Opinión
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Pasajes

U

n cierto aire de extrañeza se respira ante toda obra de auténtico arte; curiosamente esa extrañeza procede del rencuentro con una realidad ciertamente no más real que la real, sólo profundamente real y como ante nosotros, y desde luego que para nosotros, realizándose. La vida de la obra se enlaza a nuestra vida y nos hace vivirla, revivirla, revidenciarla vívidamente nuestra. Dialoga, universal la vida de la obra, con nuestra pequeña individualidad, ya, por obra de la obra, universalizada.

No crea en la inspiración cuando la inspiración, es obvio, no cree en usted. O bueno, se la cambio: no crea en la inspiración cuando –usted no lo quiere ver, pero– es obvio que la inspiración no está con usted. La inspiración probablemente exista, no lo dudemos, mas improbable no es que ahora ande ocupada con otras personas, menos crédulas y por ello mismo más chambeadoras que usted.

La ambición ambiciona, quiere cosas para sí, quiere tener. Es cuantitativa. Y, desde que ambiciona, carente, carecedora de algo que siempre es algo más. De modo que entrevemos extraño, la ambición lo que menos ambiciona es estar satisfecha, y necesariamente lo presume, pregona, cacarea.

La humildad nada tiene que ofrecer, pero si se ofreciera, si en algún momento se ofrece, cuenten, dice, conmigo. Algo se me ocurrirá.

Afilaba el lápiz de manera tal que aproximadamente en la tercera línea la escritura se volviera voz, y se ponía a escuchar el fino ruidillo del grafito sobre el papel intentando no tanto descifrar como disfrutar musicalmente de los trazos, que ya leería, alguna vez.

Todo artista tiene algo de esnob, de sobreactuada suficiencia, de inseguridad, de yesería; bien que si bueno (con bueno basta) aceptará que de esa ya vaga, ya punzante sensación de vacío es que su arte surge, se forma y alimenta, respuestas da que aunque cuando no del todo bastante lo equilibran: sin hueco tal –o ausencia, o nada– su hacer, su propiamente obrar, no hubiera sido. Y ¿qué sería de él, del artista, si no?

Haz del contento noble aspiración si no, sería lo ideal, tu punto de partida. Haz del contento tu camino mismo, y no tanto tu punto de llegada como, permíteme decirlo de este modo, de absorción, aquél en que quizá no siendo tú serás contento.