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Cormac McCarthy concibió una mitología alternativa del Oeste

Novelistas de wésterns reconocen la originalidad del autor recién fallecido

 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de junio de 2023, p. a10

Nueva York. Desde el momento en que leyó All the Pretty Horses (Todos los hermosos caballos), de Cormac McCarthy, James Wade supo que ya era fan de él de por vida y que sus aspiraciones como autor de novelas del viejo Oeste nunca serían las mismas.

Él se liberó del wéstern tradicional, dice Wade, dos veces ganador del premio Spur a la escritura sobresaliente de este tipo de libros, y cuya novela All Things Left Wild fue anunciada como una ilustración de la violencia y la corrupción que prevalecen en nuestro país de rápida expansión, una descripción que podría haberse aplicado a gran parte del trabajo de McCarthy.

Incluyó los elementos de los wésterns tradicionales, como vaqueros y caballos, pero prácticamente él solo llevó al wéstern al ámbito literario, dijo Wade. Como escritores de novelas del viejo Oeste, ahora podemos arriesgarnos con temas más metafísicos, y no sólo con héroes y villanos.

McCarthy, que murió la semana pasada a los 89 años, ha sido ampliamente elogiado como heredero de William Faulkner y Herman Melville, entre otros, arqueólogos del espíritu estadunidense cuya prosa influida por la Biblia elevó la narrativa a alturas trágicas y poéticas. Sus admiradores se encuentran a lo largo de todo el mundo literario y más allá, desde escritores de ficción galardonados como Colson Whitehead y Rachel Kushner hasta el actor Tommy Lee Jones y los hermanos Coen, quienes adaptaron fielmente su No Country for Old Men (Sin lugar para los débiles) en un filme ganador del Óscar a la mejor película.

Es como si él estuviera escribiendo metawésterns, dice Kushner, autor de The Flamethrowers (Los lanzallamas) y otras novelas. Escribe acerca de personas atrapadas en una compulsión existencial, que no saben por qué hacen las cosas que hacen.

Estaba tan intensamente dedicado a su propia visión que te daba permiso para perseguir la tuya, dice Whitehead, cuyos libros incluyen The Underground Railroad (El ferrocarril subterráneo), ganador del Premio Pulitzer, y Zone One (Zona Uno), un apocalipsis zombi inspirado en parte por The Road (La carretera), de McCarthy, que ganó el Pulitzer en 2007.

Para los novelistas de wésterns, tiene el nivel que John le Carré entre los escritores de novelas de espías, el de un maestro en el ámbito cuyo trabajo también trascendió, e incluso lo reinventó. El wéstern, un género que algunos temían ya era anticuado, pareció nuevo otra vez. Los autores recuerdan haber encontrado que su trabajo –desde su Trilogía de la frontera hasta La carretera y Blood Meridian (Meridiano de sangre)– era estimulante y, a veces, intimidante.

“Leí Meridiano de sangre en la universidad y estaba completamente desconcertado. En ese momento no poseía el vocabulario literario para entender lo que él estaba haciendo”, dice David Heska Wanbli Weiden, novelista ganador del premio Spur, sobre McCarthy.

Weiden, cuya primera novela, Winter Counts, se centra en un indígena que hace justicia por propia mano y que está en desacuerdo con el sistema jurídico estadunidense, apreció la audacia y ambición de McCarthy y cómo abrió el género a nuevos tipos de historias.

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▲ El escritor estadunidense Cormac McCarthy ha sido elogiado como heredero de William Faulkner y Herman Melville.Foto Imagen tomada de la cuenta de Facebook del autor

La mayoría de los críticos se enfocan en su prosa majestuosa y resplandeciente, pero creo que la influencia de McCarthy en el género es su mitología alternativa del Oeste, su visión estética, así como la presentación objetiva y desapasionada de la violencia brutal que fue (y forma) parte de la frontera del oeste. Cada vez que critican mi propio trabajo por ser demasiado violento, recomiendo que lean algunos de los últimos trabajos que hizo McCarthy.

Kathleen Morris, autora de The Lily of the West, también leyó Meridiano de sangre hace años y recordó estar asombrada y ligeramente aterrorizada por su prosa y sus historias. McCarthy se convirtió en una especie de conciencia literaria, un autor al que invoca –¿qué pensaría el hombre de esto?– mientras trabajaba en sus propios libros.

Al igual que Weiden y Morris, en un principio al escritor Rudy Ruiz no le pareció que McCarthy fuera placentero o incluso comprensible. Acababa leyendo la misma página varias veces, asegurándose de no haberse perdido de algo, y pensaba que la desesperación y la soledad de los libros de McCarthy hacían que a veces fuera difícil involucrarse con ellos.

Para Ruiz, cuya Valley of Shadows está ambientada en la frontera entre Texas y México en el siglo XIX, la influencia de McCarthy sería literaria y geográfica. Ruiz, nacido en Brownsville, Texas, leyó toda la Trilogía de la frontera, de McCarthy –Todos los hermosos caballos, The Crossing (En la frontera) y Cities of the Plain (Ciudades de la llanura)–, que respondió a cómo captaba sus propios sentimientos sobre su región natal.

Estaba realmente influido por la manera en que capturó la dualidad del realismo crudo junto con la belleza y el poder del paisaje, cómo un lugar puede pertenecer a una persona tanto como una persona puede pertenecer al lugar. McCarthy muestra estas preocupaciones atemporales sobre la identidad y la pertenencia, y cómo nos definimos a nosotros mismos.

Gordy Sauer, cuya primera novela, Child in the Valley, se publicó en 2021, señala que la presencia de McCarthy entre los escritores contemporáneos de wésterns es tan fuerte que no necesitas leerlo para ser influido por él. Cualquiera que venga después de eso tiene que competir, al menos en teoría, con lo que él hizo y lo que significó para el género.

Recuerda haber trabajado en una historia en la universidad hace unos 15 años y que un compañero le dijo que le recordaba el trabajo de McCarthy, que él aún no había leído. Cuando leyó Meridiano de sangre el efecto fue transformador. Desglosó el wéstern y lo rehízo en una imagen de Estados Unidos distinta a todo lo que habíamos visto. Eliminó el romance y la idea del romance. Nos obligó a mirar más allá de la tela del género hasta sus costuras para comprender cómo se hacía.