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Despertar en la IV República

El relevo generacional

U

na nueva generación de políticos aparece en nuestro país. De acuerdo con la clasificación que hizo el filósofo español José Ortega y Gasset sobre las generaciones y que Luis González y González adaptó para México, el surgimiento de una nueva generación no corresponde a fechas específicas, sino a un periodo de tiempo que se renueva cada 15 años, donde las personas se identifican entre sí en función de una edad similar y los elementos culturales compartidos.

El gobierno mexicano impulsa a una nueva generación a participar en política. Apenas en mayo pasado, se publicó una reforma constitucional que redujo la edad mínima para ser diputado federal, de 21 a 18 años, y de 30 a 25 para ser secretario de Estado. Esta reforma se dio a partir de que actualmente, de los 500 diputados, no hay ni 10 con menos de 30 años. Con esta reforma se abre la puerta para los jóvenes que quieren participar en política.

Se está dando un relevo generacional en el gobierno. Esta semana el presidente anunció a Luisa María Alcalde como la nueva secretaria de Gobernación, joven de 35 años de edad y quien fungiera de manera exitosa como secretaria del Trabajo. En sustitución de ella, el presidente nombró a otro joven talentoso, Marath Baruch Bolaños, de 35 años y quien fuera el encargado de implementar el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que apoya actualmente a mas de 2.5 millones de personas de entre 18 y 29 años de edad. Estos nombramientos se suman a otros como el de Román Meyer Falcón (39 años) en la Sedatu, Carlos Martínez Velázquez (38 años) en el Infonavit y otros.

El gabinete presidencial tiene una clara mayoría de personas maduras y los nombramientos de jóvenes abren la posibilidad de que algunos se entrenen en el ejercicio del poder y maduren. El relevo de las generaciones debe estimularse, porque de contenerse se correría el peligro de un escenario semejante al que produjo el hundimiento de Porfirio Díaz, puesto que los colaboradores del patriarca tenían una edad promedio superior a 60 años. El resultado fue que el gabinete fue juzgado como una gerontocracia y de hecho careció de flexibilidad para admitir jóvenes ambiciosos, los cuales se sumaron a movimientos contestatarios, lo que provocó tensiones que terminaron siendo parte de las causas que produjeron la Revolución Mexicana.