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Revelan lo duro, pero sublime, del proceso creativo de cuatro miembros de San Pascualito Rey
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▲ Juan Morales, Luca Ortega, Pascual Reyes y Alejandro Otaola, protagonistas de Canción que quema, en un fotograma de la película.
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de junio de 2023, p. 7

Canción que quema es una película que revela lo duro, pero sublime, del proceso creativo de cuatro músicos. Los expone bajo el consentimiento de una complicidad que retrata a unos humanos que, como todos, se equivocan, y al final hacen a un lado sus egos y conflictos personales para sacar adelante al motivo de su unión: la música.

Hablamos de cuatro de los miembros del grupo de rock San Pascualito Rey –que sin duda ya está en el santoral del rock azteca– en su alineación de 2016 que produjo su disco más ambicioso, pero que, por problemas internos, casi pone en jaque la existencia de la banda.

La cinta refleja, más que un periodo específico de crisis en San Pascualito Rey (que actualmente celebra 23 años de vida), el interior de cuatro personas.

Los realizadores son Yulene Olaizola, Rubén Imaz y Luis Flores Rábago, quienes acompañaron a la banda varios años y se acercaron a su intimidad durante las grabaciones de un álbum de estudio en 2016, así como en algunos conciertos.

El contexto de la historia se da cuando, luego de varios años, la agrupación regresó para grabar Todo nos trajo hasta hoy, su cuarto álbum. Canción tras canción, Pascual Reyes (voz), Juan Morales (bajo), Alejandro Otaola (guitarra) y Luca Ortega (batería) exponen sus sueños y miedos, pero también sus desacuerdos.

Los directores fueron invitados por el grupo, propiamente por Pascual y Alejandro, quienes han trabajado en la música de sus filmes (Fogo, Epitafio, Selva trágica…).

Olaizola cuenta a La Jornada que no tenían la idea de hacer una cinta, pero el material fue hablando hasta tomar esa forma que se percibe no sólo como un filme musical, sino como algo único.

Con un esquema de varias cámaras y canales de sonido, captaron el difícil proceso de hacer una placa discográfica. Al final, queda un largometraje que dimensiona a San Pascualito Rey, pero sobre todo cuenta la historia de un grupo que lucha por seguir el viejo sueño de la música.

–Es realmente un drama. Se comenta a la realizadora.

–Le echamos ganas para que así se perciba. Tuvimos suerte, pero también hubo mucho trabajo. Cuando nos metimos al estudio, no teníamos planteada una película ni el presupuesto para ella. Simplemente entramos con cámaras, micrófonos a registrar dos semanas el proceso de grabación del disco.

Líneas narrativas

Agrega: “Abandonamos el proyecto porque nos pusimos a filmar Selva trágica. Pasó el tiempo, vino la pandemia, y comenzamos a calificar material y a entrarle a la edición. Ahí fue que nos dimos cuenta de que había un gran drama, líneas narrativas claras como para contar mucho más allá de la biografía del grupo. Nos enfocamos en el disco y en registrar esa intimidad y los problemas.Tras cuatros años, hicimos entrevistas y vimos cómo cada miembro había cambiado. Lo que percibían en el tiempo del estudio y después, en el que dos integrantes ya se habían ido de la banda.

“Ese tiempo –considera– ayudó a que ellos fueran cambiando su visión de sí mismos y pudieran hablar con menos tapujos.”

La cinta muestra que a veces un momento es más revelador que hablar de toda una vida. Además de que los procesos creativos que se dan en colectivo son difíciles. En el cine sabes los conflictos que hay, pero tienes la ventaja de que existe una jerarquía en la que el director decide. Pero en el caso de un grupo en el que los cuatro miembros componen y ejecutan su instrumento todo más complejo.

En el filme, los miembros de San Pascualito Rey quedan vulnerables y ahora viven un proceso emocional fuerte y nosotros, como directores, no podemos alejarnos de esa responsabilidad porque fuimos los que los pusimos ahí (ante la cámara). A veces nos sentimos mal por exponerlos pero es importante saber que la verdad cura heridas. Está duro en el mundo en el que se manejan los roqueros. En el cine, al menos hay apoyos, pero en el rock están muy solos. Son ellos contra el mundo y es complicado sacar un disco tras un proceso largo, y que no se escuche o se venda, es más duro.

–Los procesos de creación son complicados, pero bien dicen que el trayecto es lo más valioso.

–El camino es lo que hace a los procesos artísticos más que el resultado, porque si te clavas con éste, abandonarías todo. Los procesos más dolorosos son, en ocasiones, los que te dejan mayor satisfacción o más aprendizaje. Esta cinta, a parte de lo que sufrieron los protagonistas mostrándose, lo padecimos en la sala de edición, donde estuvimos dos años y medio acomodando, clasificando, y otro más al editar frente a la computadora, siempre trabajando con la línea difícil de cuidar que quedaran contentos.

La película es una producción de malacosaCINE y la mezcla de sonido se hizo en las instalaciones de Astro LX, a manos de los ingenieros Michelle Couttolenc y Jaime Baksht, ganadores de los Óscar y el Bafta por su labor en The Sound of Metal y con gran trayectoria.

El viernes se exhibió en la sala al aire libre de Cineteca Nacional, dentro el Festival Internacional de Cine de la UNAM (Ficunam).