alegría, y aquí seguimos, como dice la canción de Grupo Frontera: la transformación no se va, no se va, no se va.

La maestra Delfina dio fe de su lealtad al dirigente en un templete que parecía representar, dirían los críticos, al obradorismo duro.

En el remate de su discurso, López Obrador fue rudo contra la oposición y el personaje que él ha identificado como verdadero jefe.

¿Un mensaje a las corcholatas tentadas al zigzagueo?

“Si nos preguntamos quién es nuestro mejor aliado, ¿qué contestamos? El pueblo. ¿Por quién estamos aquí?, por el pueblo. ¿A quién hay que servirle primero? Al pueblo…”

Las calles que confluyen en el Zócalo eran, a temprana hora, ríos que corrían en ambas direcciones. Unos llegaban y otros se iban, sea porque habían cumplido el ritual o bien porque los espantó la lluvia, lo que sucedió a medio discurso del Presidente.

¿Qué ocurrió este sábado en el Zócalo? ¿Asistimos al surgimiento de un obradorismo histórico, como sugirió Ángel, el de Mexicaltzingo, a la manera del cardenismo? ¿Quién entre los suspirantes tiene la estatura política, la fuerza para ocupar el espacio del líder? La respuesta está en la encuesta.